HOY, EN EL SUPLEMENTO 'MUÉVETE'

Sin cantante, mejor

Johnny and the Hurricanes
Sin cantante, mejor
HA

¿U2 sin Bono? ¿Los Rolling sin Jagger? El cantante. El catalizador de la fama, la estrella, el pilar de todo grupo de rock o de pop que se precie… Pero hubo un tiempo en que no fue así, entre finales de los cincuenta y los primeros sesenta. En los USA se habían debilitado los viejos rockers, con vidas turbulentas, accidentes mortales, repeticionismo musical y milis a destiempo. Una pandilla de 'babyfaces' -Paul Anka, Frankie Avalon, Fabian…- los habían sustituido, quedando el rock'n'roll en manos de jóvenes menos avezados y con menos medios, pero creyentes en su poder de diversión y hasta comunicativo, aunque fuera sin palabras, sin cantantes y sin mensajes tan filosóficos como 'Awopbopaloobop Alopbamboom'. "La música era lo más importante, no teníamos mucho que contar, ¿para qué necesitábamos cantante?", se preguntaba Bob Spickard, guitarrista de Chantays.


Así nació el rock'n'roll instrumental: guitarras reverberizadas, melodías simples, ritmos tronantes… The Champs conseguían el primer hit del género en 1958 con el popular 'Tequila', una melodía de base mexicana y ritmo trepidante que después sería versionada una y mil veces. Y a renglón seguido, una fiebre de grupos que saltó el Atlántico y produjo mella en medio mundo: en Suecia, The Spotnicks; en Francia, Les Guitars du Diable; en Australia, The Atlantics; en Holanda, The Phantoms; en España, Los Continentales y Los Sonor… pero sobre todo Inglaterra, con The Shadows copando las listas de éxito e influyendo en todo el continente.


Dick Dale, con sus Del-Tones, fue una de las grandes figuras del género. Era libanés de nacimiento, pero a los nueve años se fue a vivir a Massachusetts y de allí a California, donde saltó al estrellato tocando rock'n'roll instrumental e inventando la 'surf music', que no era sino una asociación de los grupos instrumentales con los chicos de las tablas, constituyendo un género por sí mismo dentro del rock instrumental. Dale llevó al éxito, nada más iniciarse los sesenta, 'Let's Go Tripping', 'Surf Beat' o su versionado 'Misirlou', que figura en la banda sonora de 'Reservoir Dogs'. Leo Fender lo tenía como probador de sus conocidas guitarras y amplificadores, hasta el punto que le construyó un artilugio, The Reverb Unit, que adaptado a la guitarra generaba el típico sonido reverberado del género, sonido mil veces imitado.


Antes que Dale surgieron otras dos grandes figuras: Link Wray y Duane Eddy. Wray, que medio perdió la voz por una tuberculosis, resultaba demasiado salvaje, por lo que hasta se le prohibió en la radio. Pese a todo, en 1957, 'Rumble' traspasó toda clase de gustos y barreras: llevaba fuego. El neoyorquino Duane Eddy, o 'Mr. Twang' por el sonido onomatopéyico de su guitarra, era refinado y asequible, y hasta guapo. 'Rebel Rouser' le abrió las puertas del éxito en 1958, y siguió luego una imparable ristra de impactos: 'Peter Gunn', 'Cannonball', 'Shazam' o 'Forty Miles Of Bad Road'.


Coetáneos de Wray y Eddy -empezaron al mismo tiempo- fueron The Fireballs, muy poco conocidos por estas riberas, incluso medio siglo después de su eclosión, pero de tan limpios y potentes, uno de los grandes grupos instrumentales de la historia. Sus mejores canciones: 'Bulldog', 'Quite A Party' o 'Vaquero'.


Instrumentales por doquier


El asunto de los instrumentales dio para tanto que hasta el mismo bajista de Elvis Presley fundó sus propio grupo, Bill Black's Combo, logrando estupendas piezas como la trepidante 'Movin'. Y el luego famoso compositor cinematográfico, John Barry, autor de las B.S.O. de 'Bailando con lobos' o 'Memorias de África', formó en 1957 su John Barry Seven, con el que firmó éxitos bien conocidos, desde 'Walk Don't Run' a 'James Bond Theme' o 'The Magnificent Seven'.


Y hasta hubo quien entró a saco en el mundo de la clásica y de las piezas del folclore de fuera de los USA: B. Bumble & The Stingers, por ejemplo, bucearon en el mundo del 'boogie' y en el ¡de Tchaikovsky!, y con un clavicordio como arma mortífera abordaron el 'Cascanueces' y hasta la 'Carmen', de Bizet, en tanto que revisiones de la 'Malagueña' o el 'Havila Nagila', 'Perfidia' o 'Brazil' entraron en las listas de éxito. Incluso unos nativos de Brasil, Los Indios Tabajaras, se pusieron las botas adaptando en plan 'easy listening' todo lo que se les cruzó por medio con sus plumas y sus guitarras hawaianas, empezando por la famosa 'María Elena'.


Al margen anécdotas, piezas y grupos incontestables del género: Johnny & The Hurricanes con su chispeante 'Red River Rock', aunque luego nunca llegaron a tanta altura de ritmo y vibración; los londinenses The Tornadoes y su espacial 'Telstar'; The Surfaris y su ineludible 'Wipe Out'; The Ventures y 'Walk Don't Run', otros que tampoco consiguieron igualar el ingenio de esta gran pieza, llenando incluso su denso repertorio de medianías; The Chantays y 'Pipeline'; Jack Nitzsche y la cinematográfica 'The Lonely Surfer'; The Belairs y la pizpireta 'Mr. Moto'; The Astronauts y la galáctica 'Baja'; Dave 'Baby' Cortez, con 'Happy Organ', uno de los grandes trallazos en las listas, con su espumoso diálogo de guitarra y órgano (Cortez fue también el autor del luego brutal 'Green Onions' en manos de Booker T); The Trashmen y su volcánico 'Surfin' Bird', aunque este fue grupo mitad instrumental mitad vocal e insólitamente el primero en rockerizar el flamenco con la popular 'Malagueña'; Santo & Johnny y 'Sleepwalk'… Un listado, en fin, al que hay que ponerle merecido broche final con los grandísimos The Shadows, pioneros y autores de una pila de temas inolvidables y con un impacto tremendo en la música española y mundial. Eso sí, hasta que llegaron los Beatles, y los 'reverb groups' fueron barridos.