Ivo Pogorelich: "En arte, el final de un trabajo es el origen de uno nuevo"

El pianista croata vuelve hoy a tocar en la sala Mozart, en el Ciclo Pilar Bayona. Interpretará obras de Clementi, Haydn, Beethoven, Chopin, Liszt y Ravel.

Ivo Pogorelich vuelve hoy a tocar el piano en la sala Mozart. Su último concierto en Zaragoza fue en marzo de 2016.
Ivo Pogorelich vuelve hoy a tocar el piano en la sala Mozart. Su último concierto en Zaragoza fue en marzo de 2016.
Priska Ketterer/LUcerne festival

Suele preparar un par de programas por temporada, uno con orquesta, otro como solista. ¿Qué criterios sigue para hacer la elección? ¿Qué ha valorado en las piezas que va a interpretar esta noche en Zaragoza?

Hay varios criterios. Un concierto es una experiencia para el público en la que el artista ofrece una variedad de trabajos de diferentes autores. Este es uno de los modelos posibles, y el recital de Zaragoza es un programa de este tipo. Pero se puede seguir otro modelo; por ejemplo, los monográficos que ofrecen diferentes obras del mismo compositor; también hay costumbre de presentar diferentes composiciones de diferentes autores que viven durante la misma época, por ejemplo un programa de Schumann, Chopin y Liszt. El programa que ofrezco esta vez presenta obras de tres compositores en la primera parte, y otros tres en la segunda. Lo que unifica las piezas en este programa en particular es el exquisito, refinado y tierno gusto de las obras, acompañadas por una virtuosidad instrumental.

¿Cambia su interpretación a lo largo de la temporada? Si uno escuchara su primer concierto y el mismo programa en el último, ¿qué diferencias encontraría?

Las mismas que entre cualquiera de los demás conciertos en términos relativos, porque el matiz y el contenido del trabajo nunca lo cambio, pero hay minúsculas variaciones que son a la vez inevitables, tanto como deseables, porque forman parte de lo que es un intérprete. He conocido a personas que viajan para escuchar el mismo programa a lo largo de mi temporada de conciertos, y son ellos los que me lo cuentan.

Ya casi es un fijo en la programación del Auditorio. ¿Qué le parece la sala Mozart? ¿Y el público zaragozano?

España me anima. La sala tiene un aspecto sobrio pero el ambiente cambia completamente cuando entra el público. Pero mi interés por su ciudad viene de atrás, mucho antes de que se construyera el Auditorio. Y tiene que ver con la basílica del Pilar y también con un libro terrorífico escrito por un autor francés, un libro lleno de horrores y macabra imaginación, acompañada de misticismo, titulado, ‘Manuscrito encontrado en Zaragoza’, que leí junto con mis compañeros en la escuela musical de Moscú cuando tenía 13 o 14 años y que en nuestra imaginación poseía un componente sumamente exótico.

¿Cómo prepara una obra? ¿Cómo trabaja la partitura para ver en ella elementos que nadie más ve?

Basta citar al famoso actor y artista americano Orson Welles, cuando le preguntaron si era difícil preparar un personaje. Su respuesta fue directa: "cada vez más difícil porque uno tiene más recursos a disposición con la experiencia". Simplificando: el hecho de haber preparado algunas sonatas de Beethoven no te da ninguna ventaja cuando te acercas a la siguiente.

¿En qué medida le ha interesado, le interesa aún, sorprender al público?

No es mi vocación. Entiendo que puede ser consecuencia de mi trabajo, pero no lo hago a propósito.

Lleva ya casi 40 años en la cima de la música clásica. Si echa la vista atrás y mira su trayectoria, ¿qué ve? ¿Cómo juzga sus primeros discos, sus primeras interpretaciones?

Todas me parecen válidas hoy, pese a pensamientos, orientación pianística y musical, y pese a la evolución que vivo.

Y si mira hacia delante, ¿qué autores o repertorios quiere emprender? O quizá se vea volviendo a obras s que ya ha tocado.

Me veo como un buen gestor de almacén: a veces ordeno nuevos objetos, y otras veces les sacudo la naftalina a otros antiguos.

¿En qué medida siente que el paso de los años ha enriquecido su interpretación?

A diferencia de un jeque, dueño de territorios petroleros, o del propietario de las plataformas de las redes sociales, cuando me despierto no me siento más rico que la noche anterior, porque en la naturaleza de cualquier profesión artística el fin de un trabajo no es más que el origen del nuevo.

Los jóvenes intérpretes están más preparados que nunca, pero parece que no salen pianistas como los de su generación.

De vez en cuando se acercan a fotografiarse conmigo o para que les firme programas y me solicitan consejo. Siempre les digo que intenten encontrar buenos profesores, lo que es muy difícil hoy en día. El mundo que vivimos está dominado por la impaciencia, la incompetencia y la irresponsabilidad, y lo puede ver en todos los aspectos de la vida, desde los parlamentos, las universidades, los hospitales y los supermercado. Hasta en las gasolineras de carretera.

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