Descubierto en Poblet un bodegón del enigmático pintor aragonés Bernardo Polo

‘Cesta con manzanas y peras’ se expone desde hace unas semanas en el museo del monasterio

'Cesta con manzanas y peras', de Bernardo Polo, mide 47 por 74 centímetros
'Cesta con manzanas y peras', de Bernardo Polo, mide 47 por 74 centímetros
Museo del monasterio de Poblet

De Bernardo Polo, destacado pintor del siglo XVII español, se ignora mucho más de lo que se sabe. De hecho, se desconoce cuándo y dónde nació o murió, y, si los historiadores del arte parecen estar de acuerdo en su procedencia aragonesa, se debe a que el pintor Antonio Palomino lo citaba en su libro ‘Parnaso español’ como uno de los artistas «de la ínclita ciudad de Zaragoza».

Por eso, porque se desconoce casi todo de él, cada hallazgo es un pequeño acontecimiento cultural. El último ha tenido lugar en el monasterio de Poblet, que ha sacado a la luz un cuadro del artista aragonés que hasta ahora se desconocía, una ‘Cesta con manzanas y peras’, de 47 por 74 centímetros.

«El cuadro vino a Poblet en el primer lote de obras que llegó al monasterio tras la guerra civil, en 1941 –relata Damià Amorós, responsable del museo del monasterio–. Siempre ha estado colgado en un despacho de la zona de clausura y, cuando recibimos el encargo de renovar el discurso del museo, revisamos todas las obras que estaban en la zona de clausura. Este bodegón nos llamó mucho la atención por su calidad, y empezamos a estudiarlo».

En el trabajo ha resultado clave el ojo clínico del historiador del arte Joan Yeguas, conservador de la sección de Arte del Renacimiento y Barroco del Museo Nacional de Arte de Cataluña.

«La pintura de bodegón es un género en sí misma, y un género complicado porque hay muchos pintores y algunos se parecen –subraya Yeguas–. Lo bueno de Bernardo Polo es que es un pintor que, cuando lo conoces bien, resulta relativamente fácil identificar sus obras. A primera vista se adivinaba que era un bodegón español de la primera mitad del siglo XVII, quizá hacia 1630 y de la zona de Madrid. Pero examinando detenidamente el cuadro vi que no había duda posible, que estilísticamente era una obra de Bernardo Polo». Amorós y Yeguas dieron a conocer su hallazgo en un artículo publicado en el último número de la revista ‘Ars Magazine’, especializada en arte, subastas y coleccionismo.

El cuadro del monasterio de Poblet se encuentra en bastante buen estado de conservación, aunque Amorós aboga por someterlo, cuando se convoque una nueva campaña de restauración de obra mueble por parte de la Generalitat de Cataluña, a una liviana limpieza que elimine el barniz oscurecido y dé un nuevo vigor al óleo.

La pintura está presidida por una cesta de mimbre llena de manzanas y peras, flanqueada por sendas piezas de esta última fruta, y sobre una superficie de piedra. Es precisamente la composición del cuadro, la simetría de los elementos que lo componen, una de las características de Bernardo Polo, pintor al que solo se le conocen bodegones.

«Es un artista muy interesante, del que en los próximos años se irán sabiendo más cosas –subraya Joan Yeguas–. Hay que tener en cuenta que el bodegón es un género que hasta entrado el siglo XX se ha considerado menor, e incluso se ha llegado a despreciar porque se veía mucho más importante la pintura de historia, por ejemplo. La primera exposición de bodegones en España fue poco antes de la guerra civil, y desde entonces a hoy el género se ha ido revalorizando entre los historiadores del arte».

La mayor parte de las obras conocidas de Bernardo Polo (el récord en subasta de una de ellas es de l04.000 euros) se encuentra en colecciones privadas. Pero, el visitante del monasterio de Poblet puede contemplar ya uno de sus bodegones en la primera sala del museo. En la tarea de revisión de sus fondos el centro ya ha presentado varias nuevas atribuciones a otros artistas y cuenta con anunciar más en los próximos meses. 

Bernardo Polo es una de las figuras más esquivas en la historia del arte español. De hecho, hasta 1995 era poco más que una referencia erudita. En Italia eran muy famosos unos bodegones que tenían características comunes y se atribuían, sin más, a un apodo, el ‘Maestro del frutero lombardo’, por un cuadro de la Colección Lorenzelli de Bérgamo.

Fue en 1995 cuando los historiadores del arte William B. Jordan y Peter Cherry defendieron en un artículo que, en realidad, el ‘Maestro del frutero lombardo’ no era italiano, sino español. En nuestro país habían aparecido muchas pinturas más de la misma mano –todas bodegones– y, por cuestiones técnicas y estilísticas, el artista parecía de origen aragonés y situado en la segunda mitad del siglo XVII. Jordan y Cherry le dieron un nuevo apodo, ‘Pseudo-Hiepes’, aludiendo así al pintor valenciano Tomás Hiepes, que parecía haber influido en él, aunque con significativas distancias.

No fue hasta 2009 cuando William P. Jordan publicó un artículo en el que daba cuenta del hallazgo de un bodegón de las mismas características pero en el que había aparecido firma: Bernardo Polo. El nombre parece coincidir con las cuatro naturalezas muertas «originales de Bernardo» que aparecen en el inventario de un canónigo del Pilar en 1655. Y con el Polo al que en el siglo XVII se le pagaron 285 libras por «pintar lienzos, colores y galonear la bóveda de la capilla de San Pedro Arbués» de la Seo.

«Bernardo Polo fue, como Juan de Arellano o Juan van der Hamen, un pintor que triunfó como bodegonista –asegura Joan Yeguas–. Y eso se debe a que seguramente fracasaron como pintores de figuras humanas. Pero eso no quiere decir que no las hicieran: seguramente estarán en museos e iglesias como pinturas de autor deconocido. Poco a poco iremos sabiendo más, y el hecho de que tengamos localizadas ya varias decenas de obras de Bernardo Polo es muy importante». Un cuadro suyo con figuras, un ‘Felipe V triunfante’ nada excepcional, fue subastado en 1997 en Christie’s de Nueva York.

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