ADIÓS AL 'REY DEL POP'

Crónica del concierto de Michael Jackson en La Romareda (25-09-1996)

Concierto de Michael Jackson. HIStory Tour'96. Estadio de La Romareda. 45.000 personas. Martes, 24 de septiembre.


Virtual, según la Real Academia, es aquello que tiene existencia aparente y no real. Jackson mostró ayer en Zaragoza lo que puede ser, sin duda, un espectáculo diferente, que tiene mucho de alucinante y que tiene mucho, también de virtual. Para ser claros ya desde el principio: Jackson, lo que es cantar, cantó ayer más bien poco en La Romareda. El despliegue técnico presentado, absolutamente sin precedentes en las grandes giras internacionales, le permitió no sólo dejar absolutamente boquiabierto al personal, sino también combinar sin problemas su voz real _sólo a ratitos_ con su voz pregrabada. A esta afirmación, desde luego, hay que pegarle detrás el adjetivo presunto, por si las moscas. Tampoco es plan ahora de enmendarle la plana a ninguno de los grandes críticos que en el mundo hay y que flipan en colores con Michael.


El concierto _o el espectáculo, o el montaje, o la feria_ comienza con una especie de vídeo-juego en imágenes que nos presenta a Michael montado en una nave espacial-montaña rusa, viajando por su historia y por la del mundo. La emoción aumenta poco a poco y, de repente, una explosión, unos fuegos artificiales _reales_ y brota del escenario una nave espacial habitada por un ser intergaláctico. Evidentemente, EL. Delirio colectivo, aplausos, lágrimas y el marciano se pone en movimiento. Eso sí que lo hace de verdad: Jackson baila y baila sin parar y, desde luego, a las mil maravillas. A pesar de que los años no perdonan a nadie, ni siquiera a los mitos, se mueve como quiere _recordemos que, precisamente, entre los espectadores estaban Julio Bocca y Joaquín Cortés_. Pero claro, una cosa es bailar y otra mantener el resuello. Como ambas cosas sólo las podría hacer Induráin _si bailara_ o alguien con su capacidad pulmonar, Jackson se sirve de la técnica para que la voz vaya por su cuenta. Sólo a ratos _pocos_ se le escucha respirar, incluso desafinar un poco, y decir repetidamente I love you.


El programa ofrecido incluyó todo lo previsto. Desde Scream, que abre la noche, a They don't care about us, The closet, Stranger in Moscow, You are note alone, The way you make me feel, Billie Jean, Thriller, Beat it, Dangerous, Black or white, Heal the World...


Obviando toda la virtualidad vocal antes reseñada, la cosa es ya pura técnica al servicio del espectáculo. Alucinante, desde luego, pero técnica. El escenario y todo lo que en él va incrustado debe de tener tanta tecnología como Cabo Cañaveral. Trampillas móviles, engranajes, grúas, mecanismos surtidos. Toda una gran feria mágica, un campo de atracciones para Michael y los suyos. Para contar y no parar. Todo listo, milimétricamente preparado. Y no sólo en lo cibernético, también en lo dramático: una espontánea fan que se le abraza, una toalla que tira al viento... Y hasta unas lágrimas de culebrón que Jackson se enjuga intentando acabar una de las canciones de los Jackson 5. En esos momentos de verdad que pareció un remix de sí mismo, Julio Iglesias y El Puma.


No podemos olvidarnos de hacer mención a la simbología?, también virtual, adosada a cada canción, cada imagen, cada gesto. Que empiece la cosa con una especie de desfile militar en escena, con banderitas yanqui y española juntas en plan estructura militar de la OTAN no es que a servidor le haga ninguna gracia. Y que al final se ofrezca un teatrillo con tanque y todo sobre el escenario pidiendo la paz en el mundo, hay que decir que resulta patético.


El que se quisiera creer todo lo visto ayer en escena habrá pasado la noche soñando, encerrado en la gameboy. Para el resto el alucinamiento habrá sido, en general, como el propio concierto: virtual. A un servidor le queda, además, la sensación de haber visto el autohomenaje de un ser perdido en su propio camino de baldosas amarillas y que necesita creerse su propio cuento.


