Ríos de piedra, berrea y setas en Orihuela del Tremedal

La localidad de la Sierra de Albarracín tiene mucho que ofrecer, incluido un paisaje geológico impresionante. Con el otoño llegarán nuevos atractivos.

El río de piedra más grande de Orihuela del Tremedal, en la zona de Vizalapeña.
El río de piedra más grande de Orihuela del Tremedal, en la zona de Vizalapeña.
Laura Uranga

Los ríos de piedra son un espectáculo. Fenómeno de origen glacial, su origen se remonta a la noche de los tiempos, en forma de agua helada bajo la piedra que acabó cuarteándola; no es un fenómeno exclusivo de Orihuela del Tremedal, pero los de esta localidad turolense en la esquina noroccidental de la comarca Sierra de Albarracín son los más grandes del planeta. Solo por ellos vale la pena acercarse a un rincón que tiene mucho que ofrecer, y en diferentes planos.

La explicación técnica en profundidad asombra tanto como en primer vistazo; el hecho es que las formas periglaciares cuaternarias en laderas de bloques de cuarcita (los llamados canchales) y los lóbulos de gelifluxión en vertientes hacían que las piedras, al fracturarse, se deslizaran por el hielo para crear ese efecto-río. Una vez relajado el rictus, y volviendo a un léxico más de andar por casa, aquello es impresionante: una ladera de rocas que parecen haberse desparramado como por arte de magia.

El más fácil de admirar (con una anchura máxima de 265 metros: se dice pronto) está a pie de carretera en el tramo que se acerca al Santuario de la Virgen del Tremedal, templo que además de bello y significativo por su poso histórico aporta un mirador espectacular de la zona. Vizalapeña es la palabra clave. Hay cuatro más, alguno superior a los dos kilómetros y medio de longitud.

Plantas carnívoras

Sí, también tienen de estos animalillos en Orihuela. Se trata de los habitantes más famosos de los tremedales, humedal protegido internacionalmente por el convenio Ramsar. Se trata de una superficie de más de mil pequeñas turberas diseminadas por el municipio, y un total de 141 especies de musgos. 

La drosera rotundifolia, rojiza, es esa minúscula planta carnívora de la que deben preocuparse únicamente los insectos más pequeños. Hay explicación científica al fenómeno de los tremedales, cuya agua es tan ácida que la materia no se descompone y las plantas no salen adelante del modo habitual; por eso deben cambiar de dieta y mirar hacia el mundo animal. No son extraños en Europa, pero sí es raro encontrarlos en una latitud tan meriodional. De pisarlas, nada de nada: dicen en el pueblo que cuando las turberas están secas tiemblan bajo la suela, pero cuando están blandas se puede hundir un caballo hasta la mitad.

En apenas unas semanas llegan dos imanes extra para la visita, además de una meteorología mucho más amable que la vivida este verano en Aragón; la berrea del ciervo y la temporada de setas, reguladas ambas de manera estricta en toda la comarca. La berrea es un fenómeno común a toda la zona, pero quizá sea Orihuela el punto donde más sencillo es apreciar esta ceremonia ‘amorosa’ de los ciervos, con los alaridos de los machos como elemento distintivo. En cuanto a la micología la variedad, calidad y cantidad están garantizadas.      

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