PAÍS VASCO

La retirada de Ibarretxe da todo el poder en el PNV a Urkullu

La retirada de Juan José Ibarretxe va a permitir al líder del PNV, Iñigo Urkullu, hacerse con todo el poder en su partido. Una situación nueva en las filas nacionalistas que en los últimos 30 años han tenido un modelo de funcionamiento bicéfalo, con un presidente en el Gobierno vasco y otro en la organización. Urkullu tendrá así la oportunidad de dar a conocer sus intenciones políticas, es decir, si mantiene la deriva soberanista imprimida por el ex lehendakari o da un golpe de timón hacia posturas autonomistas y posibilistas.


La posición política del presidente del PNV es una incógnita que ahora tendrá la oportunidad de despejar. Llegó al liderazgo del partido tras otro abandono, el de Josu Jon Imaz, quien prefirió dejar la nave en septiembre de 2007 para evitar una confrontación con Ibarretxe con la que se corría el riesgo de abocar al partido a una escisión similar a la de 1986, cuando Carlos Garaikoetxea se marchó y fundó Eusko Alkartasuna por sus divergencias con Xabier Arzalluz.


Urkullu es, en teoría, un hombre de la línea Imaz, quien encarnaba el proyecto moderado y pactista del PNV, proclive a los acuerdos con los socialistas, frente a los planes independentistas de Ibarretxe, firme defensor de la tesis de acumulación de fuerzas del nacionalismo. Pero cuando asumió el liderazgo del PNV, en noviembre de 2007, optó por un discurso conciliador con las tesis del entonces jefe del Ejecutivo autónomo a fin de evitar nuevas fisuras en el nacionalismo, pese a que sus diferencias, confesadas por él mismo, eran notables.


Ahora no tiene el condicionante del ex lehendakari, aunque la estrategia soberanista cuenta con un amplio respaldo en el partido.


Urkullu, que mantiene abiertos cauces de comunicación con el Gobierno de Zapatero, ha sabido mover sus peones y tiene mayoría en la ejecutiva del PNV, los portavoces nacionalistas en el Congreso y Senado son de su cuerda, y aunque Joseba Egibar, claro exponente de la línea independentista, retendrá la portavocía en la cámara de Vitoria, tiene el marcaje estrecho de Andoni Ortuzar, mano derecha del líder nacionalista. Cuenta asimismo con el respaldo de los poderosos presidentes de las Diputaciones.

4 de marzo


Urkullu dio una pista sobre sus intenciones cuando no hizo nada para evitar el adiós de Ibarretxe, el dirigente que ha obtenido los mejores resultados electorales para el nacionalismo en las últimas décadas. No pidió al ex lehendakari que reconsiderara su posición y eso que la conocía desde tres días después de las elecciones del 1 de marzo. El líder nacionalista confesó en su 'blog' que el 4 de marzo Ibarretxe "dejó claro" a la dirección del partido que «¡2su deseo era abandonar la política activa" y "hemos respetado sus deseos". Desde el entorno del ex lehendakari se reconoce que fue así y aunque "lo tenía decidido, le hubiera gustado que alguien le pidiera que se quedara".


Su siguiente paso, una vez formalizada la retirada, ha sido no designar un líder de la oposición que reemplazara al ex lehendakari con el argumento de que no hay elecciones hasta dentro de cuatro años. Ese papel opositor al Gobierno del socialista Patxi López piensa desempeñarlo en persona, y hay indicios que la etapa deslegitimación a los nuevos gobernante tiene fecha de caducidad.


Los socialistas dicen tener datos de que habrá un cambio de rumbo del nacionalismo después de escenificar su indignación por la forma en que ha sido desalojado del Ejecutivo vasco. Urkullu también alimentó esa posibilidad al declarar que con el abandono de Ibarretxe "se abre una nueva etapa". Pero no indicó en qué sentido.


De momento, mantiene que los postulados del ex lehendakari son los suyos y mantiene el discurso irritado con los socialistas. Para el PSE es cuestión de tiempo y Rodríguez Zapatero también cree que será así. Incluso ha bromeado con el portavoz en el Congreso, Josu Erkoreka, por la, a su juicio, falsa convicción que pone en su papel de ofendido.