PROYECTOS

«Atalanta es una editorial de ideas»

Jacobo Siruela, director con Inka Martí del sello que cumple un lustro, habla de la edición en Cálamo.

Inka Martì y Jacabo Siruela residen en una masía del Ampurdán, sede del sello Atlanta
«Atalanta es una editorial de ideas»
EFE

Jacobo Siruela (Madrid, 1954) fundó Atalanta hace cinco años con su mujer Inka Martí. La editorial ya se aproxima a los sesenta títulos de ficción, de ensayo, de filosofía o de historia. Uno de los penúltimos volúmenes es suyo, ‘El mundo bajo los párpados’, y el último es de la propia Inka: ‘Cuaderno de noche’. El editor hace un viaje por su editorial esencialmente artesanal. Esta tarde, a las 20.00, en la librería Cálamo, ambos presentan sus libros y repasan la labor de Atalanta.


¿Qué lo impulsó a volver a la edición?


Hubo dos razones. La primera económica: yo me independicé de mi familia a los 23 años y arrastraba un crédito que me ahogaba. La segunda es de índole existencial: estaba estresado, además ya no tenía tiempo para leer lo que quería sino solo lo que me llegaba. Y eso me parece un gran empobrecimiento. Por tanto, yo empecé a editar porque me gustaba leer, y dejé este mundo por la misma razón.


¿Cuáles serían las ideas, de principios, que animan Atalanta?


Atalanta no es una editorial al uso. No tengo ninguna red de informantes que me envían libros para que yo decida cuales son convenientes. Las tres colecciones que fundamentan Atalanta son fruto de nuestra investigación personal y pretenden comunicar ideas, compensar carencias, sugerir itinerarios. Hay una colección dedicada al cuento y los textos breves que busca formar un canon estético tomando la brevedad como modelo, ya que la novela parece haber ocupado el espacio preponderante. Hay también una colección dedicada a la memoria, porque la actualidad se ha apoderado de todas las categorías de la cultura. Lo que no es noticia interesa menos a la prensa. Y hay una colección dedicada a mostrar la imaginación, no como escapismo, sino, digamos, como camino de conocimiento del espíritu. Por último...


Y serían cuatro, no...


... hay una colección dedicada a difundir la historia de mi familia y de su colección artística, ya que no existe nada al respecto y me veía un poco en la obligación de hacerlo. Este año saldrán dos libros sobre el palacio de Liria. Uno de arte, lujoso, con textos de especialistas y grandes fotos, y una guía del palacio escrita por mí.


Otro tema contiguo: usted ha encarnado durante mucho tiempo el modelo de editor refinado, con sentido estético, un buscador de tesoros. ¿Podría concretarnos cuáles son las claves formales de su editorial, de Atalanta?


Cyril Connolly escribió una vez que la verdadera función de un escritor es producir una obra maestra y que ninguna otra finalidad tiene la menor importancia. Vivimos ahogados por un aluvión de obras mediocres y creo que la función del editor es acercarse lo más posible a este modelo. Es extrema, pero, como decía Lezama Lima, sólo lo difícil es estimulante. Por eso publicamos diez libros al año. Pretendemos que todos sean sustanciales, aunque conviene desterrar de esta palabra toda connotación pedante y pesada. Ninguno de estos libros es aburrido. Se trata de buscar y vindicar la calidad, la cualidad, a contracorriente de lo que agobia y diluye a nuestra época: el reino de la cantidad.


¿Qué debe tener un libro para reclamar su atención? ¿Y un autor?


Hace poco leí una entrevista con el editor alemán Michael Kruger, a quien conozco y admiro, en la cual aseguraba que él solo tenía el convencimiento de publicar un libro cuando éste era capaz de enseñarle algo. Creo que esa es una buena razón.


¿Cómo se construye un editor como usted, dónde encuentra sus autores?


Yo siempre digo que los autores de Atalanta surgen de mi manga. (Sonríe) Vienen de investigar, de cruzar información y adquirir por internet los libros. Hoy gracias a internet puedes conseguir casi todos los libros del mundo. Es cuestión de tiempo. Pero, como dije antes, Atalanta no es una editorial de autores sino de ideas. Nuestra línea de ensayo podrá gustar o no pero es muy coherente y tiene seguidores. De hecho es la colección que mejor nos va.


¿A qué cree que puede deberse eso?


Quizá se deba a que intenta contemplar las cosas desde otra perspectiva de la razón, más transversal, más abierta y, desde mi punto de vista, más contemporánea. Estamos aún muy anclados en cierto materialismo decimonónico, en una visión literalista del mundo que conduce a las oposiciones clásicas entre ciencia y religión, mundo objetivo y subjetivo, etc. y falta cierta información para ver estas categorías con otros ojos. No se trata de renegar de la Ilustración, todos somos hijos del siglo XVIII, pero ahora estamos en el XXI. La física cuántica, la psicología analítica, la filosofía de la ciencia o la moderna historia de las religiones aún no se han asimilado del todo. La materia ya no es lo que era. Con la psique ha de ocurrir lo mismo. Por ello aboga Atalanta.


