Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

Sin despacho

Puigdemont durante la rueda de prensa de este sábado.
Carles Puigdemont.
Efe

Ilegítimo y sin despacho. En medio de la astracanada, el independentismo le ha dado una media vuelta de tuerca más cuando ya parece imposible adornar el despropósito: el nuevo presidente de la Generalitat se autodefine en realidad como un presidente ilegítimo, un hecho inaudito en la historia parlamentaria mundial: es decir, si el presidente legítimo es Puigdemont él no puede ser otra cosa que ilegítimo. Un presidente que no es presidente y que además no puede usar el despacho del presidente porque así se lo ha ordenado Puigdemont. Nunca Cataluña pensó que podría acabar tan baja ni Quim Torra tan alto. Un señor que destila un odio hacia los españoles tan profundo como extraño no debería ser la primera autoridad del Estado en la Comunidad. Pero las sorpresas acaban de empezar: en el siguiente paso, la formación del gobierno, se espera que Torra incida en la confrontación y elija para algunas carteras a algunos de los líderes independentistas encarcelados. Más barullo, más secesionismo y menos protección para los ciudadanos catalanes, usados como rehenes de un grupo de iluminados que ni siquiera se creen sus ensoñaciones.