Reparto del poder

El Congreso de los Diputados.
El Congreso de los Diputados.
Javier Lizón / Efe

A una semana para la toma de posesión en los ayuntamientos, sigue en cocción la composición de las alianzas que determinarán de qué partidos serán varios de los principales alcaldes o presidentes autonómicos de España. Sí está claro que el mapa político es más diverso y que las mayorías holgadas son cosa del pasado. Vamos, que los electores han dado instrucciones para repartir el poder: aunque en las generales el PSOE se llevó la principal mayoría minoritaria, en las autonómicas y municipales, pese a preservar la tendencia, los electores hemos sido más exigentes y puesto a discurrir a nuestros representantes.

Eso sí, las urnas han disipado las burbujas que flotaban en el aire, generadas por comportamientos propios de redes sociales y de esa patología ya tan común de la ‘visión en túnel’: electores que solo se relacionan con personas que piensan como ellos, y solo leen y ven lo que refrenda su fe, y creen que su mundo es... todo el mundo. De ahí la paranoia de Vox y su intento de desacreditar los resultados del 28 de abril porque habían quedado muy lejos de sus expectativas (o sea, de su propio túnel). O la masiva revisión de las mesas electorales, desconfiando del sistema electoral, cuando el escrutinio está en manos de miles de ciudadanos, desconocidos entre sí, que por un día, tomados de 3, 4, 5 o más, cooperan en las largas jornadas de votaciones.

En el campo abierto de la realidad, varios partidos deben ponerse de acuerdo para sacar adelante las distintas gobernanzas del país. Entre la vocación de permanencia y aumento del poder que tiene Pedro Sánchez y la capacidad de sumar de sus rivales, ahí están todos, jugando intensas simultáneas de ajedrez y tratando de cuadrar contrarreloj un sudoku gigante en el que todos se juegan (y nos jugamos) mucho.

Aunque no se mencione, la primera referencia debería ser el marco internacional y, en especial, Europa. En lo general, para compartir la defensa de lo mejor: los principios del Estado de derecho que son los pilares de las sociedades del continente y amparan incluso a los disolventes. En lo concreto, para ser conscientes de los límites: Bruselas ya nos ha dicho en el minuto anterior a los pactos que nos quita la estricta vigilancia de las finanzas a cambio de que gastemos menos. O sea, que mucho de lo prometido en campaña electoral queda en almoneda.

A partir de ahí, y habida cuenta de la pérdida de peso de los extremos en las cuatro semanas transcurridas entre las dos citas electorales, debería imponerse la centralidad. Entre los parlamentarios españoles y, en cascada, en los parlamentos autonómicos, ayuntamientos y demás instituciones.

Todos los grupos cuentan y se ha ensanchado la relevancia de las periferias. A Cataluña se ha sumado Navarra como pacto crítico. Incluso importa Aragón. Desde el paso al lado por decreto de Echenique como chivo expiatorio, a la posición de Aragón y Zaragoza como piezas codiciadas que se cruzan con Madrid en el tablero donde se conforman las mayorías a favor del PSOE, del PP o de Ciudadanos. O de los tres.

En cualquier caso, el bipartidismo, aun con sus achaques, sigue vivo. Esta misma semana resucitaba también la socialdemocracia danesa, en la estela de Suecia y Finlandia. Mientras, tienen fiebre en los extremos: partidos como Podemos, que han perdido hasta un 70% de los votos en alguna de sus ciudades, y la ultraderecha y los populismos en general. Sobre estos últimos, en España, porque no son tan relevantes como presumían y su campo de acción es limitado; en Europa, porque no han conseguido su objetivo de ser suficientes como para paralizar la Eurocámara: antes bien, avanza el europeísmo.

Ahora, con el poder bien repartido, el reto es alcanzar acuerdos lo más amplios que se pueda con el constitucionalismo como referencia, no convocar a las urnas hasta dentro de cuatro años y hacer de la práctica política el arte de lo posible. El mundo está en cambio y se va a poner aún más difícil: ciberseguridad, migraciones, crisis climática, democracia liberal, guerra comercial mundial... Hace falta mucha energía para defenderlo. No nos distraigamos.

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