Librerías
Reserva natural del pensamiento y también del ocio, las librerías son además un foro de encuentro para hacer comunidad. Acaban de celebrar su día internacional, recordando la necesidad de su existencia y los peligros a los que se enfrentan.
Día del Orgullo Zombie, 4 de febrero. Día del Pistacho, 26 de febrero. Día de los Simpson, 19 de abril... Visto lo visto hay que reconocer que celebrar el Día de las Librerías -lo fue el pasado viernes, 16 de noviembre- tiene sentido.
El progreso de una sociedad puede medirse por la cantidad y calidad de sus bibliotecas y librerías, auténticos bastiones de la libertad de pensamiento. Aragón debería presumir de ellas, y no ignorarlas o menospreciarlas. El amor a los libros une ambos oficios, pero también su escasa consideración social. Las bibliotecas se mueven desde hace años en la precariedad presupuestaria y las segundas, en la inseguridad económica y jurídica, no solo por la escasez de públicos compradores, sino también por el sistemático incumplimiento de la Ley del Libro y la escasa ética de algunas importantes empresas: falta de respeto al precio fijo del libro -que marcan por ley los editores y no los libreros a su libre albedrío-, ventas directas de editoriales y distribuidores a colegios, bibliotecas y consumidores finales, etc. Si a estos factores se añade la cada vez mayor voracidad del gigante de las ventas por Internet, se entiende el porqué las librerías tienen su día: son especies en peligro de extinción.
Las librerías son parte esencial del entramado social y cultural de las poblaciones en las que están radicadas. Crean comunidad, entornos amables en los que prima el diálogo y el respeto, espacios en los que reconocernos.
Una ciudad sin librerías no tiene alma. Elija.
Paco Goyanes es director de Librería Cálamo.