CINE

Un historiador del cine redescubre los años rojos y oscuros de Luis Buñuel

Román Gubern presentó ayer en Zaragoza un libro que busca aclarar la etapa comunista del cineasta aragonés. Lo escribió junto a Paul Hammond, tras cinco años de investigaciones

El historiador Román Gubern, autor de 'Los años rojos de Buñuel', en el Aula Magna del Paraninfo.
Un historiador del cine redescubre los años rojos y oscuros de Luis Buñuel
Carlos Moncín

Zaragoza. Román Gubern es una de las personas que más sabe sobre Luis Buñuel, al menos sobre su etapa más deconocida: la de comunista. Él y Paul Hammond han escrito 400 páginas describiendo esa faceta del cineasta turolense. El libro se llama 'Los años rojos de Luis Buñuel', aunque, como dijo el historiador catalán, también se podría llamar 'los años oscuros'. Ayer vino a Zaragoza a presentarlo y a participar en el coloquio de 'La buena estrella' celebrado en el Aula Magda del Paraninfo.

"Queríamos indagar en ese bache biográfico", aseguró Gubern, que además reconoció que esa "no es la etapa más brillante de Buñuel". El texto recorre la vida del cineasta desde 1932 hasta 1938. Según las indagaciones de los autores, en esos años el artista se dedicó sobre todo a trabajos anónimos, para ganarse la vida. "Tenía esposa e hijos y necesitaban comer", dijo el historiador.

Al menos hasta 1977 el director de 'Un perro andaluz' no admitió ser comunista, en un principio porque tenía familia en España y después porque quería ser consecuente con una biografía que "él mismo se iba escribiendo". Gubern cuenta que tanto en Estados Unidos como en París, Buñuel se dedicó a traducir películas, siendo jefe de doblaje tanto en los estios de la Warner como en los de la Paramount en la capital francesa. "Cuando le ofrecieron el trabajo en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) no podía decir que era comunista", afirmó.

Por eso, y a pesar de formar una célula para su partido junto a la directora del MOMA y su esposo, la militancia siempre era secreta. Sin embargo, la gente terminó por enterarse y eso le costó el trabajo a Buñuel. "Los sectores católicos no le querían en el museo. Fue una de las primeras víctimas del pre 'mcarhturimos", aseguró Gubern.

En el libro también se revela que el FBI estaba tras la pista del aragonés. Juan Luis Buñuel, hijo del cineasta, cuenta que en los viajes con escala en el país norteamericano se le aislaba y se le trataba como a un agente peligroso.

Cinco años entre archivos

Para conseguir dar luz a todas las historias ocultas de su famoso personaje, los dos historiadores tuvieron que consultar muchos archivos históricos, entre ellos los del contraespionaje y de la policía francesa, los del MOMA, del FBI y varios otros en España.

"La investigación comenzó hace cinco años, cuando conocimos una carta del artista a André Bretón, escrita en 1932. En ella Buñuel le contaban que abandonaba a los surrealistas para ingresar en el PCE", recuerda el historiador.

Sin embargo, el contacto de Gubern con el artista turolense viene de más lejos. A parte de ser uno de los mejores historiadores del cine español, en 1976, durante su etapa como docente en la Universidad del Sur de California, dio un curso sobre el cineasta. "Tenía miedo de que mis alumnos no comprendieran su bromas 'baturras", reconoce, pero entre proyecciones y explicaciones todo fue bien. Muchos años más tarde y con 40 libros en su historial, Gubern volvió a introducirse en la vida del aragonés. "Tuvo una carrera llena de altibajos y esta etapa fue muy compleja, como toda su vida", afirmó.

Sobre la disciplina partidaria, el historiador cuenta que muchas veces el cineasta se aprovechaba de la situación para incumplirla. "Hasta 1944 el PCE no tenía representación en Francia, así que los comunista que iban allí se sometían a las reglas del partido francés", dijo Gubern. Buñuel utilizó esa excusa para incumplir algunas órdenes. "Una vez su partido le solicitó regresar a España para rodar en los frentes de la Guerra Civil. "Estoy bajo otro mando", les contestó Buñuel", cuenta Gubern.

Según Gubern, a pesar de la renuncia formal de Buñuel al PCE, el aragonés dejó la "burocracia pero nunca las prácticas" y eso "se ve en sus obras". El libro termina como empieza, con una carta:la de su amigo Dahlí, que lo felicita por haber dejado a los marxistas.