Por
  • Carmen Puyó

El cine, según Almodóvar

Pedro Pascal y Ethan Hawke, en 'Extraña forma de vida'
Pedro Pascal y Ethan Hawke, en 'Extraña forma de vida'
HA

Si algo tenemos a nuestro favor quienes hemos visto el cine de Almodóvar desde sus inicios hasta hoy es que ese ‘saber’ nos permite dos cosas: opinar con conocimiento de causa y tener claro que nada bueno o malo que podamos decir de sus producciones le va a afectar lo más mínimo en sus reconocimientos internacionales y, consecuentemente, grandes éxitos.

‘Extraña forma de vida’ **
Director y guionista:Pedro Almodóvar.
Fotografía:José Luis Alcaine. 
Intérpretes:Ethan Hawke y Pedro Pascal.

Trataré de no repetir lo que siempre escribo cuando veo uno de sus estrenos. O sea, que al margen de su valía como cineasta, demostrada en un buen puñado de títulos, Almodóvar tiene un olfato especial para la autopromoción y lo hace a muy buen precio. Lo vuelve a demostrar en su más reciente trabajo, un corto de treinta y un minutos, coproducido por una firma de moda que, entre otras cosas, parece un ensayo del realizador de cara a lanzarse a dirigir su primer largo en inglés y en Estados Unidos. Para ello, nos ofrece un filme que se pretende un wéstern a la vieja usanza –los títulos de crédito, los caballos, las pistolas siempre prestas y el polvo del camino dan fe de ello–, en el que dos tipos maduros se reencuentran por un motivo X, que ya ustedes descubrirán si así lo desean, y esa excusa sirve para que ambos recuerden lo que vivieron hace veinticinco años. Unos cuantos tragos de más nos darán a entender qué es lo que pasó entre ellos. Y ahí me quedo.

Hay quien ha querido ver en ‘Extraña forma de vida’ cierta relación con la estupenda ‘Brokeback Mountain’. Aquí me planto y pido respeto hacia una película extraordinaria, mientras que ‘Extraña forma de vida’ no deja de ser un boceto en el que no me cuadran varias escenas –sonroja ese joven melancólico que parece necesitar un café mientras canta el fado de Amalia Rodrigues ‘Extraña forma de vida’–, en el que están pobremente hechas otras –la mini bacanal en las bodegas– o hay diálogos muy flojos y donde no consigo que Ethan Hawke y Pedro Pascal despierten en mi la más mínima sensación: ni deseo, ni lujuria ni emoción, solo una tremenda apatía.

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