FARÁNDULA ILUSTRADA. ocio y cultura

J. A. Duce, Domingo Belled y Ángel López, retrato de tres veteranos muy jóvenes

El autor resume la trayectoria de tres personajes distintos que suman 260 años: el fotógrafo, el músico y el montañero 

Una foto de Joaquín Costa de José Antonio Duce.
Una foto de Joaquín Costa de José Antonio Duce.
José Antonio Duce.

Domingo es pianista. Interpreta, sin partitura y con mucho arte, cientos, miles de temas. Por si esto fuera poco, también compone. José Antonio es cineasta y fotógrafo. Y un experto en tratamiento digital de imágenes. Es un todoterreno: retrato, reportaje, patrimonio... Uno de mis favoritos. Ángel es escalador y dedica buena parte de la semana a trepar como un gato por paredes verticales. Tiene en su haber varias conquistas de mérito y en los ratos libres hace bicicleta, senderismo y natación. Un auténtico ‘ironman’.

¿Qué tienen de particular estas personas? Pues que están entre los mejores de su profesión, claro. Y que entre los tres suman doscientos sesenta años. Domingo Belled cumplió 88 en enero, José Antonio Duce, 87 en diciembre y Ángel López ‘Cintero’, el benjamín de esta breve lista, 85 el marzo pasado. Y siguen en activo. Antes de la pandemia, Domingo dividía su residencia entre Alphen (Países Bajos) y Zaragoza. Se desplazaba entre un país y otro con su Opel Calibra, últimamente un Astra, «parando lo justo para echar gasolina». Es todo un personaje. Jarra de cerveza en mano, ameniza desde el piano del Ragtime la madrugada zaragozana y acaba la noche diciendo: «Hala, Jesús, cierra que tendrás que irte a dormir». Hasta salir por la puerta cuenta anécdotas de sus giras europeas, de conciertos para altos mandatarios, de galardones recibidos...

Desde que en 1952 construyera su primera caja oscura para fotografiar la Plaza de los Sitios, Duce ha hecho documentales, cortos, largos (la mítica ‘Culpable para un Delito’) y fotos. Muchas fotos. Han pasado por su objetivo actores, escritores, edificios históricos o bailarinas de cabaret. Y no para: «Si quieres algo de archivo, llámame entre las cinco y las siete. Estoy editando con Photoshop, tengo el ordenador delante». En plena forma.

Ángel López ‘Cintero’ es un tipo, como los otros dos, entrañable. Fue el primero, con apenas diecisiete años, en escalar el Puro de Riglos junto a los malogrados Rabadá y Bescós. A partir de ahí, todo lo escalable. Y cuanto más difícil, mejor. Y ahí sigue, ocupando páginas de revistas especializadas y siendo reconocido y querido por toda la familia montañera. En su taller de electricista me cuenta mil y una historias. De logros sobre paredes imposibles, de desgracias de compañeros que perdieron la vida, de retos míticos... Cuando se trata a nuestros mayores desde la condescendencia y a veces desde la superioridad (o peor, me viene a la cabeza un artículo en el que un escritor de moda menospreciaba a «los viejos») a mí me da mucha pena.

Porque es injusto. Y porque es poco inteligente ignorar lo que les queda por contar y por hacer. No solo a los tres que nombro. Cada uno de nuestros mayores es un libro de historias y un pozo de sabiduría y experiencia.

Domingo Belled, José Antonio Duce y Ángel López ‘Cintero’. Puro amor por la vida. 260 años. Se dice pronto y son más de dos siglos y medio. Y lo que les queda.

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