EMOTIVO ACTO EN LOGROÑO

La Guardia Civil despide entre lágrimas a los "valientes" asesinados en Afganistán

Los Príncipes y los ministros Rubalcaba y Chacón presidieron el funeral en la base de la UAR en la capital riojana.

El Príncipe impone a título póstumo la medalla al mérito militar con distintivo rojo a los fallecidos
La Guardia Civil despide entre lágrimas a los "valientes" asesinados en Afganistán
EFE

Ni los más 'duros' de la Guardia Civil, los miembros de la Unidad de Acción Rural (UAR), lograron contener las lágrimas durante el último adiós al capitán José María Galera Córdoba y al alférez Leoncio Bravo Picallo en la Comandancia de Logroño. Más de 2.000 uniformados asistieron al funeral que presidieron los Príncipes y los ministros de Defensa e Interior, Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba. Las honras fúnebres de la tercera víctima, el traductor hispano-iraní Ata'ulláh Taefy Kalili, cuyos restos llegaron a España junto a los de los dos agentes, tendrán lugar hoy en la localidad zaragozana de Cuarte de Huerva, donde residía.


La oscuridad hizo aún más sobrecogedor el funeral por los dos guardias. La ceremonia comenzó pasadas las 20.30, con más de una hora y media de retraso debido a que las autopsias en Madrid se alargaron, y la noche envolvió los continuos sollozos de los familiares de Galera y Bravo. Un llanto sostenido que no se apagó ni cuando los Príncipes, nada más llegar al Centro de Adiestramientos Especiales de la UAR, intentaron consolarles.


Junto a los familiares, que apenas si pudieron velar los restos del capitán y alférez durante unos minutos debido a la demora, se situaron una veintena de compañeros de promoción de Galera, militares y guardias, los mismos que hace apenas un año habían asistido a su boda y que ahora, con el rostro desencajado y en la penumbra, tampoco podían ocultar sus ojos húmedos.


Los féretros de los dos funcionarios asesinados llegaron al que hasta ahora había sido cuartel al son del himno nacional, envueltos en la bandera de España, a hombros de 16 de sus compañeros de unidad y con una guardia de honor de 30 agentes de las unidades antiterroristas de los Grupos de Acción Rápida, a los que el Príncipe, vestido de teniente coronel de Tierra, pasó revista.


Don Felipe fue el encargado, antes de que comenzara el oficio religioso y cuando todavía no había caído el sol totalmente, de imponer sobre los féretros las dos condecoraciones que el Gobierno ha concedido a los agentes: la cruz del mérito militar con distintivo rojo y la orden del mérito del cuerpo de la Guardia Civil.


Oficiaron la ceremonia el arzobispo castrense, Juan del Río; el obispo de Logroño, Juan José Omella, y otra decena de sacerdotes. Durante su homilía, del Río lamentó el atentado contra los "valientes guardias civiles" que, dijo, "repugna a la razón, degrada la dignidad humana y enfrenta a los pueblos".


Fue tras la misa cuando se vivieron los momentos más emotivos, ya sin luz natural y con buena parte del acto iluminado con linternas. Las lagrimas se desbordaron con el homenaje a los funcionarios caídos en acto de servicio y cuando los centenares de gargantas entonaron 'La muerte no es el final'.


Las salvas de los subfusiles de la UAR rompieron entonces un silencio lleno de lamentos y, de nuevo, los sollozos volvieron con el himno de la Guardia Civil. Un cerrado aplauso y la marcha fúnebre despidieron los dos féretros, de los que se hicieron cargo sus familiares. La familia del capitán tenía previsto llevar sus restos, por vía aérea, hasta Tarazona, Albacete, mientras que los allegados del alférez pretendían incinerarle en el mismo Logroño.Llegada a Torrejón

Los restos mortales de los dos guardias civiles y el traductor habían llegado a España por la mañana, a bordo de un Airbus A-310, que aterrizó a las 11.00 en la base de Torrejón de Ardoz, en Madrid. Junto a los cadáveres de Galera, Bravo y Taefy llegaron el director de la Policía y la Guardia Civil, Francisco Javier Velázquez, y el jefe de Estado Mayor de la Defensa (Jemad), el general José Julio Rodríguez, quienes viajaron el miércoles a Afganistán para hacerse cargo de los cuerpos.


A pie de escalerilla les esperaban los familiares y amigos de las víctimas acompañados por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, los ministros del Interior y Defensa; el líder del PP, Mariano Rajoy; los presidentes de Castilla-La Mancha, José María Barreda, y Madrid, Esperanza Aguirre, y los portavoces del PSOE y del Partido Popular.


En una ceremonia íntima en la misma base aérea, el arzobispo castrense ofició un breve responso para los dos agentes, mientras que un imán hizo lo propio para el traductor, de fe chiita Bahá'í. Acto seguido, los restos mortales de los dos funcionarios y el intérprete fueron llevados al Instituto Anatómico Forense para practicarles la autopsia.


En la pista del aeródromo, Zapatero y Rajoy mantuvieron un improvisado e informal encuentro en el que charlaron sobre la situación de la misión española en Afganistán. Ambos, junto a Pérez Rubalcaba y Chacón, fueron informados por el jefe de Estado Mayor de la Defensa sobre los pormenores del atentado y la situación de las tropas en la zona.