Nadie pensaba que la pandemia que nació en China iba a llegar tan lejos y se haya cebado en los cinco países con más turistas del mundo (Estados Unidos, España, Italia, Francia y Gran Bretaña). Pero pocos creían que, después de que el Gobierno chino cerrara el 29 de febrero el ascenso al Everest, el pasado sábado las empresas China Mobile y Huawei instalarían la señal de 5G en el pico más alto del mundo, a 8.848 metros, y en otras dos estaciones.

En medio de la catástrofe sanitaria que ha hecho callar a Donald Trump en sus ruedas de prensa en el país con más muertos con casi 55.000 de los 206.000 registrados en todo el mundo, los chinos quieren acabar saliendo como triunfadores a pesar de haberla provocado (con 4.637 víctimas) en este nuevo mundo que se vislumbra. La paradoja definitiva es que Europa y Estados Unidos, los grandes sufridores de la pandemia, imploran material sanitario básico a las empresas chinas que colaboran también con socios turcos.

La agencia de noticias china Xinhua, que emite en español y da la vuelta al mundo, informó ayer que los beneficios de las principales empresas industriales chinas cayeron un 36,7% en el primer trimestre de 2020, pero mostraron signos de mejora en marzo al volver a la actividad en medio de la batalla contra la neumonía, según los datos publicados por el Buró Nacional de Estadísticas. Los fabricantes de productos electrónicos, junto con los de licores, bebidas y té ya tuvieron ganancias.

Si hay que comprar mascarillas en China y para subir al Everest pasar por el 5G de Huawei, el chino vencerá y acabará derrotando al inglés.

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