No fue un reventón, para nada. Lo de ayer de La Romareda fue la gran reventada, una reventada intergaláctica del siglo que viene. Reventaron los fuegos artificiales al comenzar el concierto, casi revienta el personal poco antes _en cuanto se anunció la inminente llegada del esperado Jacko_ y se reventó de bailar _para delirio de sus fans y de toda la concurrencia_ el protagonista del espectáculo más total que se ha contemplado nunca en el campo de fútbol municipal, del que no se sabe si reventó hasta la hierba.


La Romareda se llenó. Nada más y nada menos que cuarenta y cinco mil almas aclamaron los frenéticos pasos del rey del pop, su despliegue de medios técnicos y efectos y las canciones más conocidas de ese Michael Jackson, que, sin duda, dejó una huella indeleble para muchos.


Pasadas las seis y media de la tarde, más de una grada completa esperaba ya al cantante. Y, en el público, se mezclaban todos los pelajes. Estaban los niños que iban a vivir su primer concierto, estaban sus padres, no faltaron los del polo azul marino con la bandera de España, ni los rapados, los del riguroso castellano y aquellos de las botas de Michael Jordan, tan propias para un evento como el de ayer, que tampoco se quisieron perder numerosos personajes famosos. Este fue, sin duda, otro de los ingredientes más celebrados de este espectáculo total.


Jackson encandiló al personal desde el principio. Cada gesto, cada efecto, cada paso, cada imagen _todo ello muy bonito_, se correspondía con reacciones directas _y muy calculadas_ del público, que sustituyó los mecheros por collares de neón para acompañar los momentos más tiernos de la History de las canciones de Jackson. Y en medio de todo, el aclamado como rey del pop se montó un dramón sobre los recuerdos de su prolongada infancia que dejó a la masa entre sobrecogida y muerta de risa.


En las barras, no se sirvió alcohol de alto octanaje _sólo había cerveza y refrescos_, pero a cambio el público se puso a gusto de salchichas y patatas fritas. Y es que ningún detalle se descontroló, salvo las subidas y bajadas a las gradas y baños, que en algunos momentos se colapsaron hasta el punto de que Protección Civil tuviera que impedir la salida desde la alfombra verde colocada sobre el césped. Una circunstancia que, según dijeron, nunca está prevista.


Lo que nadie puede dudar, después de presenciar el maremoto que organizaron Jackson y su banda en las gradas de La Romareda, es que tendrán que pasar unos cuantos años para ver en Zaragoza y, muy probablemente, en España un montaje que dejara al público tan ensimismado y deslumbrado. Seguro que habrá que esperar al siglo que viene.


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_Por lo menos hace buena noche! _se consolaban las señoras, mientras esperaban, literalmente amontonadas en los porches de La Romareda, a que llegara la Infanta. Pasaba una hora y otra y nada. Cientos de personas arremolinadas. Llegó el presidente de Aragón con varios niños; llegó la alcaldesa con su marido. Nada.


Ni aplausos.


_Mamá, entran por el morro?


_Ay, hija, qué inocente eres!


_Y no podríamos comprar una entrada? Anda, ahora sólo valen 2.500!


_Olvídame! Hemos venido a ver a la Infanta!


Llegó la Infanta, tan guapa. Aplausosss. Mientras, La Romareda engullía y se empachaba de jóvenes carrozas y de jóvenes a secas, que los había de todas clases. Lo mejor para estos casos es fijarse en los zapatos: mucha Nike, mocasín y bota acordonada. Pero lo mejor, lo mejor...


_Lo mejor es el guarda de la puerta ésa!


Y en la susodicha puerta:


_Hombreee... _recriminaba una chica a su pareja_ déjale al guarda que me cachee bien cacheada, que el mal rato se pasa enseguida!


Los espectadores que accedían al campo lo hacían por un triple filtro. El primero leía la entrada con un aparato de luz azul y una sonrisa; el segundo _el guarda_ lo cacheaba a uno y pedía que abandonaras la comida, que formó pequeñas montañas de botellas y manzanas; el tercero, como un flan:


_Hala, pa'dentro.


(En la puerta de gol sur le pillaron a uno una cámara de fotos escondida en el bocata).


Los reventas temblaban.


_Quieres una? La vendo a precio de coste, a 6.500 pelas.


_No te pases, maño, que yo soy de aquí y ya sé que la has comprado a 5.000!


_Hay que ver cómo es la vida, los pobres nos quedamos fuera... _se lamentaba un chico con tres coletas_. Yo que me he hecho mil kilómetros a dedo. Te parece que vayamos a la puerta de minus (disminuidos) a ver si nos podemos colar?


También había personal contento. Los policías, pendientes de los carteristas; los guardas, pendientes de las entradas falsas; los de la Cruz Roja, pendientes de todo. Hasta mitad del concierto, hubo alguna persona con dolores de tripa, por los nervios y lipotimias, por la tontura: Nada grave, se les pasa en diez minutos.


_A dos mil, yo la he comprado a dos mil! _entró gritando un chico a las diez en punto.


_La ruina, la ruina _se alejaba quejoso el reventa.


Un haz de luz proveniente del interior del estadio dibujaba una luna de mentirijillas sobre una fachada. Del interior del campo llegaban las canciones sordas como si las oyeras en una radio estropeada. Un grupo de chicas y chicos gritaban junto al estadio.


_Aaahhh!! Aaarrrggghhh!!


_Qué hacéis?


_Ensayamos gritos. Tú tampoco tienes entrada?


_No.


_Pues grita con nosotros.


_Aaahhh!!!


Acompañada de un grupo de amigos, la Infanta Cristina llegó ayer a la Romareda para presenciar el concierto de Michael Jackson. Al volante de su propio coche su Alteza puso el colofón a un goteo de personalidades del mundo del espectáculo, la política y la economía que acudieron al reclamo del cantante norteamericano. Dicen que antes estuvo saludando a Jackson en su camerino, lo que explicaría el retraso con el que entró en el estadio.


Tres cuartos de hora estuvieron esperando la alcaldesa y el presidente autonómico la llegada de la Infanta Cristina. Luisa Fernanda Rudi y Santiago Lanzuela habían arribado a la entrada vip a las 20,45, un cuarto de hora antes de la prevista llegada de la Infanta. Ambos vestían de manera informal, sobre todo la alcaldesa, que llevaba una americana clara, pantalones y zapato plano. Lanzuela, más previsor, llevaba un forro polar sobre los hombros. A las 20,58 descendieron las escalinatas y se dispusieron a esperar la llegada de su Alteza, como manda el protocolo. A las 21,40 seguían en el mismo sitio, Lanzuela con semblante afable, Rudi con el gesto más serio. Desde el otro lado de la calle, un espontáneo gritó: Alcaldesa, qué frío en los pies no? Pero ella no se dio por enterada.


La Infanta llegó casi a las diez menos cuarto, al volante de un Golf de color verde oscuro. Vestía muy informal, con una camisa de terciopelo negro, vaquero blanco y mocasines negros. Muy bronceada, más delgada y atractiva de lo que aparece en las fotos, ascendió las escaleras y se paró brevemente a charlar con la prensa. Al preguntarle si le gustaba Michael Jackson, hizo un mohín y contestó que sí. Luego desapareció.


El público que abarrotaba las vallas de seguridad seguía aguantando el frío con la esperanza de ver a algún famoso más. Pero lo mejor había pasado. Desde las ocho menos cuarto que llegó Gustavo López, del Real Zaragoza, y el más madrugador, el goteo de personajes no paró. Primero pasaron todos los jugadores del Zaragoza, seguidos por su técnico, Víctor Fernández. Les siguieron los concejales del Ayuntamiento; Alfonso Solans, presidente del Zaragoza; José Ignacio Senao, presidente de la DPZ; Juan José Sanz, presidente de la Opel; el futbolista Rubén Sosa; Rafael Zapatero, consejero de Industria. Se esperaba a Manuel Pizarro, presidente de Ibercaja, pero no se le vio.


Pero los famosos de revista estaban por llegar. A las nueve aparecieron Javier Gurruchaga y Penélope Cruz, ambos de negro de los pies a la cabeza, siguiendo la norma oficiosa del concierto: mucho cuero negro, mucho aire años setenta, mucha camiseta Calvin Klein.


