El año de las cien de Morante

El torero de la Puebla puso su nombre a la temporada 2021 y la convirtió en leyenda. Su propósito de emular la marca del legendario Joselito el Gallo -un centenar de corridas entre marzo y octubre- es uno de los signos del curso que viene.

El diestro Morante de la Puebla.
El diestro Morante de la Puebla.
EFE

Apenas diez días después de levantarse el telón en Olivenza con llenos reventones en dos de sus corridas de lujo, de muy discreto balance las dos, y una machada de Antonio Ferrera -seis toros de Victorino para él solito-, y solo mes y medio después de un suculento programa en Valdemorillo, se abre formalmente en Valencia entre jueves y sábado de Fallas la temporada taurina grande, la de las ferias de plazas de primera y segunda categoría.

Con el cogollito de solo tres corridas falleras, las tres, de encaste Domecq pata negra (Juan Pedro, Victoriano del Río y Garcigrande), y con doblete de Manzanares, la apertura, condicionada por lluvias y vientos que abonan la clásica reserva del 'si el tiempo no lo impide', supone en rigor la vuelta a la normalidad tras un año de cierre de los toros por pandemia, 2020, y otro de corto pero intenso metraje en 2021.

No hubo entonces ni toros de Fallas, ni feria de Abril en Sevilla -sí repescada gran parte de su programación en septiembre-, ni feria de San Isidro en las Ventas -sí en la cubierta de Carabanchel y en versión reducida-, ni sanfermines, ni toros en Bilbao, Zaragoza o San Sebastián. Sí hubo recuperación sensible pero parcial de los abonos de las plazas francesas de relevancia: Nimes, Dax, Mont de Marsan, Arles, Bayona, Béziers, Vic Fezensac y Céret. En número se perdió en España el año pasado un 40% de festejos mayores con respecto a 2019. El castigo en Francia fue menor. Las limitaciones de aforo supusieron un sustantivo quebranto en el negocio taurino. Los ganaderos fueron el sector más severamente diezmado y castigado.

Nada más concluir las corridas falleras en juego, se abre el domingo próximo curso en Castellón con un abono desdoblado en dos partes: la primera, la feria clásica de la Magdalena, con un paquete de cinco corridas de toros, y una segunda de solo dos a finales de junio en una novedosa feria de Sant Joan que se puso a prueba y ensayó con éxito el pasado verano. Los carteles de Castellón, afinados, relevantes y de caro presupuesto, tienen esta vez muy particular gancho. Morante y Emilio de Justo doblan en la semana de fiestas y coinciden en la terna del viernes 25. El Juli, Manzanares y Roca Rey torean dos tardes de abono, pero solo una de ellas en Magdalena.

La feria de Castellón lleva mucho tiempo siendo tenida por índice, termómetro y brújula de la incipiente temporada. Este año, más que nunca por distintas razones. El de 2021 ha sido calificado como 'el año Morante' porque Morante fue su más destacado protagonista. No solo por haber sumado más festejos que nadie y sin rehuir compromisos, sino porque al llamativo detalle de encabezar por cifras el escalafón se sumó una aportación de contenido por todo singular: el refresco del clasicismo formal y su puesta al día con exquisito rigor, su severo sentido del toreo sin concesiones, su entrega, su personalidad en absoluta madurez, su capacidad, su distinción. Con la pandemia todavía candente y coleando, Morante se convirtió en un reclamo irresistible gracias a una paradójica fórmula: la renovación del toreo mediante el rescate del canon ideal del toreo antiguo y muchas de sus suertes enterradas, olvidadas y en apariencia prescritas o rancias.

Desde entonces, de julio acá, Morante se ha convertido y consagrado como el nuevo canon.

En junio se cumplirán 25 años de su alternativa en Burgos y en conmemoración de la efemérides se ha propuesto torear esta temporada cien corridas de toros y emular así la gesta de su maestro de referencia, Joselito el Gallo, Gallito (1895-1920), el torero clave en la evolución y dignificación de la tauromaquia como espectáculo artístico. La firma de esas cien corridas previstas se está acelerando antes incluso de romper la primavera. Seis tardes en el abono de Sevilla, por ejemplo. Tres, en Madrid. El regreso a Pamplona y Bilbao. El compromiso con plazas de las llamadas de pueblo. En una de ellas, la de Arenas de San Pedro, en las cercanías de la sierra de Gredos, cerró su temporada de 2021 una tarde de octubre que ha quedado grabada como brillante colofón de un año histórico.

Sea o no 2022 una segunda edición de 'año Morante', la temporada viene cargada de alicientes. En primer plano, un torero proclamado y reconocido como figura mayor a la edad de 38 años, el cacereño Emilio de Justo, que va a alternar con Morante en no pocas tardes y se ha propuesto dar en Madrid una nueva campanada mayúscula: se anuncia como único espada en las Ventas el 10 de abril con toros de seis ganaderías de primer orden.

El joven peruano Roca Rey era el torero que, según la jerga gremial, mandaba en el toreo antes de la brusca interrupción de 2020 y habrá sido por eso el más duramente perjudicado por los efectos de la pandemia. Roca Rey afronta el año con ambiciones renovadas y la pujanza propia de quien encarna y acepta el reto que sea. Está en la edad de hacerlo, o, en realidad, de volverlo a hacer. Su tirón en taquilla lo avala. Su acento heterodoxo, sostenido por un valor no temerario sino sereno, y su firmeza indiscutible lo hacen encajar en la idea de torero de masas. Pero no solo.

La confirmación de dos toreros sevillanos de alta escuela, Juan Ortega y Pablo Aguado, que con Morante conformarán una de las ternas más repetidas del curso, la inquietante reaparición de Alejandro Talavante, la capacidad y la facilidad superlativas de un torero tan cuajado y completo como Daniel Luque, el asiento de Diego Urdiales como torero indiscutible de las ferias, la inteligencia preclara de El Juli, la presencia imprescindible de Manzanares, la llegada de savia nueva o no tan nueva -Ginés Marín, Álvaro Lorenzo, Tomás Rufo, Alejandro Marcos-, los nombres obligados de Ferrera, Perera o Paco Ureña y las sorpresas por venir: todo ello augura un año caliente. La crisis ganadera se ha resuelto con una selección o criba obligada. El panorama es optimista. Los resultados están por ver.

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