Letras

Pisón y ‘Turia’, vidas paralelas

Este miércoles se presentó en el Teatro Principal el número "más zaragozano" de la revista turolense que dedica su cartapacio al autor de ?El tiempo de las mujeres? o ?El día de mañana?.

Presentación de la revista 'Turia' en el teatro Principal de Zaragoza
Pisón y 'Turia', vidas paralelas
OLIVER DUCH

Otro llenazo en el Teatro Principal. La presentación de ‘Turia’ (105-106. 499 páginas), con el número “más zaragozano de su historia” e Ignacio Martínez de Pisón como protagonista de su cartapacio central, fue todo un éxito. Algunas autoridades acompañaron a Raúl Carlos Maícas, director de la publicación turolense, y al catedrático de Literatura España Jordi Gracia, maestros de ceremonias de otra gran noche de Pisón, galardonado con el Premio de las Letras Aragonesas de 2011. Pisón, entre otras cosas, dijo que la revista y él había hecho su carrera a la par: han tenido casi unas vidas paralelas a lo largo de treinta años.


La monografía dedicada a Ignacio Martínez de Pisón -novelista, ensayista y guionista de cine, y ante todo narrador, contador de historias– consta de más de 170 páginas y analiza todas sus facetas con firmas nacionales y aragonesas. Pozuelo Yvancos estudia su mundo novelístico; Fernando Valls, sus cuentos, “para Pisón, el cuento es un mecanismo de relojería en el que prima la redondez formal”, opina; José-Carlos Mainer concluye que ‘El día de mañana’ es su mejor novela y afirma que Pisón y Cercas han realizado una obra semejante en relación con la historia; Pablo Pérez Rubio y Emilio Martínez Lázaro se acercan a la vertiente cinematográfica. J. Ernesto Ayala Dip se centra en la novela ‘La ternura del dragón’ y concluye: “Ignacio Martínez de Pisón forma parte de una de las generaciones de novelistas (y cuentistas) españoles, más variada, rica y solvente de los últimos treinta años. Su máxima aportación a ella estriba en su personalidad literaria y en su visión de la ficción como metáfora de lo real insondable que esconde el alma humana”.

"Un narrador nato"

Enrique Vila-Matas lo define como “un narrador nato” que “siempre ha estado ahí”. David Trueba, con su ingenio habitual, sitúa a ‘Iznacio’ en la esfera de Luis Alegre y “el ala inmensa de Félix Romeo” y afirma que “Pisón nos contaminó de normalidad”. Añade: “Pisón es el escritor anticrisis, porque no hay desafuero ni éxtasis, no hay burbuja literaria tras sus libros. No hay decadencia porque siempre se dijo a sí mismo que el éxito era esto, el fracaso”. Y concluye con una hermosa imagen: “Con Pisón aprendimos, por fin, lo que era un escritor. Nos recogió del aire como el padre que recoge la cometa para volver a casa el domingo por la tarde. Nos enseñó tantas cosas que su mérito mayor consiste en que muchas veces ni reparemos en ello. Como si fuera lo normal”.


Hay mucho más: textos de José Belmonte y Marco Succio, del propio Jordi Gracia, de Eduardo Larrocha, de Mónica Martín y Francisco Luis del Pino, una extensa entrevista de Fernando del Val, la biocronología de Pedro Moreno... Un buen puñado de autores zaragozanos, que además son sus mejores amigos, recrean su figura y ofrecen un retrato de proximidad: ahí están Ramón Acín, José María Conget, Antonio Pérez Lasheras (que rescata algunos de sus poemas), Daniel Gascón, José Luis Melero, Luis Alegre y Rodolfo Notivol. Desde distintos ángulos escriben de su relación con la realidad, con Zaragoza, con Casa Emilio, con El Ángel Azul, con José Antonio Labordeta, y con el Real Zaragoza. Alegre redacta un breve y caprichoso diccionario, y subraya algunas de las frases favoritas de Pisón: “Para mí la felicidad es una cena con mis amigos en Casa Emilio”.


En la sección de Taller, entre otros textos, se ofrecen avances de libros de Juan Bolea, Manuel Vilas (de ‘El luminoso regalo’, que acaba de aparecer), Carlos Castán y de José Luis Rodríguez, que publica una selección de microrrelatos. Entre los poetas, junto a Clara Janés, Olvido García Valdés, Jaime Siles, Reina Palazón o Kepa Murua, hay versos de autores aragoneses como José Verón, Fernando Sanmartín, Nacho Escuín, Juan Marqués, Julio José Ordovás, Olga Bernad, Dolan Moro, Enrique Villagrasa o Ricardo Serna. En el apartado de Conversaciones, Emma Rodríguez conversa con Santiago Auserón a propósito de ‘El ritmo perdido’ y de su trayectoria, en una entrevista donde están muy presentes sus años de formación en Zaragoza, y Lara Almarcegui le cuenta a Javier Díaz Guardiola las claves de su obra y le dice: “Me llaman la atención los lugares sin diseñar, es decir, los descampados”; la revista reproduce varias de sus fotos de land-art.


En la sección Sobre Aragón, Juan Villalba vuelve a hacer un perfil pormenorizado de un aragonés ilustre (antes los hizo de Miguel Buñuel, Clemente Pamplona, Juan García o Alfonso Zapater): Antonio Mingote. Resume: “Fue un pensador, un filósofo, un humanista del humor de los siglos XX y XXI, un verdadero genio volcado en su arte de forma permanente y total”. Y Miguel Ángel Buil recuerda la figura del librero y editor Gregorio Pueyo (1860-1913), que inspiró a Valle-Inclán y que fue “un editor sentimental y romántico” que renovó el movimiento modernista. Javier Herrera recrea, a raíz de unas grabaciones recuperadas, la vida íntima y familiar de Luis Buñuel. El número se completa con un artículo de Carlos Gumpert sobre Antonio Tabucchi, otro de Iván Moure Pazos sobre Mauricio Wiesenthal, y César Antonio Molina habla de Diderot. Raúl Carlos Maícas, en su diario, recuerda al gran fotógrafo Robert Doisneau.