literatura

Javier Castillo: “'Todo lo que sucedió con Miranda Huff' es un libro feminista”

El escritor malagueño fenómeno en ventas acaba de publicar su nuevo libro y el viernes visitó Zaragoza para firmar ejemplares.

Javier del Castillo en el paseo de la Independencia.
Javier Castillo en el paseo de la Independencia.
Oliver Duch

Compara sus libros con un puzle, un puzle de casi 500 páginas que hay que leer hasta el final para que todo cobre sentido. La clave, para Javier Castillo, es que el lector tenga siempre una pregunta en mente cuya respuesta necesite conocer: “En el momento que sabes todas las respuestas, el libro deja de interesarte”, asegura. El escritor malagueño acaba de publicar su tercera novela, ‘Todo lo que sucedió con Miranda Huff’, en la que presenta una historia ya independiente de las dos primeras y que ahonda especialmente en la psicología de los personajes. Es un libro que, advierte, “engancha desde el primer párrafo”.

Ambientada en Los Ángeles, más concretamente en el flamante mundo de Hollywood, la novela arranca con una desaparición. Un matrimonio en crisis se decide, por recomendación de su terapeuta, a pasar un fin de semana en una pequeña cabaña en el bosque; pero cuando Ryan Huff, un guionista al que ya se le ha acabado la inspiración, llega allí para encontrarse con su esposa, descubre que esta ha desaparecido. Lo único que encuentra en su lugar son dos copas de vino sobre la mesa y el cuarto de baño lleno de sangre. Desde este sugerente punto de partida, Javier Castillo sumerge al lector en un 'thriller' psicológico plagado de suspense en el que todos tienen algo que ocultar. Siguiendo su particular estilo de escritura, los géneros y los saltos temporales se entremezclan en una historia contada a tres voces: Ryan, Miranda y un narrador omnisciente con el que el lector viaja treinta años atrás, hasta 1975. En dicha época y en el mismo lugar James Black está creando la que después será conocida como la mejor película de la historia. Las tres tramas se conectan en una particular trenza que, finalmente, terminará por desvelar todos los misterios.

- ¿Eligió el mundo del cine por algo en particular?

- Yo soy muy cinéfilo, me apasiona especialmente el cine clásico de los 70, y quería impregnar la novela de todo eso. Además, quería contar que incluso las mejores creaciones esconden algo detrás y que puede ser algo muy oscuro. Muchos tienen pasados muy turbios detrás, e incluso en el brillante mundo de los flashes de Hollywood hay una sombra oscura detrás que no vemos.

- ¿La obra esconde, también, algo de crítica?

- Sí, hay mucho mensaje social dentro de la novela, tiene un trasfondo muy bonito que es la reivindicación del papel de Miranda. Sobre todo, tiene un mensaje importante de empoderamiento. Durante la lectura vas descubriendo que, poco a poco, a la protagonista se le ha ido aplastando su personalidad, que se ha callado cuándo no debía hacerlo… Y llega un momento en que ella dice: ‘hasta aquí’.

- Entonces, ¿se podría decir que es un libro feminista?

- Sí, absolutamente. Yo no es que quisiera hacerlo así, pero una vez que ya la estaba terminando me di cuenta de que era muy feminista. La historia trata de darle importancia al papel de la mujer, sobre todo en esa pareja ya que, al final, ese desamor que van sufriendo es fruto de las tropelías que comete una parte con la otra.

- ¿Qué puede esperar el lector de ‘Todo lo que sucedió con Miranda Huff’?

- Es una novela que desde el primer párrafo te hace pensar, te hace dudar de todo, y que, una vez empiezas, ya no puedes parar de leer. Eso, al final, es el mejor piropo para un escritor, conseguir que la gente aguante hasta la última página. La verdad que es una locura. No solo que la gente se compre el libro, sino que me dediquen ocho horas de su tiempo hasta las cinco de la mañana, que se quiten horas de sueño para leerme, eso es el mejor piropo.

- ¿Qué tiene que tener una novela para lograr ser tan adictiva?

- Es una mezcla de muchas cosas. Tiene que tener, sin duda, personajes que te lleguen al alma, que sufras con ellos y comprendas sus acciones o los detestes cuando hacen algo equivocado. Pero lo más importante es que tenga siempre una pregunta por responder. En el momento en que sabes todas las respuestas, el libro deja de interesarte. También me parece muy interesante el suspense que se nota entre líneas, ese que te hacer sospechar de algún personaje.

El autor compara el arte de mantener la intriga con el de los malabares, asegurando que él siempre trata de tener en al aire muchas preguntas a la vez: “Es como un juego, tienes que tener en el aire siete globos y que no se te caiga ninguno, sino que cada uno vaya explotando en el momento determinado”, relata, con la ilusión de alguien que ama lo que hace. “Eso hace que no puedas parar de leer”, sentencia, satisfecho.

Lo cierto es que parece que su fórmula funciona. De sus dos primeras publicaciones, ‘El día que se perdió la cordura’ (2017) y ‘El día que se perdió el amor’ (2018), se han vendido ya más de 300.000 ejemplares. Castillo se convirtió, hace aproximadamente dos años, en un fenómeno en ventas sin haberlo si quiera previsto. Todo comenzó en un tren. “Yo escribía por ‘hobby’ y todo el mundo me decía que no me podría ganar la vida con ello”, relata el que ha sido calificado como “el nuevo fenómeno de la literatura europea”. El joven de 31 años escribió su primer libro durante los trayectos en un tren de cercanías desde Fuengirola -donde reside con su mujer y sus dos hijos- hasta Málaga -donde entonces trabajaba-, y viceversa.

"El primer libro lo escribí completamente en el tren, en los trayectos al trabajo"

- Pero, ¿cómo comienza la historia de Javier Castillo, el escritor?

- El primer libro lo escribí completamente en el tren, en los trayectos al trabajo. Hacía 50 minutos de ida y 50 minutos de vuelta cada día y era el único momento que tenía para escribir. Cuando terminé la novela decidí autopublicarla en Amazon. Avisé a un grupo de cinco amigos pensando que alguno de ellos lo leería -aunque (entre risas) luego descubrí que ninguno de ellos lo hizo-, y lo que pasó después fue una locura. Vi que estaba el número uno, que era el más vendido, y no me lo podía creer, llegué a pensar que se trataba de un error.

Poco tiempo después de aquello, ‘El día que se perdió la cordura’ alcanzó las 40.000 ventas en Amazon. Javier Castillo cuenta, todavía con un resquicio de sorpresa, cómo los humildes 40 seguidores que tenía en Twitter pasaron, de la noche a la mañana, a ser 2.000. Tras esto, las editoriales comenzaron a llamar a su puerta y el malagueño se decantó por Suma de Letras para llevar su historia al papel. Pronto sus libros llenaban las estanterías de las librerías y, ahora, su primera obra ya va por la edición número 25. Convertida en un fenómeno editorial, ha sido publicada en Italia, México, Colombia Argentina y Portugal y próximamente llegará también a lugares tan dispares como Turquía, Japón y Corea. Además, los derechos audiovisuales han sido adquiridos para la producción de una serie, proyecto con el que Castillo asegura estar “muy ilusionado” y sobre el que espera anunciar pronto “algo muy, muy importante”. ‘El día que se perdió el amor’ fue la continuación de la primera novela y corrió el mismo éxito que su antecesora. Tras esto, el malagueño decidió dejar su trabajo como asesor financiero y dedicarse, de lleno, a la escritura.

- ¿Ha cambiado mucho su forma de trabajar desde ‘El día que se perdió la cordura’?

- Bueno, ahora que ya he dejado mi otro trabajo, ya no tengo que coger el tren. Pero voy a la biblioteca de Fuengirola a escribir, todos los días, con la misma gente, somos opositores y estudiantes y yo: el escritor loco de la esquina (entre risas). Lo que me ha pasado a mí es muy sorprendente. Hay mucha gente que escribe, que vale muchísimo y que no se atreve a intentarlo si quiera, y yo siempre animo a que lo hagan. Al final, solo vivimos una vez.

- ¿Cuáles son sus referentes a la hora de escribir?

- Stieg Larsson, que me parece un genio con la saga 'Millennium', Jöel Dicker que es capaz de mezclar las tramas y tiempos de una manera magistral, y, entre los españoles, me decanto por Agustín Martínez, que escribió 'Monte Perdido' y 'La mala hierba', dos librazos de novela negra maravillosos.

El pasado 14 de marzo su nueva obra vio la luz por todo lo alto en una presentación en los Cines Capitol de Madrid, pero mucho tiempo antes las redes sociales ya ardían y sus seguidores esperaban ansiosos tener la obra entre sus manos para poder comenzar a devorarla. Este viernes, en Zaragoza, Castillo publicó un vídeo en su perfil de Instagram -donde acumula ya más de 240.000 seguidores- en el que se comprobaba cómo la cola de personas que esperaban su firma salía de la Casa del Libro y se extendía por parte del Paseo de la Independencia.

- ¿Qué importancia le da al uso de las redes sociales en su trabajo como escritor?

- Las redes me han dado algo maravilloso que es la conexión instantánea con la gente. Esa instantaneidad que permite que alguien te escriba a las 4.00 de la mañana con una emoción muy latente de que ha leído algo que le ha hecho llorar, eso es maravilloso

- ¿Considera clave la relación con los lectores?

- La relación con mis lectores me parece no solo importante, sino necesaria. Yo reniego de lo que se hacía antes, ese escritor enclaustrado en una sala oscura que publica el libro para volver a desaparecer. A mí me gusta tener una relación cercana, sobre todo para que se vea que detrás de cada escritor hay una persona normal, tienes tú vida, tus cosas, tus preocupaciones; y yo todo eso lo comparto porque disfruto mucho esa cercanía.

- ¿Qué le suponen las firmas?

- Es muy bonito, tienes el cariño en persona, hay mucho entusiasmo, conoces lo que ha causado el libro, la emoción… Las redes sociales sirven, pero en persona es increíble, lloras, acabas llorando.

"Todos los libros tienen algo, requieren mucho trabajo y merecen un respeto."

- Siempre dice que lo que quiere lograr con sus novelas es entretener a los lectores…

- Sí, sobre todo. A mí lo que más me gusta es cuando un libro consigue absorberme completamente con una trama única. No me fijo en que tenga párrafo más imposible de leer o las palabras más raras del diccionario, sino en qué personaje me ha hecho llorar o cuál me ha llegado al corazón, o qué giro de la trama me ha dejado más impresionado. Este tipo de cosas me llegan mucho más que el párrafo complicado.

- En ese sentido, ¿ha recibido alguna crítica por hacer una literatura más comercial?

- Bueno, sí. Está la típica guerra clásica entre la literatura comercial y la que no lo es, como si fuese una superior a la otra, y yo siempre respondo igual: lo más importante es que la gente lea lo que quiere leer. Todos los libros tienen algo, requieren mucho trabajo y todos los libros para mí merecen un respeto. Sea un libro súper literario o sea un libro infantil de 50 palabras. Al final, lo importante es que haya libros para todos los públicos y creo que la literatura comercial ayuda a que la gente lea más.

- ¿Para cuándo el próximo libro?

- Ahora mismo estoy justo en la parte divertida de planificar la siguiente novela, que, si me diera tiempo, saldría el año que viene, pero de momento solo he escrito el primer párrafo. Siempre hago el primer párrafo, planifico toda la novela, y, después, me pongo a escribir intentando que toda la obra siga el ritmo y la esencia de lo que escribí al principio.

- ¿Con qué perspectiva mira hacia el futuro?

- Seguiré escribiendo toda la vida, aunque no sé si seguiré publicando porque es algo que no depende de mí. Dependerá de que la editorial siga confiando, de que a la gente le siga gustando lo que hago… Pero escribir lo seguiré haciendo porque es algo que me ha acompañado desde que soy niño.

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