Nada termina

Es en la soledad de una habitación cuando te das cuenta todo lo que todavía te queda por hacer.

Es en ese momento que aunque la verdad te da la cara todo parece mentira y descubres que en la finitud de la vida hay una oportunidad para agarrarte a ella como el niño que corre presuroso al abrazo de su madre.

La desolación embarga tu cuerpo, tu mente y tu alma como aquel último trago amargo que tomó el que ya dio todo por perdido.

Esta verdad se presenta, ante el espejo, desnuda, fría y desenmascarada, sin nada que ofrecerte.

Y lloras con el mayor de los desconsuelos, preguntándote dónde  está la fortaleza, dónde el entendimiento que te arrastra al infinito y que te lleva a pensar que nada termina, que todo se transforma…donde esa voz, donde esos labios que un día me dijeron, que desde el amor, que desde el cielo la vida es infinita.

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