La Academia Aragonesa de la Lengua valora la ortografía del aragonés como ‘un primer paso’

El pasado 20 de abril se publicó en el Boletín Oficial de Aragón (BOA) la aprobación de esta herramienta clave para su visibilidad social y dinamización.

Juan Pablo Martínez, Javier Giralt y Manuel Castán, la semana pasada, en Zaragoza
Juan Pablo Martínez, Javier Giralt y Manuel Castán, la semana pasada, en Zaragoza
José Miguel Marco

«Empezamos a dar forma a la estructura en 2013, poco a poco; la pandemia retrasó su consolidación, pero después de mucho trabajo, al fin vamos recabando el fruto de este esfuerzo. Eso sí, queda mucho por hacer». Javier Giralt Latorre es el presidente de la Academia Aragonesa de la Lengua (AAL), y también dirige la Comisión Permanente del Institut Aragonès del Català. Profesor de la Universidad de Zaragoza, Giralt se ha especializado en dialectología catalana, historia de la lengua catalana, sociolingüística y onomástica; dentro de la AAL le toca celebrar el que Boletín Oficial de Aragón publicó el pasado 20 de abril la primera ortografía oficial del aragonés, hecho que marca un hito muy notable en la defensa de este valor cultural.

Desde este hito, la Academia es el único organismo oficial capacitado para normar el uso del aragonés en documentos oficiales. Es un esfuerzo unificador que no anula las particularidades de cada uso zonal, pero sí unifica criterios en cuestiones concretas. «Ni el aragonés ni el catalán son leguas oficiales en Aragón –recuerda Giralt– pero sí se trata de lenguas protegidas, y la misión de la Academia es hacerlas visibles socialmente. Debemos proteger este legado de nuestros antepasados, preservarlo y transmitirlo, siempre desde el rigor científico».

Organigrama funcional

La Academia engloba al mencionado Institut Aragonès del Català (7 miembros, el mínimo contemplado por sus estatutos para hacerlo viable) que atiende sobre todo a los diferentes hablares de la Franja, y al Instituto de L’Aragonés (9 miembros, dirigido por Ánchel Conte), que estudia todas las variedades autóctonas para reconocer sus aportes: desde el cheso y el ansotano al patués, pasando por el serrablés, el belsetano, el chistabín o el benasqués.

En la votación para sacar adelante la mentada ortografía del aragonés hubo 13 miembros presentes, con 10 votos a favor y solo 3 en contra. «La disensión al votar sobre esta guía para la oficialidad no fue elevada, y en cierto modo es buena: denota criterio –recordaba Juan Pablo Martínez, secretario de la AAL y también docente universitario– y hay que recalcar que la unificación ortográfica no exige un cambio de usos en lo cotidiano». «Yo hablo patués –explica Manuel Castán, vocal de la AAL y profesor jubilado del Instituto Goya– y seguiré haciéndolo, pero este camino de consenso es bueno para todos. Ejemplos como el de Juan Ramón Jiménez en la lengua castellana son válidos para expresar que las convicciones individuales también tienen cabida en el marco de una normativa común».

La junta de gobierno de la AAL, presidida por Giralt, tiene como vicepresidenta a María Pilar Benítez. Además de los ya mencionados, la tesorera es María Teresa Moret y los vocales, María Ángeles Ciprés, Merche Llop, Francho Rodés y Ramón Sistac. Completan la membresía del pleno Carmen Alcover, María Luisa Arnal, José Ramón Bada, Hèctor Moret, Francho Chabier Nagore y José Solana. Una vez ordenada la ortografía, la próxima meta de la AAL es el diccionario del aragonés, y el camino tiene más metas futuras. «Es un primer paso. Todo lleva su tiempo, y esta tarea requeriría igualmente de mucho trabajo», apunta Giralt.

En la ortografía aprobada hace un mes hay 27 letras en el alfabeto, con denominaciones que en algunos casos difieren del castellano: la ‘b’ es la ‘b alta’, la ‘x’ es la ‘xe’ y a la ‘j’ también se le llama la ‘i larga’, por ejemplo. En cuanto a los dígrafos que tienen cabida en el aragonés, hay que citar los siguientes: ‘ch’, ‘ix’, ‘ll’, ‘ny’, ‘qu’, ‘rr’.

Las puntualizaciones en la acentuación también resuelven dudas históricas. Por ejemplo, se establece que se acentúen las palabras agudas acabadas en vocal, así como las que acaben en vocal seguida de ‘s’ y ‘n’ (puyó, refús, tronlirón), pero no se acentúan si la vocal tónica está precedida de otra vocal, como en recau o en vivius. Otra norma general es que las palabras monosílabas no se acentúan gráficamente, con ,la excepción de aquellas que con el acento se distinguen de otras idénticas con un significado diferente, como ocurre en ‘é’ cuando es verbo y ‘e’ en su forma de conjunción copulativa.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión