BICENTENARIO

El día de los tres tíos Jorges

El Arrabal zaragozano conmemoró ayer los 200 años de la muerte del famoso héroe de los Sitios dedicándole una ofrenda de flores, música y una placa.

El primer tío Jorge toma el sol de una hermosa mañana de noviembre. Es una figura de corcho blanco pintada, a la que le falta un dedo, que han colocado en el parque a falta de la verdadera estatua del monumento al héroe de los Sitios de Zaragoza, que ya está restaurada de los daños producidos por el vandalismo, pero no puede volver a ser instalada hasta que su autor, el artista Ángel Orensanz, dé el visto bueno. Uno de los vecinos que se han congregado con motivo del homenaje que se rinde al tío Jorge al cumplirse 200 años de su muerte dice que es "una vergüenza" tener que conmemorarlo así, un poco en precario, cuando estamos en pleno Bicentenario de los Sitios.


Pero el medio centenar de ciudadanos que ha acudido al parque del Tío Jorge se lo toma en general con buen humor, escucha los pasodobles tocados por la Banda del Club Social de Empleados Municipales y rodea de claveles la blanca estatua, cuya estampa con una flor en el cañón de su escopeta parece evocar pacíficas revoluciones portuguesas, en lugar de sangrientas batallas por la independencia española.


Pasado el mediodía, mientras los músicos atacan "Mesonera de Aragón", se acerca por el paseo del parque la comitiva de autoridades, acompañada por una pintoresca selección de héroes de los Sitios, que no son sino miembros de los Voluntarios de Aragón y de la asociación Royo del Rabal ataviados a la manera de Agustina, el padre Boggiero, Casta Álvarez, Sas o el mismísimo tío Jorge.


A este segundo tío Jorge del día lo encarna Cristóbal Royo, con una indumentaria calcada a las de los grabados que dan fe del aspecto del valeroso vecino del Arrabal que, en 1808, "salió a buscar a Palafox a La Alfranca para que viniera a defender Zaragoza, y el general, en agradecimiento, lo hizo capitán", recuerda Royo. Él admira del personaje "su presencia, capaz de atraer a la gente y movilizarla", y junto al resto de los presentes marcha tras la ofrenda floral hasta la calle Jorge Ibort -verdadero nombre del famoso y bravo tío-, donde va a descubrirse una placa conmemorativa. Es la misma que Alfonso XIII inauguró en 1908, con motivo del primer centenario de los Sitios, pero restaurada y recolocada en el renovado edificio donde vivió en su día el tío Jorge.


La consejera de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, Pilar Alcober, y Lola Ranera, presidenta de la Junta del Distrito Arrabal, tienen el honor de descorrer la cortinilla. Harina de otro costal es colgar la corona de victorioso laurel bajo la placa. La elevada posición del clavo causa problemas y los congregados en la estrecha calle corean un "huyyyy" cuando se cae al primer intento, aplaudiendo después cuando por fin queda colocada sobre la inmaculada fachada azul. Una salva de disparos de los Voluntarios de Aragón parece ir a cerrar el acto, al que han asistido la baronesa Elisa Bárbara de L'Hotellerie (descendiente del barón de Warsage, muerto en los Sitios cuando acudía a socorrer a los vecinos del Arrabal); el director de la Fundación Zaragoza 2008, Jesús Ángel González; y el presidente de la Asociación Cultural Los Sitios, Santiago Gonzalo, entre otros. Pero aún queda algo: Rafael Tejedor, presidente de la Asociación Tío Jorge Arrabal, recibe por sorpresa, como reconocimiento a su labor, una reproducción de un fusil de la época de los Sitios, y escucha emocionado decir que a él, como en su día a Jorge Ibort, también se le podría llamar "cuellicorto y hombre de corezón generoso". Parece que el Arrabal sigue dando grandes tíos.