fashion week madrid

El romanticismo 'bárbaro' de Juan Vidal

El modista alicantino y Marcos Luengo ofrecen sendos repertorios sublimes en la última jornada de MBFWMadrid

Juan Vidal lo volvió a hacer. El alicantino tiene enamorado a la crítica y al público con su empeño en sacar todo el partido a la mujer, embelleciéndola como pocos. Así que no es de extrañar que se hiciera con el premio a la Mejor Colección de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid por cuarta vez. La dama que inspira su última colección ganadora es Barbara Cartland, una prolífica escritora inglesa -firmó más de 700 novelas románticas- que vestía siempre de rosa. Pero ese color apenas acaricia algunas de las prendas de Vidal, cuya paleta cromática evoluciona desde los tonos vainilla de abrigos sastre combinados con camisas de tafetán con cuellos caramelo hasta el rubor de los rosáceos, que dan pie a los sonrojados granates, para acabar con un intenso negro seductor. Todos cuajados de flechas de cupido formadas por lentejuelas bordadas a mano.

La parte más emotiva y exclusiva es la de los tonos chocolate y grises, colores de las chaquetas confeccionadas con tejidos ingleses de la década de los 60 que su padre, sastre de profesión, tenía guardados. Un homenaje al patriarca mediante unas piezas de las que solo podrán disponer 15 privilegiados por tonalidad.

El niño bonito de la pasarela madrileña invita con su propuesta a descubrir la delicadeza, la dulzura, la suavidad, la infancia, la nostalgia y otros elementos simbólicos relacionados con la sensibilidad femenina. Todas como armas invisibles de doble cara, capaces de acariciar, pero también con posibilidad de rasgar. Eso sí, al igual que las historias de Cartland, las de Vidal siempre tienen un merecido final feliz. Y eso que ayer tuvo como rival al gran Marcos Luengo, con el que comparte un excelente patronaje para piezas a las que no se les puede poner un pero.

Agasajo con moscovitas

El detallista asturiano siempre agasaja a los asistentes a sus desfiles con una pequeña bolsa de moscovitas. Unas dulces tejas que no hacen más que abrir boca para el plato fuerte: sus prendas. Distinción, refinamiento y buen gusto en piezas que reflejan el bagaje del modista, que puede presumir de un buen hacer con el que mantiene la lealtad de su ejército de clientas, que ocupan la primera fila enfundadas en las exquisitas creaciones de Luengo. Y no, no es la tónica general. Suele ser más habitual que estén rostros conocidos luciendo ropa prestada por la firma. Su colección está marcada por siluetas ajustadas mediante corpiños y corsés con bolsillos sobre blusas con lazada al cuello, sastres impecables con pantalones rectos de corte masculino, amplias faldas de vuelo y abrigos envolventes. El cromatismo intenso del pintor abstracto Kike Garcinuño, con una visión casi melódica del uso del color, hace de puente entre el día y la noche en tejidos como la pata de gallo, el tartán, fieltro de lana, nailon, organza triple, seda o falla. Este último, muy caro, era de los materiales favoritos de Balenciaga y Pertegaz por el volumen 'inflado' que da a las prendas.

Los sombreros realizados en exclusiva por Nana Golmar e inspirados en la guardia galesa, la gorra Ascot y las chisteras de las amazonas inglesas ponen la guinda perfecta al pastel que debió indigestar al siguiente en mostrar su propuesta, que fue Ulises Mérida. El diseñador realizó una colección muy identificable, con capas superpuestas sobre cuerpos de terciopelo que se convertían en una segunda piel. Un 'caos' de piezas sencillas en las que destacan los abrigos de lana cocida con hombros sin marcar. A la exitosa colaboración con Mantas Ezcaray suma otra con la firma de loza La Cartuja de Sevilla para crear accesorios -anillos, brazaletes y collarines- con moldes originales.

La pasión por la automoción de Duarte también subió a la pasarela. Un prototipo de Alfa Romeo que no se llegó a comercializar es el hilo conductor de la nueva colección de la firma. Los colores nacarados de la carrocería y los del interior -piel roja, amarillos y vivos azules- impregnan la sastrería para hombre y mujer, abrigos que se alargan y originales camisas en lana. Todo con un aire muy retro y detalles metálicos para un divertido juego de superposiciones que rompen con la sobriedad de la mayoría de sus prendas. Y que mejor forma de acabar que con un 'vuelo' de Iberia para mostrar los uniformes creados por Teresa Helbig, la primera mujer en vestir a los más de 6.500 empleados de la compañía. Sus modelos sustituyen a los de Adolfo Domínguez, cuyos diseños vestían en la aerolínea desde 2005. Esta es la gracia de la moda española, que no solo está en la pasarela.

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