Vuelta a la trinchera

Quim Torra lanzó ayer, en su primera oportunidad para ser investido presidente de la Generalitat, un duro discurso para asegurarse en la segunda vuelta la imprescindible abstención de la CUP. En lugar de mostrar una actitud constructiva, optó abiertamente por la confrontación con más de la mitad de Cataluña y con el resto del Estado.

Quim Torra
El candidato de JxCat a la presidencia de la Generalitat, Quim Torra
EFE/Alberto Estévez

El conflicto catalán no tan solo no va a disminuir, sino que se acrecentará y muchísimo en los próximos meses si Torra lograr ponerse al frente de la Generalitat. Él mismo lo dejó muy claro en su discurso de investidura al hablar de "situación de excepcionalidad" y al marcase como objetivos "investir" a Puigdemont, "alcanzar el estado independiente en forma de república" y reabrir las embajadas. Estaba cantado el resultado de la primera sesión de investidura del nuevo candidato del bloque independentista. Ya se sabía que no reuniría la mayoría absoluta de los votos. Tendrá una nueva oportunidad en la segunda sesión, que se celebrará mañana y en la que le servirá una mayoría simple, para la que necesita que la CUP repita su abstención. Una vez más la investidura de un ‘president’ de la Generalitat queda en manos de los antisistema. Los anticapitalistas decidirán hoy si Torra accede al Palau de la Generalitat o queda descabalgada su candidatura cuando solo quedará una semana para evitar la repetición electoral.

En una prolongación desatinada del ‘procés’, Torra promete confrontación e ilegalidad en lugar de políticas que resuelvan los problemas reales. El secesionismo está cautivo de Puigdemont y su radicalismo. Es una pésima señal, sobre todo, para los catalanes.