Al poco, y muy discretamente, llegó el bailarín Julio Bocca, pero tan discretamente que más de uno se preguntaba si de verdad había entrado. En cambio, su compañero de profesión, Joaquín Cortés, hizo una entrada de estrella. Bajó de un salto del coche, subió de dos saltos las escaleras y se dispuso a posar ante la prensa. Llevaba una camisa azul eléctrico y el resto, como no, era negro riguroso. Unos metros más allá, Luisa Fernanda y Lanzuela contemplaban la escena sin decir nada, mientras seguían esperando a la Infanta. En esto llegó Pino Sagliocco, promotor del concierto, cogió a Cortés del brazo y se lo llevó, también de dos saltos, es de suponer que al camerino de Michael Jackson. El público, que apenas podía seguir los saltos del artista, gritaba su nombre desde las vallas: Joaquín, Joaquín, casi con tanto entusiasmo como si fuera el propio Michael Jackson.


Había hambre de caras conocidas. Pero Gabino Diego, David Trueba, Alejandro Sanz, que eran esperados en la entrada de personalidades, no llegaron. Dicen que eligieron compartir césped con la gente, como hizo Carmina Ordóñez, madre del torero Fran Rivera y asidua de la prensa rosa. Al final, por la puerta 2 pasó, sobre todo, mucho vip desconocido.


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El sector hostelero de Zaragoza no ha notado efectos especiales con la presencia del cantante norteamericano en Zaragoza. Los propietarios de restaurantes y bares cercanos a la Romareda así como los que tienen establecimientos en lugares céntricos de la capital aragonesa se quejaban ayer de la escasa repercusión de la visita del ídolo musical a Zaragoza. En el restaurante San Siro, el dueño afirma que lo de Jackson no nos ha traído nada de nada. Un único grupo de extranjeros rompió ayer la rutina de este bar cuando acudió a comer a esta céntrica terraza zaragozana. Los del centro no hemos notado más afluencia de público, concluye el responsable. Otro de los sufridores del concierto es el restaurante Rogelios, situado junto al estadio de futbol. El propietario de este local se quejó ayer de que las calles de acceso a su negocio estuvieran cortadas desde por la mañana no sólo al tráfico sino también a los peatones. De esta forma _explicó_ el que viene desde el Auditorio hacia aquí tiene que dar un rodeo por toda la manzana trasera. Este también denunció los nuevos chiringuitos de bebida y comida situados frente al campo que, según su opinión, le perjudicaban. En el bar Maza, también cercano al lugar del concierto, las ventas no se correspondieron con las previsiones. Esto va muy lento _dijo el dueño_ la gente se ha gastado el dinero en la entrada y no tiene un duro para más. Para Maza, los cortes de tráfico y la situación de los chiringuitos no afectaba su beneficio porque según comentó me he asomado a la azotea y esto no es más que un partido normalico de domingo.


Acompañado de lloros, palmas y gritos de fans proclamando su nombre, Michael Jackson salió por fin a las ocho de la tarde de ayer por las puertas del hotel Boston. Una multitud de gente que se agolpaba contra los dispositivos de seguridad, colocados en la puerta del hotel y a ambos lados del camino de las Torres, empezó a revolverse, a gritar y sollozar ante la presencia de su gran ídolo mientras éste, tranquilo, cruzaba la calle para saludar a todos sus seguidores. Sombrero y pantalones negros, calcetines amarillos bajo los mocasines, casaca militar y su característica máscara. Michael salió solo, sin sus sobrinos, los 3T, y sin Joaquín Cortés, aunque algunos aseguraban que éste se encontraba en el hotel, discutiendo un proyecto sobre un vídeo musical conjunto.


El rey del pop se hizo esperar hasta las ocho de la tarde. Mientras, su mano lanzaba globos y hasta una servilleta firmada. Niños y adultos sólo querían verlo aunque fuera a través de la ventana, aunque sólo asomara una mano y ésta ni siquiera fuera la suya. Algunos afortunados pudieron tocar su mano e incluso entregarle algún regalo. Otros se conformaron con verle de lejos y corrieron tras la furgoneta. Jackson tuvo el mejor escolta del mundo: el calor del público zaragozano.


