Alberto Núñez Feijóo: su gran reto, en el aire

El político de Os Peares no ha logrado reeditar en España las mayorías absolutas que logró en Galicia y lo tendrá muy difícil para alcanzar la presidencia del Gobierno, para la que, en cualquier fórmula, necesitaría a Vox.

Alberto Núñez Feijóo: su gran reto, en el aire
Alberto Núñez Feijóo: su gran reto, en el aire
Rivaherrera

Cuando el 18 de junio de 2018 Alberto Núñez Feijóo reunió a los suyos en un hotel de Santiago de Compostela, nadie esperaba que el barón más fuerte del PP, sobre el que estaban puestas todas las miradas, se descartase para dar la batalla por la sucesión de Mariano Rajoy. Era el elegido pero dejó pasar el tren a Madrid para cumplir el "compromiso" con su tierra. "No puedo fallar a los gallegos, porque sería, además, fallarme a mí mismo", dijo, convirtiéndose en un contrapeso interno en la formación conservadora. Cuatro años después, sin embargo, cuando la crisis en torno al liderazgo de Pablo Casado estalló en Génova, sí respondió a la llamada. Los acontecimientos se han sucedido rápidamente desde entonces, y a los 61 años, enfrentaba el mayor reto de su carrera política, la candidatura a la presidencia del Gobierno. Y al contrario que en Galicia, el éxito, esta vez, no ha sido completo.

Feijóo suele subrayar su origen humilde y rural. Nació en Os Peares, una aldea de Ourense, donde vivió hasta que a los diez años se fue a León a estudiar en un internado de los Maristas. A punto de cumplir los treinta entró en política de la mano de José Manuel Romay Beccaría, padrino en aquella primera etapa de cargos institucionales. Accedió a distintos puestos en las consejerías de Agricultura y Sanidad hasta que en 1996, con la llegada de José María Aznar a la Moncloa, dio el salto a Madrid, donde pasó por la Secretaría General de Asistencia Sanitaria y fue presidente de Insalud, un cargo que años después le resultará fundamental para trabajar en la primera línea contra la pandemia, y Correos. Su vuelta a Galicia con la crisis del Prestige sería un camino ascendente hasta tomar el relevo en 2006 de Manuel Fraga al frente del PP territorial.

Perfil de Alberto Núñez Feijóo
Perfil de Alberto Núñez Feijóo
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Asumió un partido en horas bajas, pero tras una etapa en la oposición en la que exhibió un perfil duro contra el bipartito formado por el PSOE y el BNG, relevó al socialista Emilio Pérez Touriño como presidente de la Xunta; eso sí, por apenas 9.000 votos de diferencia con el bloque de la izquierda. "El balón pegó en el poste y entró", admitiría con posterioridad el propio Feijóo sobre aquellos comicios. Desde entonces ganó otras tres elecciones consecutivas por mayoría absoluta, igualando la cifra de Fraga, manteniendo a raya tanto a Cs como a Vox sin asientos en el Parlamento autonómico.

También desesperando a una oposición que nunca logró encontrarle un punto débil , por más que lo intentó, que pudiera dañar su imagen. Ni si quiera con la fotografía en la que aparece junto al narcotraficante Marcial Dorado, tomada a mediados de los 90, cuando era el máximo responsable del servicio gallego de salud y su entonces amigo era contrabandista de tabaco. Una imagen que, aún hoy, diez años después de que saliera a la luz sus rivales en las urnas agitan contra él. "Está más que amortizado", señalan desde su equipo.

Dentro del partido, las cosas le han ido bien. En apenas quince meses al timón del PP, Feijóo, que confiesa que en 1982 votó a Felipe González, ha dado acomodo al discurso más moderado de Juanma Moreno, y al más ideológico de Isabel Díaz Ayuso. Ha conseguido reunir a las dos almas del partido, José María Aznar y Mariano Rajoy, en un mismo escenario. Y lo ha hecho con una autoridad indiscutida y un control férreo de la información sobre sus decisiones. Con él los barones territoriales han recuperado además su autonomía, librándose de las tutelas de la dirección nacional, sin perder de vista su lealtad.

El fantasma de Vox

La sombra alargada de Vox le ha acompañado desde que ocupó su despacho en Génova 13. Porque, pese a sus críticas al extremismo desde Galicia, ha sido en su etapa como líder en la que el PP ha roto el tabú de abrir las puertas del Gobierno al partido de Santiago Abascal. Primero en Castilla y León -aunque lo imputa siempre a la cuenta de Pablo Casado-, y después en Valencia y en Extremadura. Pero en el Congreso de los Diputados, la posibilidad de acordar con Vox le impide lograr acuerdos con el resto de formaciones, que se declaran incompatibles con la derecha radical.

Los ansiados apoyos de partidos como el PNV o Coalición Canaria no serán suficientes, de ninguna manera, para sacar adelante su investidura. Aunque primero llamará al PSOE para pedirles que dejen gobernar al más votado y para tenderles la mano, en su papel de "hombre de Estado", para recuperar el espíritu de la Transición y firmar cinco grandes acuerdos como se hizo con los pactos de la Moncloa. Ahora mismo, la presidencia del Gobierno es otra historia.

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