TEATRO

Un teatrero en la alfombra roja

Ángel Gil Orrios, recibiendo el galardón de manos del alcalde de Nueva York y del actor John Stamos, conocido por su papel en 'Padres forzosos'.
Un teatrero en la alfombra roja
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Zaragoza. Aún se acuerda de haber dormido en un banco del Portillo. Dejó el Seminario por el teatro y su padre, que lo veía de cura, le echó de casa. "Los inicios fueron duros, pero sabía lo que quería", afirma. Y tanto. Hoy, Ángel Gil Orrios no solo sigue viviendo del teatro, sino que ha conseguido ser el único director español en Nueva York. Ya es suficiente galardón, pero ha logrado más. El último, el Premio de Arte y Cultura 2009 de la ciudad. Se lo entregó el alcalde Michael Bloomberg por su labor al frente del Teatro Thalía, el único bilingüe de la metrópoli, que programa piezas de autores españoles y latinos. "Es un honor. Más que por mí, por los miles de artistas que han pasado por él", dice. Y ya debería estar acostumbrado. Este teatro lleva 32 años, diez con él como director, y acumula 145 premios de sus 150 montajes. "Ni los cuento ni trabajo por los premios", comenta.

Lo importante, en su opinión, es arriesgar. El teatro comercial no es lo suyo. "No estoy por hacerme famoso. Por eso me gusta el sistema americano: te dejan crear". Y entre esos riesgos hay de todo: ha dirigido para compañías americanas, ha tenido la suya propia, y ha estrenado textos en EE. UU. de Calderón y Cervantes, y también de Gala o Diosdado. "Ha sido siempre una lucha -comenta-. Pero tenemos autores de primera. Y yo nací en Cariñena y, como aragonés de pura cepa, soy tozudico y no se me pone nada por delante". Su norma: hacer producciones tanto en inglés como en español. Y ahí sigue.

Aunque el germen de todo hay que buscarlo en Zaragoza. Ángel fue el primero en titularse como director teatral en la Escuela de Arte Dramático, en 1974. Entonces, ya no dormía en un banco; había logrado alquilar una buhardilla en la calle de Pignatelli. "Estudiábamos en el Principal. Era entrar y te envolvía un olor especial", cuenta. Empezó a dirigir con 16 años y, con 18, ya estaba contratado por el Teatro Nacional María Guerrero en Madrid como ayudante de dirección. Pero él quería más y se marchó a Estados Unidos con una beca para estudiar los musicales, un género que ya había cultivado con Ágata Lys y con Soledad López, la que hoy es su mujer.

Después, ha habido más de 120 producciones en 35 años. Y aún tuvo tiempo de ejercer como asesor de la SGAE en EE. UU., puesto con el que llevó a Bardem o Amenábar al país. "Es importante que el verdadero talento pueda salir. Estoy contento si ayudé a abrir puertas", destaca. No son los únicos nombres conocidos con los que se ha codeado. Tuvo el apoyo de Raúl Juliá cuando llegó a la ciudad de los rascacielos. Y, además del teatro, también ha hecho proyectos de cine junto a nombres como Dustin Hoffman o Morgan Freeman.

Eso sí, si tuviera que quedarse con una función, elegiría 'El tuerto es rey', de Carlos Fuentes, y las tres obras que escribió Picasso como dramaturgo, que él estrenó como musicales flamencos. "Soy el único director lo suficientemente loco como para ello", se ríe. Por último, no puede dejar de nombre una pieza, 'La madre que te parió', del aragonés José Luis Alegre Cudós. "La estrené hace 25 años en Nueva York y París, y es la primera y única obra que he llevado a Zaragoza. Arriesgué mucho, pero fue un éxito", rememora con nostalgia. "Todos queremos ser profetas en nuestra tierra", concluye. De momento, volverá a pasar la Navidad aquí junto a su familia. Si no como profeta, sí como un turista muy especial.