Daniel Gascón: "La ficción siempre tiene un punto de partida: el desconcierto"

El escritor aragonés lleva a las librerías una novela preñada de humor y nostalgia, ‘Un hipster en la España vacía’ 

El aragonés Daniel Gascón ha publicado su segunda novela en Random House Mondadori
El aragonés Daniel Gascón ha publicado su segunda novela en Random House Mondadori
Enrique Cidoncha

Su anterior libro, ‘El golpe posmoderno’ era un ensayo sobre el independentismo catalán. Esto sí ha sido un cambio de registro. 

Total. Pero yo siempre había utilizado el humor en mis obras de ficción. Lo que ocurre es que nunca había tenido la ocasión de dejarme llevar por él. Y me lo he pasado muy bien.

Su diagnóstico sobre la situación catalana sigue siendo válido tras el confinamiento.

Creo que sí. El lenguaje que se emplea, las trampas en los argumentos, la rebelión etnolingüística... siguen estando ahí. Ahora parece que ese conflicto está adormecido, pero seguro que en otoño vuelve. En cualquier caso, la situación es muy volátil, resulta difícil predecir qué es lo que va a pasar. La escritura del libro fue una experiencia que viví intensamente.

¿Quizá por eso ha cambiado ahora tanto de registro?

En todo lo que escribo hay siempre un elemento de perplejidad en el primer impulso. En la ficción parto también del mismo desconcierto, pero me dejo llevar por la intuición.

‘Un hipster en la España vacía’ nació durante el confinamiento y casi sin querer.

En la ‘web’ de ‘Letras Libres’ (revista de la que es editor) fui publicando una serie de textos humorísticos, un poco al estilo de los ‘Cuentos sin plumas’ de Woody Allen, sobre el contraste entre lo que eran los pueblos en mi infancia y la situación actual. Los publiqué en forma de diario y me encontré con que tenían una inusitada respuesta, lograban muchos  seguidores, o muy urbanitas o muy rurales. El libro parte de ahí, pero tiene muchos elementos y escenas nuevos. Narrativamente, el humor me ha permitido jugar con muchas voces y disfrutar de una enorme libertad en la trama.

Usted no es un ‘hipster’.

No, no. Vivo en una ciudad, pero mi abuelo nació en una masada y mi madre fue médico rural durante muchos años. Aun viviendo en Zaragoza, he tenido vida rural.

Usted sabe que un estanco, en los pueblos, no es el sitio donde se vende tabaco.

Claro. Eran las tiendas donde había absolutamente de todo, aunque a veces resultara difícil encontrar lo que buscabas.

Usa la expresión ‘La España vacía’, en lugar de ‘vaciada’.

‘La España vacía’ es una expresión de Sergio del Molino que me parece muy descriptiva y perfecta. Al usar el adjetivo ‘vaciada’ le estás echando la culpa a alguien. ¿Pero a quién? Como señala Vicente Pinilla, la despoblación española no es un fenómeno distinto al que se ve también en otras partes de Europa. El ‘vaciado’ de España obedece a muchas razones y no siempre tiene un responsable claro.

¿Usted se iría a vivir a un pueblo?

Es complicado. Hace diez años le hubiera dicho que era absolutamente imposible, pero ahora me siento más abierto a esa posibilidad. En cualquier caso, aunque la vida en los pueblos sigue teniendo muchos atractivos y el acceso a la cultura es mucho mayor que hace 20 años, no me iría a vivir a un pueblo como lo hace el ‘hipster’ de mi novela, rebosante de ingenuidad.

Claro, su protagonista acaba colisionando con la realidad.

Es un joven treintañero, con inquietudes culturales, preocupado por el ecologismo y las cuestiones de género, vinculado a los movimientos del 15-M, que de pronto rompe con su novia y se va a vivir el pueblo. Yo me lo imagino por el Maestrazgo aragonés. Es un personaje que vive un poco empanado y que descubre que el campo no es como imaginaba.

¿Y no lo es?

Nuestros pueblos siguen siendo lugares de paz y de remanso, pero también son más cosas. A menudo se va al campo con ideas preconcebidas y siempre que se idealiza algo en cierta medida se desvirtúa. Ese choque entre la imagen romántica y la realidad es lo que me interesaba plasmar en la novela. Y en esos choques con la realidad es donde aflora el humor.

Que es uno de los elementos narrativos más difíciles de dominar.

En situaciones de grandes contrastes es más fácil de gestionar. He trabajado mucho la forma de la narración por dentro y me he divertido utilizando parodias de géneros. He querido que el campo, en la novela, sea una exageración, no una abstracción. Y, aunque parezca de humor, tiene un elemento nostálgico.

Es una novela que pide ser adaptada al cine.

Martínez de Pisón me dijo que podía ser una película, y a mí me encantaría. El cine es un mundo nuevo y trabajoso pero, en él, el humor tiene una ventaja de la que carece en literatura, y es que puede ser contagioso.

Tras la novela, ¿volverá al ensayo? ¿Reflexionará sobre la pandemia?

Tengo un volumen de relatos terminado y estoy un poco a la espera. Los libros se alimentan los unos a los otros, pero no escribiré sobre la pandemia. No creo que tenga nada que decir. Si volviera al ensayo me gustaría escribir sobre la situación política actual en España.

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