La 'manta' de Bárcenas

Sánchez se vuelca para que una victoria de Illa impida la mayoría absoluta independentista en Cataluña y propicie un cambio político.

Foto de archivo de Luis Bárcenas
Foto de archivo de Luis Bárcenas
Efe

Cuando Luis Bárcenas amenazó en su día con 'tirar de la manta' hubo muchos que pensaron que se trataba de una bomba de relojería de efectos retardados que administraría en función de sus propios intereses en su estrategia procesal. El escrito que ha enviado a la Fiscalía Anicorrupción contiene una serie de graves acusaciones contra la anterior dirección del PP. La mayoría se conocía pero alguna novedad que ha incorporado coloca al propio expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el epicentro del seísmo al asegurar que él mismo tuvo acceso a los papeles que descubrían todas las irregularidades y que los ordenó destruir sin saber que Bárcenas guardaba una copia. El juicio oral que se abre este lunes será el momento en el que el extesorero del PP tendrá que demostrar con pruebas estas imputaciones que, en todo caso, parece claro que forman parte de una táctica de defensa para no comerse solo 'el marrón' y huelen a despecho tras el ingreso de su mujer Rosalía en prisión.

Más allá de la derivada penal del asunto -una parte del llamado caso Gürtel está ya prescrito- la presencia de los antiguos dirigentes del PP en el banquillo como testigos va a poner el foco en las serias sombras de financiación irregular con la Caja B del partido que Barcenas ha aireado de nuevo. Una cuestión pendiente que en parte fue saldada por la salida de Rajoy del poder tras la moción de censura que fue en su momento justificada por la sentencia de un caso de la trama Gürtel. El PP perdió el Gobierno por este motivo y las elecciones generales posteriores depuraron las responsabilidades. La nueva dirección del PP insiste en que hay un antes y un después y que no tener nada que ver con ese pasado y culpa a Sánchez de difundir el escrito de la Fiscalía. Pero el asunto también sigue interpelando al partido de centroderecha y obliga a Pablo Casado a ser muy firme y muy exigente en la delimitación de responsabilidades y en la catarsis necesaria.

La 'bala' que Bárcenas guardaba en la recámara constituye objetivamente una baza para Sánchez, en un momento en el que también el presidente tiene que hacer frente a algunos fuegos. La polémica ha saltado esta semana con el informe del Consejo de Estado contrario al contenido del decreto que el Congreso revalidó para regular un simplificado sistema de contratación pública de los fondos de la Unión Europea. La no inclusión de este documento en la tramitación del decreto, que el Gobierno justifica porque no era vinculante ni acarreaba gasto, ha abierto la caja de los truenos de la oposición, crítica con el excesivo poder que concentra La Moncloa. Una anulación de la iniciativa tendría efectos demoledores.

Mientras tanto, la campaña catalana sigue marcando el paso a la política española. Esta semana, ERC conseguía en el Congreso el apoyo del PSOE y Unidas Podemos a la propuesta de reactivar la mesa de diálogo. La pretensión provocará tarde o temprano una decisión estratégica: ¿a dónde ir? Los socialistas de Salvador Illa, que según el último sondeo del CIS, van a ganar las elecciones, insisten en que solo es viable el diálogo dentro de la ley, mientras los republicanos recalcan que hay que debatir sobre el reconocimiento del derecho a la autodeterminación y la amnistía. No hay un punto de intersección posible entre ambas premisas y en algún momento tendrá que romperse el nudo gordiano. Todo ello con un temor bien fundado a una abstención récort, Pedro Sánchez se vuelca estos días en apoyo de Illa. El desenlace del 14F es clave para su Gobierno y para la oposición. Sobre todo si se logra arrebatar al independentismo la mayoría absoluta e Illa queda en primer lugar. Y si, por ejemplo, el PP se ve superado por Vox. Al mismo tiempo, ERC aspira a recuperar el timón de la nave aunque siente en la nuca el aliento de Junts per Catalunya, y a pesar de que Carles Puigdemont ha bajado claramente su progonismo. Quienes conocen bien al mundo republicano creen que si Pere Aragonès obtiene la primacía y es el primer partido, ofrecerá un gobierno de concentración a los partidos que defienden el derecho a decidir, es decir a JxCaT, PDeCAT, CUP y los comunes. Pero como las CUP y el PdeCAT son incompatibles, Esquerra tendrá que optar. El dilema de la cúpula de Esquerra es si repiten la coalición por Junts -que es la opción mayoritaria, aunque implique mantener el colapso político- o se arriesgan a una coalición en minoría con los comunes con el apoyo externo del PSC. O 'más de lo mismo' o gobierno minoritario de izquierdas. Muy posiblemente ni la noche del 14 de febrero se sabrá todavía la respuesta.

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