EL ANÁLISIS

La armonía de la familia socialista se resquebraja

La reforma laboral amenaza el vínculo entre los socialistas y sus "hermanos" de UGT. Como cuando Redondo se enfrentó a González.

Fernández Toxo
Fernández Toxo enseña los dientes al Gobierno con una campaña de manifestaciones
HERALDO

La reforma laboral rompe la familia socialista. La falta de acuerdo ha supuesto un revés importante para los sindicatos mayoritarios, que ven cómo su protagonismo institucional merma, aunque son todos los interlocutores implicados (Gobierno, CEOE, CEPYME, CC. OO. y UGT) en el diálogo social los que ven deteriorada su imagen. Han demostrado escasa valía y capacidad para el consenso en momentos muy críticos. Uno de los peores tragos es para UGT, que ve cómo ha saltado por los aires la armonía que mantenían el partido y el sindicato 'hermanos'. Mientras tanto, la unidad de acción entre las dos centrales más importantes vive momentos idílicos. No solo son los líderes de ambas organizaciones, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, quienes lo aseguran, también las federaciones y uniones territoriales lo sustentan.

¿Donde estaba Isidoro?

La situación es preocupante. Algunas voces de la central socialista advierten de que "¡ojo! no se vuelva a repetir aquella confrontación insalvable" que durante años enfrentó al anterior secretario general de UGT, Nicolás Redondo, con el líder del PSOE y jefe del Ejecutivo desde 1982 hasta 1996, Felipe González. Redondo denunció y mantiene todavía que González hizo una política económica impropia de los socialistas. Aseguró no reconocer en el presidente del Gobierno al Isidoro con el que compartió lucha e ideales en la clandestinidad. Isidoro era el apodo utilizado por Felipe González en los últimos años del franquismo.

La inquietud se extiende al PSOE. Varios diputados socialistas procedentes de la UGT se sienten traicionados por el Gobierno por abaratar y facilitar el despido. Incluso se autopreguntan qué hacer a partir de ahora. El ex secretario general de CC. OO., Antonio Gutiérrez, que ocupa un escaño por el PSOE, defiende que el grupo parlamentario actúe con independencia frente al Gobierno. Gutiérrez ocupó el máximo sillón de Comisiones entre 1987 y 2000 y convocó, junto con Nicolás Redondo, las huelgas generales de 1988, 1992 y 1994 contra la política económica de González.

Cándido Méndez asegura a su organización que hizo "todo lo posible por el entendimiento en la mesa de negociación". Tras el fracaso del paro de 24 horas de los empleados públicos comentó ante un grupo de allegados la necesidad de poner toda la carne en el asador para alcanzar un acuerdo, consciente de que era preciso evitar un segundo fracaso en la misma legislatura. Cerró los ojos a la realidad y fue el principal artífice del optimismo que en la madrugada del 10 de junio cundió en torno a que el pacto estaba al alcance de la mano.

Sin embargo, fuentes del Ministerio de Trabajo señalan que esa noche "ni sindicatos ni empresarios movieron posiciones". "Se llamó a los asesores de CC. OO. y UGT -continúan- para ver si se conseguía algún avance, pero fue inútil".

Comisiones, en su defensa, asegura que el nivel de conocimiento de la legislación laboral entre los interlocutores era "muy bajo".

Hablaban de medidas sin analizar las consecuencias de su aplicación, desvela. Algo parecido a lo que ocurrió a última hora del pasado martes, cuando el presidente Zapatero, conocedor ya de que no se libraba de la huelga general, radicalizó su postura y defendió la imposición del denominado "contrato único", con una indemnización inferior a cualquiera de los despidos existentes antes de la entrada en vigor de la reforma.