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José Manuel Broto: "La pintura, en mi caso, es luz y colores limpios"

El artista aragonés inaugura este lunes en el Museo Casa de la Moneda de Madrid una exposición en la que recorre su trayectoria a través de los distintos colores.

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José Manuel Broto,ante la obra 'Mundos 2', realizada en 2015, que forma parte de la exposición
Enrique Cidoncha

Vuelve José Manuel Broto a exponer en la capital de España, y lo hace con una muestra colorista comisariada por Lola Durán. La exposición es hija del premio Tomás Francisco Prieto, que recibió el año pasado de manos de la Reina. «Mi labor ha sido dar forma a la idea de convertir el color en hilo narrativo, tras una reflexión conjunta con Broto en la que quedó patente el propósito de hacer una muestra que invitara a la contemplación –resume Lola Durán–. El color, con su carga de intensidad y brillantez, es protagonista». El artista inaugurará la muestra antes de regresar a la isla de Mallorca, donde reside desde hace años.

Las piezas de esta exposición se distribuyen en función del color que domina en ellas.

Me interesaba mezclar épocas y estilos. Por eso las obras se ordenan por colores. Aunque conviven obras de 1969 y de ahora mismo, no es una antológica. La mitad de las piezas son cuadros pintados con acrílico y la otra mitad impresiones digitales. Para mi era una prueba de fuego que estas obras convivieran entre sí. Una exposición, al fin y al cabo, siempre es un examen, y no es fácil poner juntas obras de distintas épocas y que se ‘tengan’ en pie. Es arriesgado.

Eso significa también que no aborrece lo que hizo en sus comienzos.

Las cosas hay que verlas en su contexto y yo siempre salvaría cosas que hice en los 70. Tengo recuerdos de cada una de mis obras, en algunos casos incluso recuerdo la música que escuchaba cuando las hacía. No he sufrido mucho pintando.

¿No?

Soy más optimista que otros pintores, y no porque sea más ingenuo que ellos. Ni he contribuido ni he querido contribuir al pesimismo reinante. Me encuentro bien, me levanto a pintar por la mañana y en mi estudio hay mucha luz y se escucha cantar a los pájaros... ¿Por qué tengo que ser un aguafiestas? Disfruto pintando y me gusta que mi pintura tenga cierto regusto optimista. Lo único que me incomoda son las inauguraciones. Tàpies me dijo en una ocasión que estaba esperando el momento de ser lo suficientemente viejo como para no tener que ir a las inauguraciones. Y casi estoy con él.

¿Es tan feliz como para no tener pesadillas?

A veces, antes de una exposición, tengo una: sueño que entro en la sala y me encuentro con que está llena de cuadros muy decorativos, como los que había antes en las tiendas de muebles. Y me pregunto ¿cómo he podido hacer algo así?

Usted siempre ha investigado el color.

Hay artistas que lo consideran algo decorativo o infantil, pero en mí es estructural: en realidad, hago imágenes con colores.

Y en ese terreno surge siempre una referencia, Mark Rothko.

Es un buenísimo pintor, pero emprendió un camino muy difícil de seguir. Yo no vivo atormentado... Hay una cosa en las vanguardias que me disgusta, me perturba, y es que todas, al nacer, al definirse, se manifiestan con la intención de destruir lo anterior. Yo no tengo ese afán, aunque sé que decir esto no está de moda.

¿Los colores son estados de ánimo?

Sin duda, pero hay que tener en cuenta que en su simbología entra la convención, que depende en parte de las culturas: en España el negro es luto y el blanco representa la pureza, y en Japón sucede al revés. El fuego es rojo, pero la parte que más quema en una llama es la de color. A mí me gusta mucho el rojo, pero lo que quiero, mi propuesta, es pintar con todos los colores y darles a todos la misma categoría. Los colores vibran, y cada uno de ellos tiene vida propia. Intento crear armonías imposibles entre ellos.

Para ello se ayuda del ordenador, un instrumento que todavía hay artistas que rechazan.

A mí me resulta muy estimulante. La mayor parte de los programas que uso están pensados para arquitectos o diseñadores, y me gusta forzarlos, desviarlos hacia lo que me interesa conseguir. Un ordenador no hace nada solo pero te permite cambiar tu trabajo con rapidez. Si te equivocas, puedes introducir cambios en un minuto.

¿Usted se equivoca mucho? ¿Destruye bocetos y obras con los que no está de acuerdo?

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Anverso y reverso de la medalla de plata diseñada por Broto para la Casa de la Moneda. El mismo diseño se repite en las medallas de oro y bronce
Enrique Cidoncha

Me gusta la sencillez, hacer cuadros que tengan una elegancia nada cursi, una elegancia armónica. Y por eso desecho muchas cosas. Las rompo, y me parece lo más normal, lo más sano. Buena parte de lo que hace un artista no es importante: hay que ser valiente y romper todo aquello que no sea perfecto. Yo destruyo muchas cosas, incluso antiguas, para que no queden ‘residuos radioactivos’. No hay que llenar el mundo de porquería.

A lo largo de toda su trayectoria, ¿nunca ha hecho una concesión?

Jamás. He tenido mucha suerte porque las galerías con las que he trabajado nunca me las han pedido; pero, si lo hubieran hecho, creo que las hubiera rechazado. No me parece moral.

Usted trabaja siempre con música. ¿De qué tipo?

Clásica. Me aficioné hace muchísimos años. Hoy la escucho a través de internet, pero cuando era joven lo hacía a través de la radio, de Radio 2. Grababa muchas cosas, recuerdo que llegue a tener cientos y cientos de casetes. 

La música es también color...

Es una de las artes más abstractas que existen y, por eso, entronca muy bien con mi pintura. He tenido la suerte de conocer y trabajar con varios compositores y he disfrutado mucho con ellos. Soy amigo de José Manuel López López: hice la escenografía para una de sus óperas y se presentó en la Bienal de Venecia.

Si la música es color, ¿qué color le daría a Bach?

Bach es el compositor más grande. En él todo está bien, han tocado sus obras incluso con pandereta y suenan estupendas. Bach hacía una música matemática, su color es el blanco.

¿Y Mozart?

Azul celeste.

¿Mahler?

Púrpura.

¿Satie?

... No sé, su música es tan etérea... Tendría que ser un color aéreo, como una nube... Tengo un cuadro dedicado a Satie. Bueno, también los tengo dedicados a Mozart, a Stravinsky...

¿Y de qué color es la música de Stravinsky?

Quizá gris, aunque a él seguro que no le gustaría.

¿Qué le ha dado Mallorca a José Manuel Broto?

Sobre todo mucha paz y calma. Para vivir en el campo te tiene que gustar, tienes que padecer alguna pasión devoradora o lo pasas mal, porque en los pueblos pequeños no  hay vida cultural trepidante. Pero tengo un estudio fantástico, llevo una vida tranquila y agradable y me estimula mucho vivir allí. En realidad, se puede pintar en cualquier lado, pero Mallorca es una ciudad con muy buena luz y en la que llueve poco. A Aragón regreso con cierta frecuencia, y más desde que hay vuelos directos entre Zaragoza y Mallorca.

Con esta exposición, que recupera obras de hace décadas, echa la mirada atrás, ¿y qué ve?

Muchos años de trabajo y alguna que otra cosa que hubiera hecho de otra manera. Pero estoy tranquilo y sereno. Cumplí 70 años hace un mes o dos y no estoy para muchas fantasías. A la edad no le encuentro ninguna ventaja. Con todo lo que dicen de lo buena que es la experiencia, yo la daría a cambio de la artrosis.

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