PREMIOS ÓSCAR

Javier Bardem exalta su dinastía familiar tras recibir su histórico Óscar

Los pronósticos acertaron. Y con ellos un actor español entró a formar parte de la historia y la magia de los premios Óscar. Javier Bardem recogió la estatuilla dorada en la 80 edición de los galardones, que será recordada por su igualdad. Ninguna favorita se fue de vacío, si bien “No es país para viejos”, con los hermanos Coen al frente, fue la triunfadora de la noche al ganar en cuatro categorías, entre ellas las de Mejor Película y Mejor Director. “El ultimátum de Bourne”, con tres Óscares, “Pozos de ambición” y “La vida en rosa”, con dos, le siguieron en el cómputo general. Daniel Day-Lewis y Marion Cotillard triunfaron con su interpretación de un egocéntrico magnate petrolífero y la musa de la canción Edith Piaf, respectivamente.


El actor español dedicaba su Óscar a los hermanos Cohen y a su familia: "Mamá, esto va por ti, por los abuelos Rafael y Matilde. Va por los cómicos de España que llevaron la dignidad y el orgullo a nuestro oficio. Esto es para España".


El hecho de que Bardem estuviera sentado en primera fila junto a Jack Nicholson, una vez más escondido entre sus gafas de sol, era buena señal. Y los guiños del presentador Jon Stewart al inicio de la ceremonia también hacían intuir el éxito del canario. A las 3.18, hora española, Jennifer Hudson (ganadora el año pasado por “Dreamgirls”) fue la encargada de sacar el sobre con el nombre de Bardem. Exultante a la vez que nervioso, este subió las escaleras del escenario. Tras unos agradecimientos en inglés y hacer referencia al peinado imposible que luce en la piel del asesino Anton Chigurh, el actor eligió el español para dedicar el premio a su familia, sobre todo a su madre Pilar, y a todo el país. Con la estatuilla en sus manos, Bardem concluye de la mejor forma posible su exitoso periplo por Hollywood tras varios meses de reconocimiento en forma de premios y aplausos de la crítica.


Bardem fue uno de los protagonistas de una gala algo deslucida. Se notó en exceso lo limitado del presupuesto, a diferencia de ediciones anteriores, y los guiones de los actores que anunciaban los premios resultaron demasiado protocolarios y desdibujados. En este sentido, las consecuencias de la prolongada huelga de guionistas se hicieron notar, pero, con todo, la ceremonia fue ágil y se notó la impronta de Jon Stewart, que presentó de forma acertada con diálogos concisos y sutiles. En las cerca de tres horas y media de espectáculo, también hubo tiempo para recordar, mediante breves vídeos, algunos de los momentos más destacados de la historia de los Óscares y, por lo tanto, del propio cine.

La noche de los Coen


Joel e Ethan Coen acapararon los principales galardones. Esta vez no hubo reparto en las categorías relativas a película y director, en las que se alzó vencedora “No es país para viejos”. Los prestigiosos realizadores lograron además el Óscar al guión adaptado, si bien no pudieron hacer pleno, ya que el cuarto premio al que aspiraban (Mejor Montaje, bajo el seudónimo de Roderick Jaynes) fue a parar a “El ultimátum de Bourne”, gran triunfadora en el apartado técnico.


Daniel Day-Lewis no dejó sitio para las sorpresas y sumó su segunda estatuilla por “Pozos de ambición”. Su triunfo estaba cantado gracias a una actuación tan brillante como excesiva. Las apuestas fallaron en las categorías femeninas. La emotiva entrega del Óscar a Julie Christie finalmente no tuvo lugar y este recayó en la joven Marion Cotillard por su fiel interpretación de Edith Piaf, por más que el maquillaje (también premiado) tenga mucho que decir al respecto. Más abiertas estaban las cosas en el apartado de actriz de reparto, aunque sonaba con más fuerza Cate Blanchett. Por ello sorprendió el Óscar para la británica Tilda Swinton, conocida por su papel de la Bruja Blanca en “Las crónicas de Narnia”. Como curiosidad, cabe destacar que en esta edición todos los galardones de interpretación los recogieron actores europeos.

Otras categorías


“No es país para viejos”, “Pozos de ambición”, “La vida en rosa” y “Michael Clayton” ganaron los principales Óscares, mientras que “Expiación”, que aspiraba a siete, solo ganó uno, el relativo a banda sonora, por lo que un año más el español Alberto Iglesias se fue de vacío. Por su parte, la Academia recompensó a la “indie” “Juno” el premio al Mejor Guión Original. Subió a recogerlo su autora, la bailarina de “striptease” Diablo Cody, quien probablemente llevaba el vestido más estrafalario de la noche.“Sweeny Todd” ganó el de dirección artística, “La brújula dorada” el de efectos visuales y “Elizabeth. La edad de Oro” el de diseño de vestuario. Y, como era de esperar, “Ratatouille” obtuvo el reconocimiento a la mejor obra de animación.


En la lotería del apartado de película extranjera, la austriaca “The counterfeiters” (“Los falsificadores”, en español), quizá la más conocida de las finalistas, se llevó el gato al agua, y con ella su director, Stefan Ruzowitzky, curtido en el género de terror con títulos como “Anatomía” y su secuela. Penélope Cruz le entregó la estatuilla.


Glen Hansard y Marketa Irglova, intérpretes de “Once”, alabado filme que narra la historia de amor entre dos músicos callejeros en Dublín, desbancaron a “Encantada” y lograron el Óscar a la Mejor Canción, cuyo fallo fue muy aplaudido por los asistentes a la ceremonia.

El componente político también estuvo presente en los Óscares. Jon Stewart hizo varias referencias a las elecciones a la Casa Blanca, incluyendo una broma sobre la edad del candidato republicano McCain, y el documental "Taxi to the dark side", muy crítico con las torturas de EE. UU. en Iraq, Afagnistán y la cárcel Guantánamo, obtuvo el premio de la Academia.