Montauban, tumba de Azaña y símbolo del exilio republicano en Francia

Esta población del sur de Francia acoge este lunes a cumbre bilateral entre Francia y España, entre Macron y Sánchez.

Marta Garde
Spain's Prime Minister Pedro Sanchez visits France
Spain's Prime Minister Pedro Sanchez visits France
Frederic Scheiber / POOL

Montauban, ciudad del sur francés que este lunes acoge la cumbre bilateral entre Francia y España, tiene para el colectivo republicano español un rol simbólico: allí está enterrado el último presidente de la II República, Manuel Azaña, y como tal se ha convertido en lugar de memoria y peregrinación.

El exmandatario llegó allí a finales de junio de 1940 y falleció el 3 de noviembre de ese año. Había dimitido el 27 de febrero de 1939, cuando la Guerra Civil rozaba el ocaso y la caída de Cataluña le hizo comprender que la contienda, para ellos, estaba perdida.

Montauban fue el punto final de un periplo que le llevó a cruzar a pie la frontera y le hizo pasar primero por Pyla-sur-mer. El avance del Ejército alemán en Francia en 1940 provocó su traslado a la zona no ocupada y, tras pasar dos días en la también francesa Périgueux, los contactos de un médico amigo le hallaron refugio allí.

"Tuvo la ayuda de la embajada mexicana, pero incluso ahí fue perseguido por policías franquistas", explica Alain Miranda, cofundador de Caminar, una coordinadora que agrupa a 16 asociaciones republicanas españolas en Francia.

Su salud ya estaba muy deteriorada y pasó sus últimos días junto a su mujer en el actual Hotel Mercure, antiguo Hôtel du Midi, protegido por tres miembros de la legación diplomática de México, país que había apoyado la República y con cuya bandera se cubrió su féretro.

Lugar de exilio

Montauban no fue solo destino de exiliados políticos españoles. La industria de la zona, con fábricas metalúrgicas, entre otras, había atraído desde los años 20 la emigración económica, y a solo 30 kilómetros se instaló el 39 el campo de trabajo y concentración de Septfonds, que internó a miles de refugiados.

No fue de extrañar por tanto la participación de cientos de españoles el 5 de noviembre en el entierro de Azaña. "La noticia había circulado entre los refugiados que estaban no solo en Montauban, sino en la región y más lejos", cuenta Jean-Pierre Amalric, presidente de la asociación Presencia de Manuel Azaña.

"Que me dejen donde caiga", había dicho el también escritor y periodista, y esa voluntad hace que sus restos sigan en el cementerio de esa ciudad, que un presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, visitó por primera vez en febrero de 2019, en el 80 aniversario de la Retirada.

De los 500.000 republicanos que cruzaron la frontera tras la pérdida de Barcelona en 1939, dos tercios se acabaron asentando en Francia, país por el que murieron cerca de 35.000 luchando contra la invasión de la Alemania nazi entre ese año y 1945.

Hasta 2019, con el ochenta aniversario del final de la guerra, España no pidió perdón a sus exiliados, y este lunes se marcará un nuevo hito cuando un jefe de Estado francés, en este caso Emmanuel Macron, acuda a ella también por primera vez en el marco de esa cumbre bilateral, en la que ministros de uno y otro Ejecutivo participarán por videoconferencia debido a la pandemia.

La llegada de Macron allí "es muy simbólica", dice a EFE el presidente de Caminar, David Llamas. "Es un homenaje no solo a la figura de Azaña, sino también a la Segunda República, a todos sus defensores y a quienes sufrieron la represión franquista".

La Plaza Manuel Azaña o el colegio español homónimo forman parte de la huella actual del político español en esa ciudad, cercana a Toulouse y de unos 62.000 habitantes.

Las propias autoridades francesas reconocen el simbolismo de esa urbe para la relación y la historia franco-española, así como el hecho de que la ubicación de la tumba del expresidente haya sido determinante a la hora de elegir la sede de esta cumbre, que sucede a la celebrada en Málaga en 2017.

El colectivo republicano en Francia, compuesto en su mayoría por nietos e hijos de aquellos exiliados, como Llamas y Miranda, respectivamente, no se contenta solo con la importancia de la visita de Macron a la tumba.

"Pedimos al Gobierno francés una disculpa oficial. Que reconozca las condiciones en que se trató a los exiliados republicanos en el 39. No fueron buenas y hubo mucha represión. Que diga que no deberían haber actuado así, sobre todo porque después los españoles participaron en la Resistencia francesa", recalca Miranda.

En esa misma línea se inscribe el llamamiento lanzado por la Asociación para el Recuerdo del Exilio Republicano Español (Aseref) con motivo de esta reunión bilateral, la número 26 entre ambos países y la primera entre Sánchez y Macron.

Francia "debe reconocer su parte de responsabilidad en la caída de la República española por su política de no intervención, su actitud indigna en la acogida de los republicanos, internos en campos de concentración, y el rol de los republicanos en los combates para la liberación" del país, concluye.

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