Sánchez se abona al sufrimiento de gobernar votación a votación

Los socialistas admiten la volatilidad de su mayoría pero se agarran a que han salvado ya sin ERC dos decretos.

Pedro Sánchez, a su salida del Congreso
Pedro Sánchez, a su salida del Congreso
Reuters

Los titulares decían que se avecinaba otra votación de infarto para el Gobierno. Las crónicas hablaban de una jornada en la que se evidenciaría lo precario de sus apoyos. Y, sin embargo, cuando este jueves el ministro de Presidencia, Félix Bolaños -el hombre sobre el que Pedro Sánchez ha hecho recaer la responsabilidad de engrasar la mayoría de investidura-, subió a la tribuna de oradores para defender el plan anticrisis, no encontró una bancada socialista enmudecida por la tensión sino muchos escaños vacíos; también los del Ejecutivo, solo ocupados por vicepresidenta primera, Nadia Calviño. «Llevamos ya tantos días críticos, tantas votaciones históricas a nuestras espaldas -resume un diputado del PSOE- que ya ni siquiera lo vivimos con angustia. Pero hay un evidente agotamiento psicológico».

Los socialistas se han acostumbrado a vivir permanentemente en el alambre. Sabían que sería así cuando optaron por formar una coalición de Gobierno con un partido, Podemos, que decía haber llegado a la política para impugnar el régimen de 1978 y por ir de la mano de una formación, Esquerra, que tiene como principal objetivo político proclamar, aunque ahora se lo plantee como una meta a treinta años vista, la independencia de Cataluña. Sin embargo, superar el ecuador de la legislatura en un contexto arduo -una pandemia y ahora las sacudidas en la economía de la guerra en Ucrania- les ha impregnado de un cierto sentimiento de invencibilidad.

En la sesión del pasado jueves no hubo ni uno solo de los aliados habituales del Gobierno que no le advirtiera de que su depósito de confianza está ya bajo mínimos. Pero en la Moncloa y en la dirección del grupo socialista se quedan con otro mensaje: que, pese a todo el ruido de los días previos, el real decreto ley para paliar las consecuencias de la elevada inflación obtuvo mayoría absoluta (176 votos a favor, por 172 en contra y una abstención).

Como ocurrió con la reforma laboral -esta vez no por el contenido del decreto en sí sino por el supuesto espionaje con el 'software' Pegasus a más de 60 independentistas entre 2017 y 2020-, Esquerra les dio la espalda. En cambio, Bildu, que generalmente actúa en comunión de intereses con los republicanos y también tenía en sus filas a dos espiados, Arnaldo Otegi y Jon Iñarritu, decidió votar a favor y salvar al Gobierno la papeleta.

ERC niega que hubiera un pacto con sus colegas vascos para repartirse los papeles y permitirles a ellos, muy presionados por Junts y la CUP, ejercer un voto de castigo sin infligir a Sánchez un daño irreversible. Sea como fuere, el resultado de la votación ratifica a los socialistas en que el temor de sus aliados a unas elecciones que puedan aupar a la derecha a la Moncloa es su mejor salvavidas. Y ahora dan por sentado que serán capaces de reconducir la relación con la Generalitat sin pagar más precio que el ya asumido: un cambio de la noche a la mañana en la norma para permitir la entrada de los secesionistas en la comisión de secretos oficiales del Congreso pese a la oposición de más de dos quintos de la Cámara (PP, Vox, Cs).

Destitución inasumible

No todos en el PSOE son tan optimistas. Entre otras cosas, porque este mismo viernes, no solo ERC sino también Podemos insistieron en vincular el cierre de la crisis con el cese de la titular de Defensa, Margarita Robles, como máxima responsable del CNI, al que se atribuyen los supuestos pinchazos. Aunque en las propias filas socialistas admiten que la ministra «no ha ayudado» con sus declaraciones a aplacar a sus críticos, nadie cree que Sánchez esté dispuesto a asumir el coste de su destitución. Menos aún a mes y medio de que España acoja la próxima cumbre de la OTAN. El mismo jueves aseguró que tiene su respaldo.

En Moncloa cuentan con que en el horizonte más próximo no hay votaciones relevantes y, a pesar de que todos sus socios han desdeñado la solución a la que se aferra el Gobierno -la comparecencia esta semana de la directora de los servicios de inteligencia, Paz Esteban, ante la comisión de secretos- siguen confiando en que el informe que ha preparado dé un vuelco a la situación. «El Gobierno está haciendo lo que debe y lo está haciendo muy rápido», aducen. Ni se contemplan dimisiones ni la comisión de investigación que reclaman incluso el PNV o Más País.

Sánchez, que ha optado por matenerse de forma palmaria al margen de esta crisis, mantiene la idea, según aseguran en su entorno, de alargar la legislatura al máximo. «El 'diálogo' -recuerdan como quien advierte de que juega con un comodín- es también la apuesta política de ERC».

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