Por
  • José Javier Rueda

En la playa con el 'procés'

Manifestantes acaban la protesta en Mataró recorriendo las calles con cruces amarillas
Manifestantes acaban la protesta en Mataró recorriendo las calles con cruces amarillas

Pertrechado con la toalla y la sombrilla, llegas a la playa. Te asientas en dos metros cuadrados que quedan libres en tercera línea frente al mar. Refulge la Costa Dourada.

–Mamá… ¿por qué han clavado todas esas cruces amarillas en la arena? –pregunta a tu derecha el niño pequeño de una ruidosa familia de Lérida.

–Es por los presos políticos y los exiliados – responde rápidamente por detrás una de las cinco chicas de Reus que se tuestan al sol después de aprobar la Selectividad.

–En España no hay presos políticos desde que se murió Franco. Si acaso habrá políticos presos por saltarse las leyes a su antojo –proclaman a tu derecha dos ancianos de Teruel con apartamento de toda la vida en Salou.

Y para cerrar el círculo, por delante interviene una pareja de maduritos de Barcelona mientras leen el periódico: «Cataluña es una república reprimida».

La tensión se masca, como diría un castizo. Actúas como si no hubieras oído nada. Ajeno al mundo, buscas amparo en tu libro favorito de Houellebecq, ‘El mapa y el territorio’. Mientras sigues los avatares de la novela, percibes a tu alrededor cómo sube el tono de la discusión. Aunque no quieres escuchar, captas palabras lanzadas como flechas: autodeterminación, supremacistas, fascistas…

Cuando parece que ha estallado una tregua por la presencia de unos policías locales, el niñito ilerdense pregunta de nuevo: «Mamá… ¿qué son todas esas cruces amarillas?».

Huyes a la carrera. No hay cosa que te agote más que las matracas interminables.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión