Esta semana está resultando trágica y no solo por Ucrania, el IPC o el frío. En los últimos días, algunos de los nombres que han formado parte de la historia de mi generación se están asomando a abismos impensables para ellos, al menos en el imaginario colectivo que siempre presupone que la fama y la gloria conceden un escudo protector frente al dolor. Pero, no.

La actriz Carmen Elías relató con una entereza encomiable que el alzhéimer anda royendo su cerebro como un ratoncito y que cada día que pasa se siente más perdida y menos ella. La recuerdo como en muchos papeles, pero sobre todo como abogada en ‘Turno de oficio’ .

Bruce Willis, uno de los tipos más duros de la historia del cine de acción anunció que se retira porque padece afasia, una enfermedad que le está robando la capacidad para hablar y entender. Nunca persiguió cambiar el mundo con sus interpretaciones, pero sería difícil encontrar en este planeta a una persona que no haya pasado un buen rato con alguna de sus películas. No es un pobre legado.

Saramago escribió: “Lo imposible sucede siempre, sobre todo si es terrible”. Eso todos lo venimos comprobando en los últimos tiempos. 

Ayer también se supo que Alain Delon, mito erótico de una época y un icono del cine europeo, ha solicitado a los 86 años la eutanasia tras haber sufrido múltiples problemas de salud.

Son actores, no han salvado vidas pero han hecho que las nuestras fueran más interesantes y entretenidas. Mejores, en definitiva.