Comedia con el dios
Los apuntes ligeros siempre han estado presentes en el universo Marvel en mayor o menor medida. ‘Thor. Ragnarok’ (2017) implicó una llamativa evolución en el tratamiento de la figura del dios del trueno al ir más allá del complemento cómico al poner en primer término lo distendido, lo excéntrico y, sí, lo bobo. Taika Waititi, su director, repite concepción y revalida el tono desde su amplificación en ‘Thor. Love and thunder’, en cuyo humor abiertamente tonto cabe incluso alguna ridiculez delirante (los hilarantes gritos de las cabras). Esta modulación de lo liviano corre de nuevo riesgo de indigestar, si bien funciona y genera simpatía. El componente, desplegado por medio de un Chris Hemsworth más que predispuesto, incluye el juego con la comedia romántica (en concreto con todo lo que late cuando dos ex se reencuentran) debido al regreso del personaje de Natalie Portman. Una reaparición definida por el detalle, de inequívoco guiño feminista, de que la científica porta ahora el martillo que Thor perdió.
El espíritu lúdico, atinado en las exposiciones que explican y resumen el contexto detrás del estado de crisis del asgardiano y el proceso de la relación con Jane, no impide que en segundo lugar se aborde un tema serio como el de la enfermedad. La situación de la heroína lleva aparejada la interesante cuestión de que la fuerza mágica que recibe supone una salida frente al deterioro y al dolor, que quedan camuflados y contenidos.
La acción se articula a raíz de la amenaza de lo oscuro, materializada en un asesino de dioses consumido por la venganza y el sufrimiento. Un villano al que se le podría haber sacado mejor provecho narrativo pero que se ve favorecido por la carga que le imprime Christian Bale en un rol que distancias al margen hace pensar en sus encarnaciones extremas. Siguiendo con las participaciones destacadas, atención asimismo al singular Zeus a cargo de un cómplice Russell Crowe.
