La plaza del Pilar es una fiesta. De palabras, de complicidad, de respeto, de pasión por los libros y de entusiasmo. Marina Heredia, editora de Los libros del gato negro y presidenta del gremio de editores, decía ayer: «Me encanta este espacio. Estamos cómodos». Fernando Jiménez Ocaña, de Onagro, subrayaba: «Aquí viene un público de turismo interior: hemos vendido a gente de Asturias, de Barcelona, a ingleses y franceses».

Julia Millán, de Antígona y especialista de libros infantiles en HERALDO, afirma. «Estamos muy juntos, contentos, y notamos la afluencia de gente. Es un lugar muy agradable». «Notamos el calor y eso se nota, pero estamos agrupados y los padres pueden venir con sus niños: no hay semáforos, ni buses y ni temor al tranvía», dice Lorenzo Mediano, autor de ‘El código Machado’.

En la Feria del Libro había muchos autores a los que visitar. Ignacio Martínez de Pisón acaba de volver de Croacia, de Fiume. «Con ‘Filek’, la historia del estafador de la gasolina, la gente viene a que le firme el libro y me dice que me sigue desde hace años; sobre todo en Madrid. Lo que cuento todo es real, pero hay una cosa incontestable: la imaginación está por debajo de la realidad. Al menos con un ser como este, al que no puedo querer».

Miguel Ángel Ortiz Albero ha retornado a la poesía con ‘La sutura y la piel’ (Candaya), que continúa el camino emprendido en el ensayo ‘Variaciones sobre el naufragio’ (Fórcola). «Si allí se hablaba de la imposibilidad de cerrar las cosas, aquí es al revés: todo se hace, todo se cierra, todo intenta. Es un libro muy especial que nace de experiencias vitales, poesía que nace de mi vida». Muy cerca del puesto de la FNAC, donde firmaba Ortiz, estaba José María Tamparillas, autor de ‘Pancracio, el niño batracio’ (Libros de Ida y Vuelta), ilustrado por Javier Hernández. «Este libro nació de una apuesta entre autores de terror, apasionados de Lovecraft, que es un gran enamorado de los animales marinos. Así surgió Pancracio, que vive en el Ebro. Conoce el lenguaje animal y es capaz de entenderse con la joven Anaïs en un cuento que habla de amistad y entendimiento». Tamparillas está feliz con su libro-objeto, que ilustra Javier Hernández. «De él me gustan sus escorzos, lo ángulos de cámara, y el manejo del vacío. Y además ilustra con lápiz de color: hace un dibujo casi orgánico. Tiene vida».

De los Sitios y el romanticismo

De ilustrador a ilustrador. Javier Rubio es el autoeditor de ‘¡Zaragoza resiste!’. Ingeniero de profesión, se define como autodidacta de línea clara, francesa. «Me lo pide la gente hasta por teléfono, de dos en dos, de tres en tres, con dedicatorias especiales. Se han vendido más de mil ejemplares. Ahora trabajo ya en el segundo, centrado en el año 1809».

Vicente Molina Foix firmó ayer ‘El joven sin alma’ (Anagrama) en Antígona. «La editorial no veía el subtítulo de ‘Novela romántica’ pero a mí me gusta. Creo que este libro forma una trilogía con ‘El abrecartas’ y ‘El invitado amargo’, y se publicarán todos juntos. No sé por qué en los últimos años se me han impuesto estos libros de huella autobiográfica, sobre el amor y la memoria. No seguiré por aquí, volveré a la ficción».

Magdalena Lasala e Isabel Guerra firmaron sus impresiones y diálogos, recogidos en ‘Los colores de la luz’ (La Esfera de los Libros), un volumen de espiritualidad, belleza, arte, poesía y comunicación entre dos creadoras que tenían más afinidades de lo que habían haber pensado.

Hoy, entre otros libros, se presentarán el cómic ‘La noche perdida de Buñuel’ de Ortiz, Ágreda y Montañés, a las 13.00; ‘El eco de la luz’ de Emilio Pedro Gómez, a las 18.30; ‘Arderás entre todas las mujeres’ de Sagrario Manrique, a las 19.30, y ‘De amor y muerte’ de Eugenio Manzanera, a las 20.30.