Víctor Manuel: "Como hizo el Nobel con Dylan, le daría el Cervantes a Serrat o Sabina"

El cantante asturiano canta mañana, a partir de las 20.30, en la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza. Presentará su disco: ‘Casi nada está en su sitio’.

Víctor Manuel, en una visita reciente a Zaragoza para un homenaje a José Antonio Labordeta.
Víctor Manuel, en una visita reciente a Zaragoza para un homenaje a José Antonio Labordeta.
Raquel Labodía

"Mis padres me cantaban canciones del folclore asturiano. Aprendí mucho de la tierra y el paisaje, los trenes, la mina y su mundo. Recuerdo que cuando hice la canción ‘El abuelo Víctor’ se la pasé a un amigo. Yo pensaba que aquello, tan personal y familiar, solo tenía interés para mí, pero cuando lo vi emocionado, entendí que las canciones tienen algo que nos estremece. ¿Cómo se convierte un tema en un himno? Ojalá lo supiera. La canción tiene algo misterioso e imprevisible", dice Víctor Manuel, que mañana, a las 20.30, presentará en la Sala Mozart su disco ‘Casi nada está en su sitio’, trece canciones de naturaleza y memoria, de compromiso y rebeldía, de amor e intimidad. Venta de entradas: www.victormanuel.es y www.ticketmaster.es.

Empecemos.

El concierto se abre con dos temas, separados por 50 años: ‘Allá arriba en el norte’, del disco, y ‘La romería’. Las dos canciones están emparentadas y resumen muchas cosas de mi biografía: emoción, memoria, la magia del origen.

El paisaje es clave en su obra.

Hay muchas descripciones del lugar de donde procedo. Y me encantaría llegar en este aspecto a la altura del compositor mexicano José Alfredo Jiménez.

El paisaje también conecta con lo telúrico.

Hay canciones que no puedes desnudarlas del todo. Si lo haces se vuelven obvias, un churro. Una canción la acaba de armar el público con su sentimiento.

¿Cantará ‘Asturias’?

Me la piden siempre. Es muy especial. Desde que la encontré en 1971 y le puse música, nunca puedo dejar de cantarla. Pertenece a un poeta fantástico, Pedro Garfias, que murió en el exilio. Como todos los himnos, o casi todos, es una canción de derrota; de derrota de las fuerzas republicanas cuando entró Franco en Asturias. Tiene una espina central maravillosa que conecta con el público de Zaragoza o de Chile o de Asturias.

Usted también es un cantautor de denuncia, crítico e inconformista. ¿Sigue ahí?

En mis canciones entra la vida que tengo alrededor. Escribes cosas que entiende mucha gente y que son comunes a todos, de rabiosa actualidad. No necesito forzar la máquina. Basta con leer la prensa, ver las noticias. El mundo te conmueve todo el tiempo.

¿Es ‘Casi nada está en su sitio’ una crónica de la decepción? ¿Está un poco desesperanzado?

Jamás. Desesperanzado no lo estoy nunca. Tengo más moral que el Alcoyano… y eso se ve en mi carrera, en mi militancia en el Partido Comunista. Sigo en el camino. La primera canción desesperanzada fue de 1978, ‘Canción de la esperanza’. Yo vivo en un escepticismo activo, pero tengo la sensación como toda nuestra generación de inmenso fracaso.

¿Por qué?

Que un partido como Vox haya sido votado hoy en día por no sé cuántos miles de españoles es un fracaso de la izquierda. Se han hecho las cosas mal. El título del disco evoca todo eso. Nunca soñamos con tener un presidente de la primera potencia mundial tan estrafalario y que enganche con la gente con tanta facilidad. Todas esas cosas son desestabilizadoras y regresivas. Es como vivir todo el tiempo con el gancho en el cuello o amenazándote la barbilla.

El disco es anterior a Vox. ¿Se había imaginado que podía pasar eso o esperaba la actitud de Ciudadanos?

Ciudadanos es más de derechas que don Pelayo y, por otra parte, Vox estaba dentro del PP. Era previsible. Lo que me sorprende es la cantidad de tertulianos y encuestadores que tenemos, y que no detecten esas cosas.

¿Hay o había una melancolía oculta de la autoridad, como si se volviese atrás, a un mundo sin libertad, ortopédico, predemocrático?

Son curiosos los saltos hacia atrás que tiene este país, que es muy poco moderno. Hay demasiado lastre del franquismo. Con todo, con sus defectos y sus contradicciones, este es mi país, la España que elijo y la que canto. La conozco bien, mejor que los que la detestan desde Cataluña. De ahí la canción ‘Digo España’.

¿Y el amor?

Siempre está ahí. Es agradable, le gusta a la gente, es necesario para vivir y para soñar. Le he escrito muchas canciones a Ana Belén, y aún lo sigo haciendo. Un álbum como ‘Soy un corazón tendido al sol’ (1978) fue decisivo. Nunca me conformo: aprendo y cambio todo el tiempo.

Si a Bob Dylan le dieron el Nobel, ¿le daría usted el Cervantes a Serrat o a Joaquín Sabina?

Amo la poesía (leo muchos poemarios; ahora estoy con Manuel Vilas, que es impresionante), amo la canción, amo el poder de la palabra, y creo que cualquiera los dos, Serrat y Sabina, se merecerían ese galardón. Sin duda.

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