El público zaragozano ama el flamenco. Por eso, a las compañías del género les gusta visitar la capital aragonesa. 

Esta vez no iba a ser diferente y la compañía de Antonio Gades colgó el cartel de ‘completo’ en el Teatro Principal con ‘Fuego’, un ballet basado en ‘El amor brujo’ de Manuel de Falla, versión creada por el propio Gades y por Carlos Saura. 

Necesario un inciso: no es lo mismo adaptar la danza al formato cinematográfico que al tradicional escenario. Personalmente, prefiero la escena. Más aún con esta compañía que luce tanto en un teatro.

En ‘Fuego’, Gades trabaja mucho con el perfil de las figuras de sus bailarines recortadas sobre el fondo de la caja negra, esto es: esas enormes cortinas que perimetran la escenografía y que se adaptan igual de bien a las escenas alegres como a los momentos más duros del relato.

Esmeralda Manzanas da vida a Candela con encanto y belleza de movimientos, con expresividad y buena escuela. Y sus dos ‘partenaires’, Álvaro Madrid en el personaje de Carmelo y Juan Pedro Delgado en el del espectro’, desarrollan perfectamente sus papeles, recordándonos siempre el estilo del maestro Gades.

En las coplas de ‘El amor brujo’ se goza al escuchar a la más grande: Rocío Jurado. No se puede pedir más. Además, están muy bien ligados los momentos de canciones populares y palos flamencos con la leyenda y la música de Falla en la que todos los grupos de baile destilan belleza.

Cantaores y músicos bordan su trabajo, así Stella Arauzo en la dirección.

Al final: la boda. Es una exquisitez. Fluyen potentes imágenes como los novios a hombros de sus familiares para que, poco a poco, la música y el baile se vayan diluyendo hasta desaparecer todo el gentío de la escena y dejar sola a la pareja que se da el abrazo final. El gran sentido estético de Gades prevalece durante toda la función.