Renuncio al Nobel de Física

Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid.
Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid.
Efe

Para evitarnos problemas, les digo desde ya que renuncio a mi Nobel de Física, al Óscar a la mejor Dirección y al Pritzker de Arquitectura. Visto lo que ha hecho Cifuentes, uno puede atribuirse cualquier reconocimiento y luego, si le pillan, renuncia y aquí no ha pasado nada. O eso se cree ella.

Dimita o no, la carrera de la presidenta madrileña está tocada para siempre. Por eso, porque este asunto ha arruinado su futuro político y eso ya es bastante castigo, lo que de verdad me enfada no son tanto las mentiras de una responsable pública, como el daño que ha hecho a la imagen de la universidad en este país.

Y tampoco es que la universidad me parezca una institución prístina y sin mácula, oigan. Cualquiera que haya tenido alguna relación con ella sabe que la endogamia y la falta de transparencia son dos gravísimos problemas que arrastra desde hace décadas. Y que junto a profesores maravillosos, de esos que iluminan a sus alumnos, hay decenas de docentes apoltronados en sus despachos y obsesionados con cerrarles las puertas a posibles rivales más preparados, más brillantes y con más vocación.

El quid de la cuestión es que, a pesar de ellos, la universidad funciona. Millones de españoles han pasado por sus aulas y hoy son médicos, ingenieros o historiadores preparados, capaces de competir con profesionales formados en cualquier país del mundo.

Y cada año, miles de chavales se dejan los codos y se esfuerzan al máximo por conseguir un título que les abrirá las puertas de la vida adulta.

Por ellos, por todos los alumnos honrados, espero que el caso Cifuentes sirva para algo. La universidad necesita reformas que impidan el nepotismo y la endogamia. Debe ser, de verdad, el templo del conocimiento y deben articularse fórmulas que garanticen la entrada a los mejores en los cuerpos docentes.

Lo merecen los buenos universitarios y lo merecen esos padres que ahorran lo que no tienen para poder pagarles los estudios a sus hijos. Que nada les haga dudar de que esa es la mejor herencia que pueden dejarles.