Entrevista

Andrea Ropero: "Adoraba a Espinete"

Binaced, Huesca, 1983. La mayor de tres hermanos, inquieta y curiosa. Periodista por vocación. Copresentadora de ‘La Sexta Noche’ entre 2013 y 2019 junto a Iñaki Lopéz. Ahora en ‘El Intermedio’ con el Gran Wyoming. Ha presentado ‘Aragón es Ohio’, en Aragón TV, y ‘El Sabor del Crimen’ en ETB. 

Andrea Ropero se chupa el dedo en Binaced.
Andrea Ropero se chupa el dedo en Binaced.
Heraldo

¿Recuerda su infancia como una época feliz?

¡Muy feliz! Era una niña muy disfrutona, siempre correteando por las calles de Binaced. Tenía devoción por el verano; nos juntábamos las amigas en la plaza del Ayuntamiento hasta las tantas de la noche, era una fiesta continua. Nos encantaba perseguir lagartijas.

¿Qué le hizo reír por primera vez?

Cualquier personaje de Barrio Sésamo, no me perdía un capítulo. Adoraba a Espinete. Me sentaba frente al televisor con un sándwich de chocolate, y el mundo se paraba.

¿Y llorar?

Heidi, seguro. Aquello era una tragedia tras otra.

¿Qué era en el patio del colegio?

La tímida. Siempre fui muy reservada y parca en palabras. Si se dirigían a mí me ponía roja como un tomate.

¿Se sentía especial?

Pura vergüenza, sin más. Recuerdo que hasta en las exhibiciones de gimnasia rítmica intentaba ponerme al fondo para pasar desapercibida. Eso sí, en casa no callaba.

¿Recibió algún castigo que le dejara huella?

Sí, y de los que duelen. Tendría 8 años. Mi amiga Natalia y yo fuimos a recolectar dinero para algo del pueblo. Esas pesetas nunca llegaron a su destino porque optamos por gastárnoslas en helados. Compramos tantos que la dependienta sospechó y, obviamente, llamó a nuestras madres preguntando de dónde habíamos sacado todo eso. Acabamos confesando y nos requisaron los helados. Ahí acabó nuestra aventura como ladronas de guante blanco.

"Lo que más me gusta de Binaced es la libertad. Estaba más tiempo en la calle que en casa. Siempre con la bicicleta o buscando renacuajos en una charca cercana a mi casa"

¿Qué es lo que más le gustaba hacer cuando no estudiaba?

Dibujar y hacer deporte. Gané algún campeonato de cross. Lo del entreno era una odisea; mi madre iba en bici por los caminos que rodeaban mi casa y yo intentaba pillarla con pasos de gacela. Me canso solo de pensarlo.

¿Tenía algún complejo que le amargara?

Tuve pájaros en la cabeza como todos los adolescentes, pero la cosa no fue a más.

¿Cuál fue la calle de su infancia?

El Sasillo, donde está mi vida. Allí crecí, reí, lloré y soñé.

¿Qué es lo que más y lo que menos le gustaba de Binaced?

Lo que más, la libertad. Estaba más tiempo en la calle que en casa. Siempre con la bicicleta o buscando renacuajos en una charca cercana a mi casa con mis vecinas. Lo que menos, la falta de intimidad. Era imposible coquetear con el chico que te gustaba sin que cinco minutos después se enterara tu madre.

¿Cuál es el episodio que con más frecuencia vuelve a su memoria?

Cualquier segundo con mi abuela. Era maravillosa. Cocinábamos, veíamos juntas la televisión, paseábamos…; mi infancia y adolescencia no se entienden sin ella.

¿Echa de menos haber hecho algo en su infancia?

No. Tuve todo a mi alcance y creo que supe exprimirlo. Ahora echo de menos pasar más tiempo con mis amigas, pero aquellos años éramos una piña. No había móviles; el teléfono fijo de casa sonaba tanto como la centralita de Moncloa.

¿Tenía conciencia política?

Bastante; en mi casa siempre se vivía la política con mucha pasión. Solo te diré que las noches electorales parecían un especial de Ferreras.

¿Qué imagen tenía de Felipe González?

Mi abuela lo admiraba. Ella era una mujer muy progresista, empoderada, feminista y muy concienciada con la justicia social. Nombraba mucho a Felipe. Lo ya no sé es qué pensaría hoy en día, pero mucho me temo que no tendría la misma opinión.

¿Era religiosa?

Nada. Yo también fui de las que hizo la comunión por los regalos. Nunca fui de santos, me gustaba más lo terrenal.

¿Qué fobia forjó claramente en esos años?

El pavor a las serpientes. Un día volvía sola del colegio y en mitad del campo confundí una piedra con una serpiente. Me dio tal ataque de pánico que 30 años después no puedo ni verlas por televisión. ¡Me cuesta hasta comprarle a mi hijo una de juguete!

¿Cuál fue su primer contacto con la muerte?

Con la de mi abuelo. La presencié cuando aún no me tocaba. Me marcó, pero también me hizo crecer a pasos agigantados. Agradezco haber estado allí porque comprobé lo efímero que puede ser todo.

¿Cómo ganó su primer dinero?

Envasando melocotón en almíbar en la conservera de Binaced. Cumplo años a principios de julio, así que fue soplar las velas de los 16 y acudir al tajo. Me pareció tan duro que estuve años sin probar un melocotón. Con el dinerillo ahorrado me fui a estudiar inglés a Londres al año siguiente.

¿Hizo alguna locura?

Muchas, era un torbellino, pero prefiero no contarlas por si el delito aún no ha prescrito.

¿Cuál fue la primera estrella de cine que le fascinó?

Brad Pitt. Fue verle y supe que quería casarme con él, ¡jajaja! Luego llegó Leonardo DiCaprio, pero no le perdonaré la llorera tras ver ‘Titanic’ en el cine de Binéfar.

"Siempre soñé con estudiar periodismo. Cada vez que veía a alguien en directo en televisión pensaba: ¿qué sentirá? Ahora tengo la respuesta: magia"

¿Y la primera persona que, en la vida real, le provocó una emoción inolvidable?

Mi hermano Marcos al convertirme en hermana mayor. Recuerdo perfectamente lo contenta que estaba cuando llegó por primera vez a casa. Tener un compañero de juegos era lo más.

¿Cuál fue la primera canción que memorizó?

Tal vez alguna de Xuxa, era un ‘must’ de nuestro tiempo. Después llegó Camela, unos fenómenos. Todavía guardo las cintas de casete en casa de mi madre. Son mi mayor reliquia.

¿Quiénes fueron sus grandes amistades?

Mi pandilla de Binaced, las y los que siempre ponían el hombro cuando más lo necesitaba. No pongo sus nombres porque ya saben quiénes son. Muy buena gente, de la que una no se quiere separar nunca.

De todo lo que le enseñaron sus padres, ¿qué es lo que caló en usted con más fuerza?

Lo vitales que son el esfuerzo y el sacrificio. Nadie te va a regalar nada.

¿En qué momento pensó a qué dedicar su vida?

Siempre soñé con estudiar periodismo. Cada vez que veía a alguien en directo en televisión pensaba: ¿qué sentirá? Ahora tengo la respuesta: magia.

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