Antes de lanzarnos a conquistar el futuro conviene echar la vista atrás para comprobar si hemos avanzado algo y calcular qué posibilidades tenemos de afrontar los retos pendientes. Carlos Saura nos ofrece hasta el próximo 30 de junio en el Paraninfo de Zaragoza a través de 92 fotografías una panorámica personal de la España de los años 50 tan ilustrativa como conmovedora. Siempre me han fascinado sus imágenes, tanto las que capta como las que transmite de sí mismo, con su cámara al hombro allá donde va, ya sea en un festival, una conferencia o una rueda de prensa. Como una profunda metáfora, acaso en una particular expansión de su dominio del lenguaje visual, con su inseparable réflex en ristre parece querer reafirmar su papel de permanente, activo y riguroso observador de la sociedad.

Frente a la banalización de la imagen, propiciada por teléfonos móviles de clic fácil para quienes no tenemos ni idea de fotografía, el cineasta oscense se rebela sin ruido apelando al reportaje vital. "Hay que hacer pocas fotos y buenas, no demasiadas y malas", sostenía este miércoles en la reseña de HERALDO sobre su exposición. Nada que ver con la avalancha insulsa y vulgar que suele predominar en las revueltas aguas de las redes sociales. Esas escenas añejas que componen el legado de nuestro ilustre paisano –acostumbrado a recorrer este país con su inseparable cámara fotográfica– permiten ahora, en un viaje retrospectivo, examinar cómo hemos evolucionado en estas siete décadas.

El ejercicio que nos propone la exposición ‘España. Años 50’ es simple pero muy enriquecedor, pues nos aporta a las generaciones posteriores (Saura nació en Huesca en 1932) unos referentes icónicos desde los que valorar no solo el impacto del paso del tiempo, sino la progresiva evolución de un pueblo. Por ese espejo retrovisor asoma la austeridad de un país en blanco y negro que contrasta vivamente con el panorama multicolor de hoy, tan confuso como llamativo. Y aunque ambas épocas ocultan sus sombras, la visión de Carlos Saura ayuda a estimar probablemente con más justicia el progreso que España ha experimentado desde que este reportero de lujo empezó a pulsar el disparador allá en su adolescencia.