Crispación

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez.
EFE/Emilio Naranjo

Cuando todavía no se conoce la composición del nuevo gabinete de Sánchez, con la inquietante excepción de que puede volver a ser ministra la persona –Carmen Calvo– que dice que el dinero público no es de nadie, los corifeos que bailan el agua de esta aventura tienen muy claro que vamos a una nueva etapa de crispación por parte del PP. La casa por el tejado: antes de formar gobierno, antes de presentar un programa que vaya más allá de abrazar los Presupuestos rechazados cuando se votaron para no complicarse la existencia, ya estamos prejuzgando a la oposición. Mal presagio si tenemos en cuenta que venimos precisamente de una de las etapas más convulsas e impresentables del parlamentarismo español. ¿Acaso no recuerda Pedro Sánchez que el Pablo Iglesias que el viernes le dio el abrazo del oso es el mismo que hace un año, en su anterior y fallido intento de investidura, arrojaba cal viva sobre el PSOE? ¿Acaso olvida las rufianadas de la hoy muy leal ERC, cuando ayer acusaba a los socialistas de traicionar a sus gentes? Todavía no se conoce el nuevo Gobierno, pero todo el mundo sabe que la bronca y el circo son sus hijos adoptivos.