Ricardo Mairal, rector electo de la UNED: "cada vez hay más jóvenes que apuestan por la UNED"

Ricardo Mairal (Huesca, 1965) acaba de ser elegido rector de la UNED. Estudió Filología Inglesa, pero trabaja en investigaciones de lingüística computacional y neurolingüística.

El oscense Ricardo Mairal se pone al frente de la UNED.
El oscense Ricardo Mairal se pone al frente de la UNED.
Enrique Cidoncha

¿Los títulos universitarios a distancia tienen menos prestigio?

No es el caso de la UNED. Su gran fortaleza es la enseñanza semipresencial. Es la única universidad en España con 61 centros asociados, más 11 en el exterior, donde acuden los alumnos para recibir tutorías. Nuestros egresados ocupan puestos muy destacados en las oposiciones de la Administración.

En Aragón, la UNED tiene una presencia destacada, con un centro en Barbastro, ejemplar, muy activo en la generación de aplicaciones tecnológicas; y otros en Calatayud y en Teruel.

¿Cuál es el perfil de sus estudiantes?

Ha variado mucho. La UNED nació hace 46 años con un fin con el que me identifico: dar acceso a la educación universitaria a personas que por razones geográficas o de edad tenían más dificultades. El perfil de los alumnos está cambiando: ha sido tradicionalmente el de personas de más edad, con un empleo, que quieren mejorar su formación; pero cada vez hay más jóvenes que apuestan por la UNED en su primer contacto con la universidad. Hoy es una universidad muy competitiva, pero que no olvida la función social. Acercamos esta enseñanza a los presos desde 1983, y nuestra gran apuesta son los estudiantes con discapacidad, ya 8.000 y en aumento.

¿Y los títulos más solicitados?

Los grados en Psicología y Criminología son los más demandados. Pusimos en marcha el año pasado el grado de Criminología y tuvimos una gran demanda, más de 4.500 alumnos.

Usted se dedica a la investigación. ¿Podrá seguir haciéndolo siendo rector de una universidad con 61 centros, 200.000 estudiantes y 6.000 tutores?

No, es una de las pegas. Mis compañeros llevarán las riendas de los dos proyectos en los que trabajo. Pero no hay mayor honor para un académico que estar al frente de su universidad.

¿Y qué investiga un filólogo de lengua inglesa?

Me dedico a la lingüística computacional y la lingüística clínica o neurolingüística. Trabajamos para que un ordenador, una máquina, simule el lenguaje humano. Otra línea de mis investigaciones son las enfermedades neurodegenerativas, en particular el alzhéimer y el párkinson. Se preguntará qué pinta un lingüista en esto, pero es que una de las primeras manifestaciones de un enfermo es la pérdida de memoria semántica. En colaboración con neurólogos vemos si obedece a patrones regulares, utilizando técnicas de computación.

¿Por qué la computación?

Siempre he buscado las aplicaciones de la ciencia. Me gusta proporcionar respuestas a los grandes desafíos de la sociedad, y uno de ellos son las enfermedades degenerativas. Desde niño me gustaban los idiomas porque tenía una vocación muy internacionalista. Siempre les decía a mis padres que quería ser diplomático y con 18 años me vine a Madrid a mirar el temario de la Escuela Diplomática.

¿Por qué no se hizo diplomático?

Empecé, pero tengo un grave problema de visión. A Joaquín Barraquer le debo poder conservar la vista, porque a mis padres les dijeron que me quedaría ciego. Con 21 años acabé Filología, tuve una crisis seria y me dio miedo: las oposiciones de diplomático son 300 temas. A un filólogo se le identifica con una formación literaria, de enseñanza de idiomas, pero a mí lo que más me gustaba era la representación del lenguaje en el cerebro.

Cuando vivía en Huesca hacía de traductor con los americanos del Peñas de baloncesto.

Empecé echando una mano como traductor con los jugadores y acabé cinco años en la directiva. Me encargaba fundamentalmente de fichar a los jugadores americanos. Fue una experiencia maravillosa, en una época dorada del baloncesto en Huesca. Y ahora la época dorada se vive con el fútbol. Presumo de que soy de Aragón y de Huesca, donde tengo a toda mi familia, y sus éxitos los hago míos. Podemos sentirnos orgullosos de las grandes capacidades que tiene esta provincia.

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