Fullería de cartón

Un momento del juicio del 'procés'.
Un momento del juicio del 'procés'.
Efe

Junto a la pretensión de un referéndum independentista, se dice en Cataluña, con ecos y resonancias en el resto de España, que la voluntad del pueblo está por encima de la ley. La reacción mayoritaria y obligada a dicha pretensión, dentro y fuera de Cataluña, sostiene que, para que la independencia no conculcara la soberanía nacional, es decir, los derechos de toda la ciudadanía, habría que reformar la Constitución por el procedimiento que esta establece.

Habiendo infringido gravemente este principio elemental, varias personas que fueron autoridades públicas están siendo juzgadas en España, acusadas de haber ejercido el poder de forma ilícita. Estoy convencido de que se está procediendo conforme a la legislación vigente, de la única forma posible y con todas las garantías. Al mismo tiempo, sin embargo, tengo la impresión de que dicha legislación, que es la propia de un país democrático, está siendo aplicada por analogía, con calzador, dicho llanamente, pues los hechos juzgados encajan con dificultad en la exigente horma penal.

Seré franco. No logro asumir que lo que cometieron las personas encausadas fuera rebelión, sedición, ni auténtico golpe de Estado. Más bien, creo que hicieron de su autoridad una farsa y una fullería torpe. Por más que presuman de astucia, carecieron de convicción y de medios. A sus trampas siempre se les vio el cartón. De puro estrafalaria, ningún código penal ha tipificado la conducta de estos individuos. Así que, si por mí fuera, los multaría, los inhabilitaría políticamente de por vida, les haría pagar lo malversado y los mandaría a sus casas cuanto antes.

jusoz@unizar.es

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