Del 'procés' a la realidad

Tensión a las puertas del Parlament catalán en la tercera jornada de huelga de médicos.

Tensión con los Mossos durante las protestas de Bomberos y médicos en Barcelona
Tensión con los Mossos durante las protestas de Bomberos y médicos en Barcelona
Agencias

Las protestas en la calle contra los recortes sociales desbordan al Gobierno catalán. Médicos, bomberos, investigadores, universitarios y otros sectores exigen a Torra que haga algo más que dedicarse en exclusiva a maniobrar, y con grave quebranto de las arcas públicas, para dar la sensación de que sigue vivo un ‘procés’ que ya está muerto. Las manifestaciones de indignación evidencian la enorme distancia entre lo que el independentismo prometió a los catalanes y lo que realmente les ha dado.

El secesionismo catalán vuelve a la casilla de salida, al menos a una de las casillas de salida. Pues fueron las protestas que estallaron en 2012 contra la Generalitat, por los ajustes y recortes presupuestarios que había impuesto, unos de los acontecimientos que precipitaron la deriva soberanista. El entonces ‘president’, Artur Mas, incapaz de gestionar la presión de la calle, se subió irresponsablemente al carro del independentismo. De la noche a la mañana se transformó en un aventurero mientras su partido se desmoronaba. Él y los sectores rupturistas prometieron a los ciudadanos un paraíso, a pesar de que eran conscientes de que estaban saltándose la ley, de que no contaban ni con la mitad de los votos y de que ni la UE ni ningún país de la comunidad internacional reconocería un estado catalán.

Seis años después, los habitantes de Cataluña están hartos de que los gobernantes independentistas solo se dediquen a sus cuitas (políticos en prisión, juicios, huidos en Bélgica y Suiza) mientras las urgencias cotidianas de la gente siguen en un segundo plano. Los trabajadores del sector público se han puesto en pie de guerra contra el ‘govern’ y reclaman la reversión de los recortes que arrastran desde la época del gobierno de Artur Mas. Tras un lustro de manifestaciones por el ‘procés’, resurge con fuerza el descontento social por el mal estado de los servicios públicos.