Más allá de la tristeza

Siento la tristeza como un tango que suena en Buenos Aires, un poema de Alejandra Pizarnik en noches de duelo y poco baile. Una letra melancólica de Sabina, un llamado que no llega, una agonía que no culmina.

La tristeza es el incendio en la Catedral de Notre Dame, la caída de las Torres Gemelas, un atentado en Afganistán. Es la lucha eterna del bien contra el mal. El hambre, el frío, la desnutrición, la falta de amor. Son las guerras en nombre de Dios.

Pero en la vida no todo es pavor. Y entonces busco mirar más allá, apreciar la calma, la paz, la ilusión. La luz de la luna en un instante de inspiración, la ayuda que llega en tierras que sufren la desazón; las manos unidas o el canto al unísono cuando se grita un gol.

La alegría es la magia de la gente cuando se une, cuando se abraza, cuando festeja, cuando no hay razas o religión, cuando abrigan otras almas con una palabra de amor.

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