FESTIVALES

Imelda, varios tupés, gafas de pasta, bigotes de aúpa y Sos como marco: la fiesta no para

El Luna Lunera estrenó su cartel con dos jornadas intensas en lo musical y variopintas en el entreacto.

Elvis Costello, ayer tarde, en las calles de Sos, fotografiado por Iván Moreno, del Colectivo Anguila.
Imelda, varios tupés, gafas de pasta, bigotes de aúpa y Sos como marco: la fiesta no para
GIBSON

Es fácil fantasear por las calles de Sos cuando se llena de Luna Lunera. La belleza de sus calles no se evapora el resto del año, pero en estas jornadas veraniegas de amable trajín, la cosa aún luce más. Pedro Hernández e Iván Moreno, los fotógrafos que responden en colectivo al nombre de Anguila, han llenado las paredes con sus imágenes de músicos. Ayer, hacia las ocho de la tarde, añadían una nueva a su colección: el gran Elvis Costello. El hombre que convirtió la versión del 'She' de Aznavour en una de las canciones de amor más populares de todos los tiempos, el fulano que le cantaba a una tal 'Verónica' junto a otro corredor de fondo del negocio, Paul McCartney.

El londinense mostró su cara más amable: tras posar para los profesionales, se hizo fotos con todo aquél que se pasó por la plaza. Será el entorno, o las estrellas bien alineadas, o un pacharán casero en el momento oportuno: da igual. Se agradece que un 'crack' de ese calibre baje a la tierra con tanta naturalidad. Lo mismo ocurre con Bigott: apareció en la plaza hecho un rey catódico con 'd', en una especie de papamóvil junto a Paco Loco, su productor y compañero de tablas, saludando a todos con la música de Supermán de fondo. Tremendo.

En un día como ayer, la actividad no se frena en el terruño del Rey Católico. Las noches se extienden hasta el alba, las mañanas se funden con las tardes y las sorpresas se dan la mano con los agradables olores y sabores de lo cotidiano: mantecadas glaseadas y torta por la mañanica, fideuá para enderezar el cuerpo, delicias de la tierra para el precalentamiento de la noche conciertil, y teatro callejero de guarnición, a cargo del grupo Creadores de Ocio. Sos se mueve despacio y, al mismo tiempo, sin pausa. Comentar la jugada de la noche anterior es tarea obligatoria, sobre todo si el arranque del festival ha sido tan espléndido como se preveía desde el mismo momento en que se hizo público el cartel de este año.

¡Qué grande!

Lo de Imelda May fue orgásmico, para qué andarse con medias tintas. La irlandesa brindó uno de los conciertos más vibrantes que se recuerdan. Allí emergió su amor por la música negra, una pasión desatada por el abecé del 'rockabilly' y hasta guiños a la vertiente psycho del género, que le hubieran valido las genuflexiones de Poison Ivy y el mismísimo -ya desaparecido- Lux Interior, la pareja Cramp. Aullando a contratiempo ese 'Watcha' Gonna Do?', amparada por un bandón que deja el virtuosismo para la 'jefa' y la apoya con precisión helvético-sureña, Imelda se cameló al personal hasta el aullido y el furibundo aplauso sin manos y remató la faena con el 'Train Kept A Rollin' de Bradshaw, Kay y Mann, más cercano a la versión de Johnny Burnette y la reinterpretación de Jeff Beck, ilustre compinche de Imelda. En los bises, el 'Tainted Love' de Soft Cell, que nunca sonó tan 'rocketa', y un guiño al Rey Elvis para cerrar.

Eli 'Paperboy' Reed tenía la difícil misión de mantener las revoluciones de la noche intactas. Al principio, el muchachón de Boston se vio abrumado por la tarea. Después se arrancó con una de sus mejores piezas, 'It's Easier', y comenzó a cambiar los rostros escépticos por las sonrisas cómplices. Ahí entró en juego su nutrida banda, con un 'teclas' tan rostro pálido como Eli, pero digno de la mejor misa gospel de Harlem. Y el desparrame, acelerado con 'Doin' The Boom Boom', se alargó hasta el final, con acústico forzado debido a un problema técnico.