La salida del cantante desde el hotel Boston hacia la Romareda estuvo escoltada en todo momento por unidades de la policía local que tuvieron que actuar sobre la marcha. La Policía dio la orden de cortar las calles en función del recorrido del artista desde el Camino de las Torres hacia Constitución, Gran Vía hasta Fernando El Católico. Los cortes se realizan por motivos de seguridad y para evitar estacionamientos en determinadas calles cercanas al estadio, explicó uno de los oficiales. Tenemos que dejarnos guiar por las circunstancias y según las avalanchas y afluencia de la gente, concluyó.


El servicio de Urgencias del Hospital Miguel Servet de Zaragoza tuvo todos los dispositivos preparados para atender a los posibles heridos y afectados por la multitud y la emoción de ver a Michael Jackson. Uno de los médicos de guardia aseguró que se había reforzado el personal sanitario en Urgencias pero puntualizando que la medida se adoptaba para todos los acontecimientos multitudinarios. La intensidad de nuestros servicios no es algo especial de hoy _dijo el médico_; esto también se hace cuando pasa la Vuelta Ciclista o viene otro cantante.


Tan sólo tres fueron los afortunados que el lunes por la tarde pudieron subir a ver a Michael Jackson a su habitación. Uno de ellos fue un chico holandés de diecisiete años que se dedica a perseguir al cantante en todos sus conciertos siempre que sus estudios no se lo impidan y cuando actúa cerca de Amsterdam, su ciudad natal. En cada viaje procura alojarse en el mismo hotel que Jackson y se ha convertido en un especialista tal que sólo por la mirada de sus ojos y la estatura puede distinguir si se trata del auténtico o de un doble. El holandés aseguró que el que sale en las fotos publicadas por la prensa es el auténtico.


Siguiendo el más puro estilo familiar, una maquilladora profesional se ocupó ayer de los Three T antes de aparecer ante los medios de comunicación. Con las ojeras bien tapaditas, Taj, Taryll y Tito Jackson, accedieron a un breve encuentro con HERALDO en la mañana de ayer. Están en pleno lanzamiento internacional y, si bien intentan aprovechar el trampolín que supone ser sobrinos de Jackson, sus managers temen también que queden eclipsados por su figura. Sin embargo, no queda más remedio que preguntar cosas sobre el tío Michael, padrino artístico de las criaturas.


_No temen comparaciones _fáciles de hacer, por otra parte_ con los Jackson 5?


_Desde luego, en nuestro estilo hay ciertos puntos en común, y nos gustaría llegar tan lejos como ellos en el plano artístico. De todos modos, con el tiempo intentaremos demostrar que tenemos suficiente personalidad como para ser nosotros mismos. Ofrecemos una música positiva, llena de influencias, desde los propios Jackson 5 hasta Phil Collins.


_Su tío Michael se ha quejado en ocasiones de haber perdido su infancia y su adolescencia por culpa del trabajo como artista. Les preocupa el asunto?


_Esperemos que la popularidad no nos afecte. Es cierto que estar como Michael, sin casi poder salir del hotel o moverse con libertad, es difícil. Pero las satisfacciones artistas son muy grandes, pueden con todo eso.


_Nacer en el seno de la familia Jackson implica dedicarse al show-bussines casi por obligación?


_Todo lo contrario. Nuestros padres siempre nos dieron libertad total para elegir nuestros destinos. De hecho, queríamos ser jugadores de beisbol. Luego tuvimos que convencerles para que nos ayudaran a ser cantantes, y ahora nos apoyan totalmente.


_Cómo ven a Michael Jackson? Cómo es su relación con él?


_Lo vemos como a un hermano mayor. El nos aconseja y nos cuida. Por otra parte, lo tenemos como un ídolo, como un personaje al que admirar. Nuestra relación es muy buena.


_Les da consejos habitualmente? Podrían destacar alguno?


_Siempre nos dice que hay que superarse a sí mismo, que no hay que rendirse y ser siempre un poco mejor cada vez.


(Los Three T habían llegado en la madrugada del martes a Zaragoza, procedentes de Madrid. En la mañana de ayer, todavía no habían podido saludar a su tío).