El Bigas Luna pintor y fotógrafo revela sus más oscuros misterios en el Pablo Serrano

"Mi trabajo con la pintura pertenece a un mundo espiritual e inconsciente, mientras que el trabajo narrativo pertenece en su mayoría a un mundo consciente e intelectual". Cuatro años después de su muerte, Bigas Luna (Barcelona, 1946-Tarragona, 2013) sigue teniendo perfiles poco conocidos por el gran público. Uno de ellos es su faceta como artista plástico, y, para mitigar este desconocimiento, el Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos Pablo Serrano inauguró ayer la exposición ‘El otro Bigas Luna. La seducción de lo tangible’.

La muestra, que puede visitarse hasta el próximo 10 de diciembre, ofrece un amplio y completo recorrido por la totalidad de las disciplinas artísticas que cultivó el director de ‘La teta y la luna’.

Casi un centenar de piezas forman parte de la muestra, y entre ellas hay desde esculturas (dos ‘mesas’ que presentó en una exposición en Londres en 1975) hasta lonas pintadas de grandes dimensiones, pasando por obra gráfica y, sobre todo, fotografías.

Fue Bigas Luna un gran aficionado a la fotografía, y numerosas fotos, en su más amplia concepción, se distribuyen por la muestra. En la planta calle del museo pueden verse, por ejemplo, ocho de las obras que presentó a la exposición ‘200 fotografías polaroid’, que se celebró en 1975 en la sala Vinçon. U ocho ampliaciones de negativo manipulado de la serie ‘A fior di pelle’, de 2012. O varias secuencias de películas, entre ellas una de la famosa escena culminante de ‘Jamón, jamón’, película de cuyo estreno se acaban de cumplir 25 años.

Algunos objetos personales

La muestra ha sido comisariada por Raquel Medina de Vargas, historiadora del arte que acaba de publicar un libro (Ediciones Invisibles), con el mismo título que la exposición, y a la que sirve de cuaderno de bitácora.

"Bigas Luna era hiperactivo, tenía una inmensa capacidad de invención –aseguraba ayer–. Era un creador transversal, que llegó a asegurar: “Más que director de cine, me considero un artista”. Eso es lo que hemos querido dar a conocer aquí, toda su trayectoria desde los años 70 a nuestros días".

Medina se ha sumergido en los fondos artísticos que dejó Bigas Luna a su muerte (se han inventariado ya más de 6.000 piezas, en su mayor parte nunca expuestas al público) y ha seleccionado un amplio conjunto que lo define muy bien. El recorrido, además, está jalonado de pequeñas sorpresas, como un mural integrado por obras de pequeño formato o una vitrina en la que se exponen algunos objetos personales, como las cañas que empleaba para pintar (llegó a hacerlo incluso con calçots).

"Su padre era pintor, y él empezó a dibujar siendo aún muy pequeño –relataba Raquel Medina–. En un primer momento se decidió por el diseño, campo en el que se hizo famoso y ganó varios premios; y luego llegó al arte. Cuando quiso documentar algunas de sus ‘performances’ descubrió el cine. Pero nunca abandonó la pintura y la fotografía. Incluso cuando estaba de rodaje y se hospedaba en algún hotel, seguía haciendo sus cuadros". Para esta especialista, una de las claves que hay que tener en cuenta sobre esta faceta del cineasta es que "su obra pictórica no puede ser más auténtica. Él sabía que su trabajo era el cine y no vivía de pintar ni tenía ninguna aspiración de hacerlo. Así que, cuando pintaba, era absolutamente libre, lo hacía para él".

El museo Pablo Serrano inauguró ayer ‘El otro Bigas Luna’ con un formato especial, un coloquio en el que participaron, además de la comisaria de la muestra, el escritor y periodista Antón Castro, el director general de Cultura, Nacho Escuín, y el director del centro, Julio Ramón.