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Javier Fernández López: "Una novela se escribe para todo el mundo"

Nacido en María de Huerva, Zaragoza, en 1954, Javier Fernández López ha sido militar y profesor de Derecho. Ahora se vuelca con la literatura y publica ‘Mi abuelo’ (PUZ).

Javier Fernández López, escritor, ayer ante Capitanía.
Javier Fernández López, escritor, ayer ante Capitanía.
Guillermo Mestre

¿Desde cuándo le interesa la literatura? ¿Lo recuerda?Desde niño. Recuerdo que gané por ahí algunas redacciones, pero en el Ejército, donde estuve desde 1973 a 1994, 21 años en activo, no sacaba tiempo.

Luego sí lo hizo.Sí. Tiene mucho que ver con mis clases en la Universidad de Zaragoza, como profesor de Derecho Constitucional. Soy discípulo de Manuel Ramírez, catedrático, un personaje complejo, enamorado de los toros, fumador en pipa, misógino en apariencia, pero un gran maestro. Fue decano muchos años. Era peculiar, contradictorio, quizá algo narcisista, pero no encontrará ningún alumno suyo que hable mal de él.

Vayamos con su tesis.Abordé el tema de ‘Los militares en el cambio de régimen político (1969-1982)’. Empezaba cuando Franco designó a Juan Carlos su sucesor y concluía cuando Felipe González ganó las elecciones y entramos en la OTAN. En realidad, no solo hablaba de esos decisivos trece años…

¿Ah, no?Abordaba la historia política, social y militar de España desde el siglo XIX hasta nuestros días. Mi primer libro fue ‘El Rey y otros militares’, y lo publiqué en Trotta en 1998. El tema militar me ha interesado mucho: lo conocía desde dentro y me interesaba reflexionar sobre ello.

Escribió del 23-F y de las Cortes de Cádiz…Sí. El 23-F lo viví en Vitoria. Todos estos temas y otros salían de mi tesis doctoral, que fui desgajando. La historia contemporánea me ha interesado mucho y ha sido el centro de mis ensayos, porque durante mucho tiempo yo he sido ensayista e historiador.

Sí. Le interesó mucho el general Rojo y le dedicó un libro.Mucho. Es uno de los personajes más enigmáticos e incomprendidos de la historia de España, con un gran sentido del deber, y quise hacer una biografía suya.

¿Por qué decidió dar el paso hacia la novela?Porque hubo un momento que sentí que había dicho todo lo que tenía que decir de ese modo. Y necesitaba dar un paso más hacia la emoción, la psicología y la pura invención. Quería explorar los sentimientos de una manera más directa.

Ya lleva cuatro novelas… Publica su libro ‘Mi abuelo’ (Prensas Universitarias de Zaragoza). ¿Tiene la sensación de que ha escrito el texto más difícil de su vida?Por ahora sí. Por el tratamiento narrativo, por las historias y por los personajes. Aquí cuento la historia de un joven de quince años, integrado en una pandilla, y me enfrento a algo que no había hecho antes: contar las relaciones sexuales de un joven.

Y cuenta la historia de un abuelo que vuelve del exilio.Sí, que se acabará convirtiendo en su mejor amigo. Ahora tengo dos nietas, con las que me llevo muy bien, y aquí me enfrento a la relación de dos desconocidos casi. El niño y el abuelo establecerán una relación muy bonita, de confianza. El niño es huérfano y encuentra en el abuelo, que vuelve del exilio, sí, a alguien que le va a entender.

Hay más personajes. Ese profesor británico que quiere saber más de un militar español.Quiere saber de un militar cercano al general Rojo. Es un discípulo de Hugh Thomas, que contó antes que nadie la historia de la Guerra Civil española. En todos mis libros escribo de España: en este caso del drama del 36 y de la Transición.

¿Qué le da la novela?Me da libertad. Y me permite explorar mundos, psicologías. Una novela se escribe para todo el mundo. España siempre está de fondo. El abuelo intenta explicar al nieto las visiones de España, qué pensaban unos y otros de Franco, cómo era ese abanico amplio de percepciones y posiciones que se daban.

¿Piensa en los jóvenes cuando escribe?Desde luego. Para mí la Guerra Civil sigue siendo un problema sin resolver. Creo que aún tenemos que explicarle a mucha gente qué y cómo fue. Lo que fue la masacre de Badajoz, la desbandada de Málaga y qué sucedió en Paracuellos. Esta no es una guerra de bandos, no, no. Hay que contar cosas de unos y otros, y un abuelo después de tantos años creo que tiene la libertad para poder contarlo.

Usted es el presidente de la Asociación Aragonesa de Escritores. ¿Cómo valora la experiencia?Es una experiencia maravillosa. Llevo seis años en la presidencia y me quedan dos más. Y me hace mucha ilusión que la gente venga a nosotros porque quiere escribir, publicar, pertenecer al colectivo. Tenemos ahora 254 socios y la Asociación Aragonesa de Escritores cumple veinte años.

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