Jorge Herralde decía que su mejor autorretrato es su catálogo. ¿Asume la frase?


De alguna manera, así es. Pero esto ocurre solo si el catálogo tiene un rostro y no es un cajón de sastre en donde van a caer todo tipo de cosas.


Explíquenos algunas de sus apuestas: desde Casanova a Salvador Elizondo, desde Nicolás Gómez Dávila a Max Ernst.


Uy, hay tanto que hablar de cada libro que no puedo sintetizar en dos palabras a cada uno de estos autores. Lo único que puedo asegurar es que son tres escritores para salvar del olvido. Casanova es la autobiografía del siglo XVIII. Gómez Dávila, la joya que faltaba por descubrir en América Latina. Y Elizondo, un gran escritor mexicano prácticamente desconocido en España, cuando en su país ha sido el modelo para los nuevos autores.


¿Cuáles han sido los éxitos más importantes de la editorial?


‘La Historia de Genji’, ‘Universos paralelos’ del físico japonés Michio Kaku, el ensayo de Patrick Harpur ‘El fuego secreto de los filósofos’, ‘Jin Ping Mei’, la primera novela moderna china, erotiquísima, y ‘El arte de conversar’ de Oscar Wilde.


Sorprenden algunos autores por los que ha apostado: pienso en Yasutaka Tsutui… ¿Qué le atrae de él, tan desbocado, tan lenguaraz?


Es el gran gamberro del país más estricto y formalmente gregario. Pero es muy bueno. Al ser muy cómico, y a la vez, demoledor.


¿En qué ha cambiado la edición en España? Cada semana nace una editorial en papel.


Han nacido un puñado de nuevas editoriales jóvenes que parecen exigentes, y que han renovado el panorama de las librerías y semanales culturales. Esto es un buen signo, aunque esté algo emponzoñado por su excesiva inconsecuente cuantía. La cantidad de nuevo, es el mal de los tiempos.


¿Le inquieta el libro electrónico?


No hagamos demasiado caso a los modernillos que profetizan el final del libro. El libro, como el abrigo, no va a desaparecer. El futuro será como el presente, plural, y no uniforme y unívoco, como pretenden algunos ingenuos devotos del progreso que, en el fondo, sospecho, son no-lectores tecnoadictos, cuando no «viejos» que quieren hacerse los jóvenes y modernos. Pero hay una notable diferencia entre ser moderno o modernillo.


En el prólogo a ‘Cuaderno de noche’, el libro de Inka Martí que publica Atalanta, dice usted: “El sueño es, probablemente, el más antiguo de los géneros literarios”. ¿Podría concretarlo?


Los mitos son los primeros relatos de la humanidad. Y se expresan de la misma manera que los sueños, mediante símbolos y metáforas. En realidad, son dos manifestaciones que se corresponden. Como decía Campbell, «el mito es un sueño colectivo, el sueño es un mito privado». Y así podemos decir con Friedrich Nietzsche, que fue en el sueño en donde los hombres vieron por primera vez a sus dioses. En cierta manera, los mitos provienen del sueño. Pero antes del mito escrito, está el sueño, y que, en el principio fue el sueño.


Como editor, ¿cómo definiría ‘Cuaderno de noche’?


Inka ya tenía dos libros para niños publicados antes de estar conmigo. No es un libro de ficción al uso porque está escrito desde la otra parte. Pero precisamente en esto consiste nuestra poética. Al mundo del día le falta saber cual es el mundo de la noche. Si lo he publicado, y soy muy exigente, es porque pocas personas tienen un mundo onírico tan unitario y arquetípico como ella. La rara virtud de esta obra es la de mostrar cómo es la vida en sueños.


¿Es un libro de imágenes, de pesadillas, de microcuentos, es un libro de carácter fantástico?


Todo lo que proviene de la imaginación pura es fantástico. El libro es el fruto de diez años de onirismo. Y lo interesante de la poética onírica, si es auténtica y no ha sido manipulada, como aquí sucede, es que está lejos de los artificios del escritor y sus imágenes son siempre intrigantes, frescas y profundamente simbólicas.


¿Qué sorpresas nos va a ofrecer el catálogo de Atalanta en el futuro?


Estamos preparando un corpus de Pitágoras a cargo de David Hernández de la Fuente que da un giro a los enfoques que se han hecho hasta ahora en España y reúne por primera vez todos los textos sobre su vida. Un libro de viajes, fabuloso, de Jordi Esteva, sobre la isla de Socotra, el tomo segundo de ‘Jin ping Mei’ y una gran sorpresa. Atalanta siempre tiene cartas bajo la manga.