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Mavi Sánchez-Vives: "Utilizamos la realidad virtual contra el dolor crónico"

Investigadora en el Idibaps, es miembro del Human Brain Project, la gran apuesta europea para comprender y simular el cerebro humano.

Mavi Sánchez-Vives, ayer en Ibercaja Patio de la Infanta. Francisco jiménez
Mavi Sánchez-Vives, ayer en Ibercaja Patio de la Infanta. Francisco jiménez
María Pilar Perla Mateo

¿El cerebro ya está en la nube? Su ponencia en la presentación ayer de la revista ‘Telos’ de Fundación Telefónica se titulaba así.

Muchos datos de función cerebral, actividad eléctrica e imagen cerebral están almacenados en la nube. Nos movemos hacia una ciencia compartida, de grandes almacenes de datos compartidos ‘online’.

Cada vez se acortan más las distancias entre lo real y lo virtual. ¿Llegarán a competir ambas realidades?

No estamos tan lejos de que se pueda llegar a confundir fácilmente lo que es real y lo que es realidad virtual inmersiva o realidad aumentada. Aunque ahora mismo, conectados a internet, nuestra realidad ya no es solo nuestra realidad física circundante. Hay ya una realidad adicional que está en la pantalla del ordenador y en la comunicación con gente que está en otro lugar del mundo.

Hoy la realidad virtual está sobre todo en los videojuegos; en el futuro, ¿se colará por todas partes?

Va a ser muy importante en el ámbito del aprendizaje, del entrenamiento y en la actividad profesional. En los hospitales será común tener sistemas de realidad virtual tanto para entrenar al personal sanitario como para realizar intervenciones quirúrgicas; del lado de los pacientes, para disminuir la ansiedad, darles información sobre procedimientos que se les van a aplicar, realizar rehabilitación física o cognitiva y también como entretenimiento en las muchas horas de hospital.

¿Nos ahorrará viajes?

Habrá espacios virtuales compartidos mucho más inmersivos e interesantes que las actuales videoconferencias. Podremos tener reuniones de trabajo de una forma más cercana, compartir un espacio virtual con otras personas. Se evitará viajar, y contaminar, para reuniones muy cortas.

La realidad virtual ya se aplica contra el dolor.

Estamos trabajando con diferentes tipos de dolor crónico. Es una estrategia bastante prometedora. La realidad virtual se utiliza como elemento de gran distracción, requiere tanta atención que disminuye la atención sobre el dolor. Representamos el cuerpo del paciente en realidad virtual inmersiva y vemos que podemos actuar sobre ese cuerpo virtual para que disminuya el dolor. Lo que nos gustaría es que el efecto se prolongara en el tiempo tras salir del entorno virtual. En EE. UU. interesan mucho los ‘digiceuticals’, aproximaciones digitales a las terapias, porque tienen un gran problema con la adicción a opiodes.

También puede ser una herramienta para generar empatía.

Durante 15 años hemos estudiado cómo podemos sentir un cuerpo virtual como propio. ‘Tener’ un cuerpo que sea de otro sexo, de otra raza, de otra edad, nos permite ver el mundo desde la perspectiva de otras personas. Y sabemos, científicamente medido y comprobado, que esto nos produce un aumento de identificación y empatía con ese grupo. Lo hemos aplicado en rehabilitación de agresores en violencia de género.

¿Un día interactuaremos con el ordenador solo con pensarlo?

Facebook ya está trabajando para que podamos escribir y comunicarnos con el pensamiento. Con la tecnología actual –con sistemas no invasivos, para gente sana–, esto es difícil pero no imposible. Muchos comandos simples –adelante, atrás, mover un cursor– se pueden hacer bastante bien con un interfaz cerebro-ordenador.

En la otra dirección: de la máquina al cerebro, ¿podemos estimular la capacidad cerebral?

Es un área en expansión. En los últimos cinco años se han descrito aplicaciones de la estimulación cerebral para casi todo: dolor, depresión, diferentes patologías neurológicas, estimular la rehabilitación, mejora cognitiva de personas sanas... El cerebro funciona con electricidad y se puede actuar sobre la actividad cerebral mediante campos magnéticos y estimulación eléctrica, pero hay que ser cautelosos para ver qué funciona y qué no.

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